jueves, 29 de mayo de 2008

El perro, la serpiente, el gallo y la cabra mentirosa

El pasado día 20 la policía francesa detuvo a la presunta cúpula de ETA, a los jefazos, a los super, a los number one, o sea, a los putos amos (con perdón). Y digo presunta no porque fueran presuntos etarras, que nunca son presuntos los tipejos estos de la serpiente, sino porque eran los presuntos jefes de la cosa. O eso nos quiso hacer saber, muy apresuradamente por cierto, el Excelentísimo Señor Ministro del Interior del Gobierno de España, Don Alfredo Pérez Rubalcabra, perdón, Rubalcaba (¿en qué estaría yo pensando?). Mientras TVE emitía casi en directo la detención en Burdeos (lo que provocó la huida de al menos otros dos presuntos y la justa indignación de las Fuerzas del Orden francesas), el mismísimo ministro reconocía al perro rabioso Francisco Javier López Peña (qué esukaldún, el tío), alias «Thierry», como “el terrorista con más peso político y militar de la banda”, o sea, el number one (¿Pero no era Ternera? ¡Qué va! ése estará retirado, que ya tiene edad). Aquel victorioso día toda España se sonreía con ilusión y regocijo por la inquebrantable eficacia de nuestro Gobierno, que Dios guarde muchos años.


Pero hete aquí que llega ahora el Fiscal Jefe de París Francia, un tal Jean-Claude Marin, y nos chafa el regocijo. Pues resulta que eso de colocar al presunto López Peña como cabeza visible de la banda se lo ha debido sacar Rubalcabra... perdón, Rubalcaba de las mismísimas barbas. «Nosotros somos juristas, magistrados, adeptos de Santo Tomás, —ha declarado el ami Jean-Claude—, no creemos más que en lo que vemos y, en el estado actual, no tenemos elementos que nos permitan corroborar en nuestro dossier las informaciones dadas por las autoridades españolas». Lo mismito que piensan los jueces Yves Jannier y Laurence Le Vert, auténtica experta en ETA desde hace 18 años.

Total, una muestra más (y van...) de la magnífica maquinaria propagandística del Gobierno Z, que es capaz de
1. llamar a una tele sin avisar para multiplicar el efecto de la noticia en detrimento de la eficacia
2. mentir descaradamente a todos los españoles para que la detención parezca más de lo que es
3. tratar de dársela con queso también al país vecino (y ellos de queso saben mucho)
4. indignarse si pones mínimamente en duda su veracidad, su dignidad y sus intenciones

Y todo sin inmutarse, sin mover un músculo, sin despeinarse un solo pelo de la barba. La cabra siempre tira al monte, y sabemos qué monte es el que le tira a esta cabra. El mismo que en 1996, ¿verdad, señor ex ministro portavoz?

Foto: AP

lunes, 26 de mayo de 2008

La Ezpaña Chikilicuatre

Vaya por delante que uno, musicalmente hablando, es cien por cien de los 70 y que por tanto nunca escuchó los 40 Principales y siempre huyó de las radio fórmulas ésas y de los triunfos otros y de las madonas y del flamenco-pop y de los poperos en general (del hip-hop y etcéteras, mejor ni hablamos). Por tanto, soy todo menos un eurofan. No me gusta Eurovisión, porque no me gusta –en general- el estilo de música que allí se estila. Simplemente, no me interesa. Y por eso, sencillamente, no lo veo. Yo a eso lo llamo coherencia.
Pero entiendo que hay mucha gente, millones, cientos de millones de personas a los que sí les gusta esa música, a los que sí les interesa ese espectáculo y a los que sí les mola ese festival. Por eso lo ven. E incluso lo viven. Y ésta es una opción de lo más respetable. Y como tal, merece todo el respeto.
Igualmente, hay cientos de artistas, miles de cantantes –profesionales o noveles- que se toman muy en serio su vocación, su carrera, su música. Y que también se toman muy en serio este festival, decadente o no, como plataforma artística o como evento musical internacional, me da igual. Y todos ellos merecen también el máximo respeto.

