martes, 11 de julio de 2006

Todos respiran

Por fin se ha cerrado la investigación del 11M. ¡Uufff! Rodríguez Zapatero respira. El Presidente del Gobierno que llegó a la Presidencia del Gobierno como consecuencia del atentado del 11-M respira feliz. ¡Uufff! Alfredo Pérez Rubalcaba respira. El Ministro del Interior, ex portavoz de este Gobierno y de otros más oscuros, la poderosa voz que clamaba por un gobierno “que no nos mienta” respira tranquilo. ¡Uufff! Arnaldo Otegui respira. “El gordo”, ex asesino de ETA y ex portavoz de ETA-Batasuna, reconvertido en el Hombre de Paz de moda, respira la mar de contento; el nombre de ETA queda limpio para siempre de ese feo asunto que podía enturbiar el proceso de pacificación de Euskal Herria, ya tan avanzado. ¡Uufff! Juan Del Olmo respira. El juez que debía aclararnos con absoluta certeza quién, con ayuda de quiénes, cómo, por qué y para qué murieron 192 inocentes, y que sólo nos ha aclarado que no está capacitado para aclarar nada, respira más que aliviado; nuevas dudas, incógnitas e incongruencias aparecen cada día como fantasmas que nadie ve o no quiere ver. Pero son fantasmas del pasado. ¡Uufff! Ciertos agentes de las Comisarías de Vallecas, Alcalá, Asturias y otros miembros de la Policía Nacional, la UCO, el CNI... respiran en silencio. ¡Uufff! Y esos fieles perros guardianes de la Moncloa, también llamados medios de comunicación independientes, respiran a todo pulmón, sacando pecho. Y Álvaro Cuesta y el portero de Vallecas y el policía Kalaji y el socialista Fernando Huarte y el liberado El Harrak y otros cuantos también respiran. Todos respiran tranquilos, felices, aliviados. ¡Uufff! ¡Uufff! ¡Uufff!

¿Todos? No.

Millones de españoles, que realmente merecen un Gobierno, una Policía, una Fiscalía y unos Jueces que no les mientan, no respiran tranquilos. Miles de víctimas y familiares, heridos física y psicológicamente, no respiran aliviados ni felices. Y 192 inocentes, simplemente, ya no respiran.

miércoles, 12 de abril de 2006

Carta al Señor Pérez Rubalcaba

Señor Pérez Rubalcaba, como nuevo y flamante Ministro del Interior he de hacerle una confesión: tengo miedo. Tengo miedo de una banda de asesinos que quieren acabar con mi país. Tengo miedo porque sé que sus ansias nacionalistas, soberanistas y anexionistas siguen vigentes en sus cabezas como el primer día. Tengo miedo porque sé que 30 años de lucha no van a acabar en una rendición de mínimos. Tengo miedo porque sé que el “alto el fuego permanente” es una trampa permanente. Y mi miedo crece, Señor Pérez Rubalcaba, porque ahora es usted el Ministro del Interior. Tengo más miedo porque es usted “un hábil negociador” y sé que va a negociar todo lo negociable y todo lo innegociable. Y sé que va a conceder a los asesinos lo suficiente para que callen sus pistolas mientras convenga a sus intereses (los de ellos y los de usted, Señor Pérez Rubalcaba). Sé que les va a dar la legalización, y los presos, y Navarra, y tiempo, y subvenciones, y coartada… Y sé que luego nos lo va a vender a los españoles como una victoria de la Democracia, de la Libertad, de la Paz. Y tengo miedo porque muchos le creerán. Porque usted sabe mentir muy bien, Señor Pérez Rubalcaba, tan bien que da miedo. Es usted un maestro de la manipulación, del engaño, de la demagogia, como ya demostró en los tiempos negros del GAL y la corrupción, o en el 13-M, en el incendio de Guadalajara (provocación rastrera incluida), en el opaco Estatut o en la “inexistente” negociación con ETA durante ¿tres? años.

Sí, Señor Pérez Rubalcaba, tengo más miedo porque es usted un ser siniestro con rostro de Papá Noel. Un “hábil negociador” que va a vender una parte de España a precio de saldo y con mil muertes de propina; que va a darnos un beso de Judas por 30 votos y luego nos va a convencer de que era un beso de Amor, de Democracia, de Paz.

Sí, Señor Pérez Rubalcaba, tengo miedo, pero no sé qué me da más miedo, si ETA o usted.