miércoles, 30 de septiembre de 2009

La foto del cachondeo y la de la infamia


La dichosa foto ha sido el boom del día en internet y, aunque no tenía entre mis planes inmediatos escribir sobre el tema ni sobre la imagen, ha sido tal el bombardeo mediático y forático a que me he visto sometido, que no he podido resistir (¡y lo he intentado, lo juro!), así que me he rendido cobardemente. Lo siento, soy débil. Soy humano. Y me he dejado llevar. Pero creo, sin embargo, que voy a aportar una novedad interesante en el enfoque de la foto de marras, que pienso sinceramente que ha sido tratada con bastante desenfoque.

Y es que lo más grave de esta imagen no es que las niñas hayan acudido a Nueva York en avión oficial y a hotel caro, invitadas por usted y por mí, simplemente porque estaban encaprichadas desde tiempo ha en conocer a Ohbama! y señora.


Lo más grave no es que carezcan de gusto, clase y oportunidad a la hora de elegir su vestimenta gótico-tenebrosa-con-botas-cazavampiros para tan histórico acontecimiento, que se supone iba a quedar inmortalizado para la posteridad.

Lo más grave no es utilizar a una agencia de noticias estatal, que pagamos usted y yo, para sacarse una íntima foto de familia, si es que en verdad era una íntima foto de familia.

Lo más grave no es que en dicha íntima foto de familia de ambas sonrientes familias, el matrimonio Ohbama! se haya olvidado de sus niñas, por lo que la foto familiar queda incompleta y estéticamente coja.

Lo más grave no es que la agencia Efe,después de haber realizado la foto en exclusiva, y después de haberla distribuido, haya intentado posteriormente censurar su publicación, atentando así contra la libertad de expresión y de información por orden presidencial.

Lo más grave no es que nuestro familiar presidente abomine con tan desmedido fanatismo de los dulces rostros de sus niñas, de cuya imagen nos ha intentado privar una vez más, síntoma inconfundible de padecer el Síndrome de Andreíta.

Lo más grave no es que sea el único dirigente en el mundo, desde que existe la fotografía, que prohíba la difusión del dulce rostro de sus niñas, renegando del ejemplo del mismísimo Ohbama!, de Kennedy, de Sarkozy o de la propia Familia Real (¿se imaginan la felicitación de Navidad con todos los infantes pixelados, además de phoshopizados?).

Lo más grave no es que el presidente censure esta entrañable imagen y en cambio su Secretaria de Organización, la señorita Pajín, no censure la foto de su señora madre celebrando desaforadamente la victoria de la Sucia Batalla de Benidorm, imagen a todas luces mucho menos estética (física y moralmente).

Lo más grave no es que la anécdota de una foto familiar entre dos familias de dirigentes mundiales, que podía no haber sido más que eso si la hubieran sacado con la cámara familiar, se haya convertido en el acontecimiento del día, en la imagen del día y en el cachondeo del día.

Lo más grave no es, como consecuencia, que circulen por internet cientos de montajes burlescos cebándose con la pobres niñas del rostro pixelado, que en el fondo no tienen culpa de tener un padre tan absurdo y una madre tan poco inteligente.

Lo más grave no es que esta foto tonta haya superado a la de Megan Fox en su última película, que es cosa mucho más seria y agradable, donde va a parar.

Lo más grave no es, en fin, que hayan pasado desapercibidas las sabias palabras de nuestro visionario líder en la ONU, achacando directamente al cambio climático la culpa de la crisis económica mundial, palabras que, de haber sido escuchadas y consideradas, podrían haber marcado el inicio de nuestro despegue económico hacia el liderazgo de la champion league económica mudial.

Lo verdaderamente grave y vergonzoso e infame es que el llamado Tribunal Superior de Justicia del País Vasco no haya prohibido ni censurado ni pixelado las fotos de los asesinos y asesinas etarras, por considerar que no es un delito de enaltecimiento del terrorismo, sino que «forma parte de la libertad de decisión de los participantes en las concentraciones para hacer llegar los mensajes a sus destinatarios», fotos que ha autorizado en tres manifestaciones convocadas en Mondragón, localidad gobernada por la izquierda abertzale (¿pero no era ilegal?) y donde, por cierto, Ortega Lara sufrió su inhumano secuestro.


Lo de las niñas de Mister Paz es una mera anécdota, provocada por la estúpida obsesión y las cortas miras de nuestro estadista particular. Lo de los gudaris es una patada más en los rostros de las víctimas, una infamia más en su memoria. Nada pixelada, por cierto.

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