Lo que no me parece nada respetable es el desprecio, la tomadura de pelo, el engaño, el enriquecimiento tramposo y la cutrez que representa la farsa del Chikilicuatre y sus cuatreros (el Terrat, TVE y demás compinches). No me parece nada respetable colar un chiste (un mal chiste con ritmo, como lo definió alguien) en el festival musical internacional más importante de Europa que, guste o no, muchos millones de personas se toman en serio en todo el mundo (no sólo en Europa).

Pero Ezpaña es así. Prima lo cutre, lo soez, lo mediocre, lo malo; y, lo que es más grave, encima nos lo quieren hacer pasar por original, por rompedor, por modernete, por progre, por culto incluso (¡hasta el Instituto Cervantes de Belgrado se prestó a la farsa ofreciendo una clase “magistral” del académico Chikilicuatre. ¡Manda huevos!). Aquí se trata de igualar por abajo, seas ministro sin estudios, alumno sin esfuerzo, profesional sin mérito, intelectual sin cultura o cantante sin canción. Y puestos a sacar punta, ¿qué tiene de progre un chulo casposo rodeado de cinco mujeres objeto, cantando en clave latino-machista? ¿Dónde está la paridad? ¿Y eso de “con las bragas en la mano”? ¿Mola el Chiki Chiki a los colectivos feministas (ésos que saltan como panteras si dices que una psoeministra de 30 años no está preparada, pero callan como perras si sacan a una ministra italiana en pelotas en el Interviú?

Spain is different, sí; pero en la vida se trata de diferenciarse por arriba, no cayendo en lo más bajo. Si de eso se trataba, diferentes sí que fuimos. En el Festival de la Canción de Eurovisión todos eran cantantes menos el Chikilicuatre; todos sabían cantar menos el Chikilicuatre; todos llevaron canciones (mejores o peores, más o menos horteras, pero canciones) menos el Cikilicuatre; todos cantaban en su idioma o en inglés menos el Chikilicuatre, que perreaba en no se sabe qué; incluso todas las canciones tenían letra menos la del Chikilicuatre; todas las actuaciones tenían coreografía, estética, sentido del espectáculo, ¡glamour! (sin entrar en gustos), incluso sentido del humor y originalidad menos la del Chikilicuatre, que no tenía ni sentido del ridículo; todos trataban de dar lo mejor de sí, de mostrarse orgullosos de su trabajo, de agradar, de enamorar, todas menos el Chikilicuatre. Todos se tomaban en serio su actuación y a sí mismos menos el Chikilicuatre. ¡Qué cachondos somos! ¡Qué rompedores! ¡Qué progres! Pero ¿a que no hay huevos de enviar a los Oscars –cuna decadente de la propaganda imperialista- la última peli de Chiquito? ¿O, por qué no, un streaptease integral de Boris al Festival de Cannes? Seguro que rompe.

Eso sí, hay que reconocer que la gran genialidad de esta farsa es la magnífica campaña de Publicidad que han orquestado Buenafuente y su Terrat y cómo se la han colado a TVE (¿o también había algún amiguete ahí?) y, de paso, a todos los que la pagamos; y la única verdad incuestionable es que cuatro tíos se han forrado pero bien forrados (y no precisamente el actor –magnífico, por cierto- que interpreta al Cikilicuatre), dando carnaza fácil a un país que no gusta de complicaciones ni de profundidades ni de excesivos esfuerzos intelectuales, precisamente.

Al final, la Ezpaña de Z y de Pepiño, la de la Champions League internacional, la de “¡Qué cachondos somos y qué bien nos lo pasamos y nos importa una mierda todo mientras haya buen rollito!”, ha tenido en el Chikilicuatre y su circo una nueva muestra de lo que queremos ser y dónde queremos estar. Y también un ejemplo más de que, depende de quién lo haga, se le perdona absolutamente todo. Hasta llamarnos gilipollas.

jueves, 22 de mayo de 2008

La Gran PPelea

La escena comienza siempre de idéntica manera: Esautomátix, el herrero de la aldea, hecha en cara a Ordenalfabétix, el vendedor de pescado, su mercancía “poco fresca”. El pescadero, animado por su señora, defiende a capa y pescado la frescura de su mercancía, importada desde Lutecia en carro de bueyes. Esautomátix le lanza un pescado a la cara para que compruebe su verdadero estado, Ordenalfabétix se agacha para esquivarlo y el pescado, fresco o no, va a estamparse contra el rostro del jefe, Esautomátix, que cae de su escudo de jefe galo y se estampa dolorosamente contra el suelo. A partir de ahí, todos los habitantes de la aldea entran en la gresca. ¿Todos? Sí, todos; mujeres, niños y ancianos incluidos. Y todos contra todos. Llueven los pescados, las fraguas, las tortas, los bastonazos, los lirazos y hasta los menhirazos. La pelea es monumental y cruenta, pero a las dos o tres viñetas se acaba y todos tan amigos, a zurrar a los romanos y a celebrar el final feliz de la aventura con un gran banquete, más unidos que nunca.

Esto pasa en las historias de Astérix, el galo. Pero en la aldea del PP todo es muy, muy diferente. La cosa empieza igual: una gran pelea provocada con la excusa de un pescado, fresco o no, o de unas elecciones, perdidas o no tanto; el Jefe se mantiene tambaleante en su escudo galo mientras llueven los pescados por doquier y sus dos portadores (recién elegidos) lo sostienen como buenamente pueden. Poco a poco van entrando todos y todas en la gresca: hasta el más anciano del lugar, Transicionix, contando batallitas y malmetiendo el bastón por donde puede. La pelea, que tenía que haber acabado hace ya unas viñetas, va a más y la cosa se complica: al que canta, desafinado o no, lo amordazan y atan a un árbol; al que cuestiona al Jefe, lo echan a los leones (del Congreso); al que se mueve más de lo necesario, le dan con el menhir en la cabeza y vuelve ipso facto a su sitio. El Jefe cada vez se tambalea más, pero nuevos fieles y abnegados portadores se colocan bajo el escudo para afianzar su frágil liderazgo.

Entra en escena Detritus Prisus infectando todo con el rastro verde de la cizaña mediática; y El Adivino, que ha obnubilado al Jefe con sus falsas premoniciones y sus consejos fraudulentos. Se van formando dos bandos, los buenos y los malos, los blandos y los duros, los leales y los traidores; y ahora, en lugar de luchar sanamente todos contra todos para luego reconciliarse todos con todos, lo hace un bando contra otro, una mitad contra la otra, acrecentando la división, cada vez más insalvable. Ni siquiera está el sabio druida para poner orden, ausente en sus quehaceres de druida; no hay, pues, poción mágica que devuelva el sentido común a la aldea. Tampoco están el astuto y valiente Astérix ni el bonachón de Obélix, pues salieron de la aldea en pos de aventuras.

Y mientras (y esto es lo peor) el enemigo, al que antes zurraban de lo lindo, se parte el pecho contemplando el espectáculo de este gran circo, sin preocuparse de que nadie frene –ni siquiera denuncie- sus desmanes, tropelías, desaceleraciones y demás desbarajustes.

Después de la gran pelea, sólo Tutatis sabe en qué estado quedará la aldea. Cuántos se mantendrán en pie, quiénes serán exiliados, si el Jefe permanecerá sobre su escudo y quién/quiénes lo sostendrán; y, sobre todo, si en la renovada etapa de la aldea seguirán zurrando a los romanos, a los piratas, a los vikingos y demás enemigos o, por el contrario, se aliarán con ellos para evitar esas luchas tan antipáticas que en el fondo no favorecen a nadie.

Sea como fuere, alea jacta est! (y esperamos, sinceramente, que no acabe en morituri te salutant!).

miércoles, 21 de mayo de 2008

El indiscutible prestigio internacional de Z

Aprovechando una nueva polémica del Gobierno Español con un país amigo, Italia, a raíz del control de la inmigración ilegal (xenófobos perdidos estos espaguetis, para nuestra bella Vice) os invito a vislumbrar una pequeña muestra del respeto que inspira allende nuestras fronteras nuestro amado Presidente del Gobierno, el líder de la champion league, el solitario de Bucarest, el iluminado Z, alias Mister Paz.

Se trata del programa dominical “Parla con Me”, de la cadena de televisión italiana RAI3, presentado por Serena Dandini, en el que el actor cómico Nero Marcoré ridiculiza a Z sin compasión, jugando con su gran parecido a Mr. Bean (en la forma y en el fondo). El programa se emitía los domingos, con gran éxito de audiencia y grandes dosis de cachondeo.

A modo de información, sólo señalar que este vídeo inspira uno de los capítulos más surrealistas, ridículos y divertidos de la novela Bienvenido, Mister Paz.

Y de regalo, otra muestra del indiscutible liderazgo mundial de nuestro campeón de la Champion League, en la pasada cumbre de la OTAN en Bucarest. Con las imágenes del solitario Z, los impagables comentarios de la Vice; un plus impresionante que da otra dimensión al archiconocido vídeo. Para llorar de risa... y de pena.

Aquí tenéis los enlaces: Mister Paz en Bucarest y Mister Paz en la RAI

martes, 20 de mayo de 2008

El diálogo y la extenuación


El presidente Rodríguez, alias Z, alias Mister Paz, ha asegurado que dialogará con el lehendakari Ibarretxe hasta "la extenuación". Y eso exactamente es lo que han hecho ambos insignes presidentes. A continuación, desvelamos los secretos inconfesados e inconfesables de la extenuante cita, la verdadera naturaleza de la conversación, que no es precisamente la que ha trascendido a los medios y a los ciudadanos. Afortunadamente.

—Buenos días, lehendakari de todos los vascos y todas las vascas. Bienvenido a mi humilde morada. La paz sea contigo.
—Egunon, presidente del Estado español... ¡Txoka esos bos, hombre! No me seas tan txikismikis.
—¡Pues ale!, choca tu también, boss, jefe, o lo que seas. Y no me seas chikilicuatre tú tampoco.
—Por sierto, la bandera ésta de las escaleras ¡a ver cuándo quitamos, eh!
—Sí, estamos a ver si la mandamos a la tintorería y se destiñe la raya roja de abajo. A morado, claro; así ya no te molesta.
—Pues no sé qué desirte, txabalote. Yo republicano, de esos pobres y susios, tampoco es que me vaya mucho, pues. A mí, la noblesa euskaldun, el RH negativo y eso. Ya sabes...
—Sí, claro. Oye, pues para no fastidiarte más con la bandera ésta, ¿entramos y dialogamos?
—Bai
—¿Ya te vas?
—No, que digo que sí. Bai es sí en euskera.
—¡Anda! Es que como estoy aprendiendo inglés para hacer amigos extranjeros, pues a veces me lío.
—Si hablarías euskera pues, no nesesitarías más idioma. La bellesa y noblesa del euskera es admirada en todo el mundo.
—Bueno, bueno, a lo que estamos. Hemos venido a dialogar, dialoguemos.
—Dialoguemos, pues. Me encanta dialogar. Sobre todo en euskera.
—A mí en cualquier idioma que me sepa. El diálogo es tan sublime. Es tan solidario. Es tan conciliador, tan hermanador...
—Bai. Es kojonudo, oye.
—¿Ya te va...? ¡Ah, no! Perdona. ¡Qué tontería! ¡Cómo te vas a ir si acabamos de empezar a dialogar! ¡Anda que no nos queda! Hasta llegar a la extenuación, por lo menos.
—Tienes rasón, matxote; yo disfrutar, estoy disfrutando más que un gudari jugando con goma dos.
—¡A esos también les gusta dialogar que no veas!
—¡Qué me vas a contar a mí! La de veses que nos hemos ido a recoger nueses juntos. No paran de dialogar. ¡Nos lo pasamos más bien...!
—Sí, son buenos chicos.
—Muy dialogantes.
—Y hablando de diálogo. ¿Tú has llegado ya a la extenuación?
—No, me queda un poquito.
—Yo tampoco. Es que no es fácil llegar ¿eh?
—Desde luego. El diálogo es lo que tiene, que no extenúa con fasilidad.
—Pero está siendo un buen diálogo éste ¿verdaz?
—¡De los mejores, oye!
—¡Aaaaaaahh!
—¿Qué te pasa pues?
—¡Que estoy llegando ya la extenuación... aaahhh!
—¡Ya te vale! ¿Tan pronto, tú? ¡Con lo bien que estábamos dialogando!
—¡Aaaaahh... aaaahhh... aaaaahh! Ya está. ¡Buf, vaya extenuación! Ha sido de las buenas.
—Te habrás quedado a gusto ¿no?
—¡Y tanto! ¿Pero tú no has llegado a la extenuación?
—No, he tenido gatillaso pues. Pero he disfrutado la órdiga con el diálogo. Has estado fantástico, presidente.
—Escarri casco, lehendakari. Yo también he disfrutado la ortiga.
—Bueno, pues hasta el próximo diálogo pues. Agur.
—Agur, agur. Y adiós también. ¡Paz infinita!
—¡Paz y diálogo!
—Eso, sobre todo diálogo. ¡Y mucha extenuación!

viernes, 16 de mayo de 2008

¡Has muerto por ser español!

Este grito de un ciudadano anónimo en el funeral por el último asesinado por ETA, resume 30 años de terrorismo en España. Es el epitafio contundente, real y trágico que podría estar, escrito con sangre, en las mil tumbas de los mil muertos a manos de la cobardía etarra. El resto de palabras sobra. Las explicaciones, las justificaciones, las excusas, las condenas huecas, todo sobra. “¡Has muerto por ser español!”. En esta frase sobrecogedoramente nítida está la esencia de la lucha de miles de valientes, voluntarios o no, que sacrifican sus vidas y las de sus familias simplemente por el hecho de ser españoles en España. Sin ninguna otra razón. Lo cuentas y no te lo crees. Y mientras, el moderado y demócrata PNV, el partido de todos los vascos y vascas, la cara amable y pacífica del nacionalismo, niega la más mínima protección, las más básicas medidas de seguridad a aquellos que se juegan cada día su vida (y la de sus familias) por protegernos a todos, peneuvistas incluidos. Eso sí, luego están en primera fila, condenando compungidos, con la mano derecha en el pecho, aquello que podían haber evitado sólo con quererlo. Mientras con la mano izquierda subvencionan a los asesinos a través de ayuntamientos, aeneuves, asociaciones, ikastolas y demás entramados. Y luego las víctimas son las malas.

“¡Has muerto por ser español!” Nunca un grito anónimo tuvo tantísima razón.

martes, 13 de mayo de 2008

Carta a María San Gil

Viviste el asesinato cobarde de tu jefe y amigo en directo, a tan sólo unos centímetros de distancia; guiada por tu coraje, saliste en (inútil) persecución del asesino, que huía cobardemente por las callejuelas de la parte vieja; y años después, te enfrentaste a la mirada del asesino con la misma valentía y firmeza con la que viviste aquel asesinato cobarde y con la vives cada día desde entonces. Es lo que distingue a los valientes, su firmeza y determinación frente a la cobardía.

Durante todo este tiempo, María, has sido un ejemplo de superación y sacrificio permanentes; un referente moral, humano y político; un modelo de cercanía, de claridad de ideas, de fidelidad a tus principios y a tus valores, ¡incluso de simpatía! (eso que tanto se reclama ahora desde tus filas y que tú has ejercido sin necesidad de renunciar a ti misma); has sido la cara amable y sincera, el lenguaje directo y transparente, la sencillez en persona (y en política, que es más meritorio).

Has sido la gran luchadora por la libertad, junto a las demás y los demás valientes que viven cada minuto como auténticos héroes y verdaderos condenados (al silencio, al desprecio, a muerte). Algo que hay que padecer día a día para entender de qué pasta estáis hechos; y para entender también de qué pasta están hechos, no ya los asesinos (que no engañan a nadie), sino quienes los apoyan, quienes los justifican, quienes los utilizan; quienes se ponen o se quitan la máscara según la conveniencia del momento, pero cuyo rostro es siempre, ha sido siempre, el mismo rostro hipócrita, falso e inmoral desde los tiempos de Lizarra. Esos mismos que os han apuñalado, a ti y a los tuyos, tantas y tantas veces; que os han despreciado, que os han insultado, que os han escupido –incluso muertos- tantas y tantas veces. Por eso, María, estoy contigo. Has vuelto a tomar una decisión valiente, sincera y honesta, como no podía ser de otra manera siendo tú. Una decisión generosa y sacrificada, como tu propia vida; y leal, aunque haya quien diga lo contrario, leal a tus ideas, a tu gente y a tu partido. Por eso, María, gracias. Y créeme, esta vez, tu voz va a tener eco. Porque la voz de los valientes siempre resuena en los corazones honestos.

jueves, 8 de mayo de 2008

Bienvenido Mister Paz, el libro


Ya está a la venta la novela "Bienvenido, Mister Paz. Una crónica mordaz sobre la salvación de la Humanidaz", de Pepe Alvarez de las Asturias. Una sátira hilarante y disparatada, rebosante de ácida ironía, que mezcla hábilmente la realidad y la ficción, sucesos verídicos aunque parezcan increíbles y situaciones surrealistas que podrían ser verdad; y todo salpicado de frases, comentarios y discursos auténticos, absolutamente ciertos (por desgracia), que han sido transcritos literalmente, tal como salieron de labios de los personajes reales en los que se basa la historia.

El iluminado Z, una especie de nuevo mesías laico, ingenuo, simplón y eternamente sonriente, ha venido al mundo para cumplir una misión: conseguir la Paz Universal por medio de la Alianza de las Civilizaciones. Junto a su camarada P, un político manipulador y ambicioso, siempre malencarado, y su amigo Tino, un diplomático pacifista de vocación y débil de carácter, inician una gira mundial para transmitir su mensaje de paz, hermandaz y solidaridaz entre los pueblos a todos los rincones del planeta; y de paso, alcanzar el Premio Nobel de la Paz.

Los tres camaradas vivirán increíbles aventuras, que les llevarán por los más insospechados derroteros: se infiltrarán en la intifada, se enfrentarán a enfurecidos melómanos alemanes y a populistas gorilas latinos, vivirán amores fugaces, liberarán pueblos oprimidos, serán perseguidos por los indios, sufrirán las amenazas de ecologistas mafiosos, se hundirán en procelosas aguas y emularán a los grandes luchadores por la paz, de Gandhi a Yoko Ono.

La puedes encontrar en www.libreríacastellana45.com, en www.dialogolibros.com o en pepealvarezab@terra.es



¡La catarsis!

Interesante palabro, en verdad. Suena bien, suena potente, épico, trágico, místico... ¡LA CATARSIS! Y así, en mayúsculas y entre exclamaciones, suena incluso catastrófico, devastador, APOCALÍPTICO. En fin, que acojona. Pero no, señores. No debe causar temor. La catarsis es buena, de verdad, es buena; y, en ocasiones, absolutamente necesaria. En efecto, si vamos al Diccionario de la RAE y nos asomamos a la definición de “catarsis”, descubrimos varias acepciones, a cual más reveladora:

«1. Para los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.
2. Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones.
3. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.
4. P. ext., eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso.»

Interesante ¿verdad? Vamos a quedarnos con ésta última: “eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso”. Ahora, tómese un partido político cualquiera; el PP por ejemplo. Veamos, que levante la mano quien crea que está sumido en un estado de conciencia que raya —e incluso traspasa— la perturbación media: «¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!»... Bien. Ahora, que levante la mano quien crea que sus dirigentes sufren una cada vez mayor perturbación del equilibrio nervioso: «¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! »... Vale. Y por último, que levante la mano quien crea que todas estas perturbaciones están siniestramente provocadas por ciertos recuerdos, vamos a decir, trágicos (tipo derrotas electorales varias): «¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!»... Perfecto. Entonces, todos aquéllos que han levantado la mano estarán también de acuerdo en que hay que acabar con esas perturbaciones o impurezas o sustancias nocivas o como queramos llamarlas. Es decir, purificarlas. Es decir, eliminarlas. Cambiarlas, renovarlas, trocarlas... como queramos llamarlo. Es decir, poner el cargo a disposición o empezar de cero o convocar primarias o tomar decisiones valientes o revolucionar el partido de arriba abajo. Es decir, PROVOCAR UNA CATARSIS. Es lo único que puede purificar tanta perturbación. Para bien. Así que, ¡ahora que levante la mano el que vote por la catarsis!...