lunes, 30 de noviembre de 2009

Calentólogos, calentólogas y otros parásitos del cambio fanático

Por aclarar: con calentólogos y calentólogas no pretendo hacer referencia a los impulsores o impulsoras del onanismo infantil-juvenil, manual o digital, que tanto interés suscita entre nuestros progresistas del sexo; ni me refiero, claro, a los receptores o receptoras de dichos mensajes, tan sensibles a tal calentura; ni tampoco a un servidor, caliente y convaleciente en cama con 39ºC de media febril, que aún no sé si es Gripe A, Fiebre Z o simple pirexia, sin más.

No, estos calentólogos y calentólogas, estos profetas del cambio fanático, jinetes del apocalipsis now and forever, eminencias del calentamiento global antropogénico, que viven de la presunta fundición de los polos, son los preeminentes científicos del lobby ecoalarmista que acaban de pillar con el carrito del helado, aún sin derretir y de todos los sabores: manipulación de datos, destrucción de pruebas, mordaza a las revistas científicas, conspiraciones contra los científicos escépticos, ocultamiento del "Período Cálido Medieval", informes falsos para ocultar la bajada de las temperaturas, alegría por la muerte de un escéptico y, como Copa Helada especial de la casa, dudas sobre sus propias teorías que, comprensiblemente, no comparten con el resto de los mortales. ¿El objetivo? Nítido como el hielo al derretirse: la pasta. Y bien gansa: millones en subvenciones gubernamentales, donaciones de estrellas concienciadas (3.000 millones de dólares donó Richard Branson, el de los aviones emisores de CO2), conferencias, películas, estudios, informes y un largo etcétera que, obviamente, los ´otros´ científicos —los parias, los traidores, los aguafiestas, los escépticos— no reciben… ni siquiera sueñan. «Miles de millones de dólares a fondo perdido fluyen a los bolsillos de aquellos que defienden el catastrofismo climático. Si niegas la acción del hombre en el clima: adiós al dinero (…) Cuando el dinero se convierte en la principal motivación para llegar a una conclusión científica, tenemos un problema» (James Spann, Sociedad Americana de Meteorología).

Yo, que soy uno de esos escépticos desde el principio de la ecofashion apocalíptica ésta de la calentura antropogénica, especialmente desde que leí el muy didáctico libro de Jorge Alcalde Las mentiras del cambio climático (Libros Libres), no puedo por menos que agradecer infinitamente al hacker o al ´traidor´ o a quien sea que haya desvelado los muy reveladores emails de los científicos de la Unidad de la Investigación del Clima y de la cúpula del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (¡de la ONU, tú! ¿Pero éstos no eran los buenos?) y ha desenmascarado a toda la panda de ecomafiosos, con su Premio Nobel y estrella de los documentales a la cabeza, que llevan años mintiendo, manipulando, utilizando y robando a millones de personas en todo el mundo, con total impunidad, e incluso con el aplauso de los líderes comunidad internacional, Ohbama! y Mister Paz a la cabeza. Y, de paso, condenando a la ardiente hoguera a todo científico, por mucho prestigio que lo avale, que ose siquiera dudar de que el mundo se acaba irremediablemente mañana si no utilizamos bombillas ecológicas y ponemos molinillos de viento en nuestras azoteas. Y aquí está lo más grave, porque durante todos estos años, los científicos defensores del calentamiento global han negado a los científicos escépticos la más pura esencia de su trabajo, el espíritu mismo de la ciencia: la duda. Dudo, luego pienso. Lo demás es fanatismo, fundamentalismo, irracionalidad. Sin debate no es posible el avance, sin el contraste de los puntos de vista y los datos no hay progreso posible. Y en este asunto del calentamiento global o el cambio climático —según haga más o menos calor— hay dudas como para llenar los dos polos antes de que se derritan.

Yo, como tantos otros ecoescépticos (o radicales negacionistas que dirán los otros) defiendo mi derecho a dudar. A dudar de que el planeta se esté calentando, por tierra, mar y aire; de que, en caso de que se esté calentando, no sea tan grave la cosa; de que, pudiendo ser grave, no sea absolutamente catastrófico (no es lo mismo que se derrita un helado a que se derritan los polos y se inunde el mundo entero); a dudar de que esté provocado por la acción del hombre o por la propia naturaleza; de que no tenga solución inmediata o de que sea totalmente irremediable; de que sí tenga remedio, pero que éste no sea Kioto y esas inversiones muchimillonarias (de 150.000 a 350.000 millones de dólares ¡al año!) que dudo que consigan algo y, en cambio, sí estoy seguro de que ayudarían a más de un país africano a salir de su infierno; dudo incluso de que, si va a subir la temperatura media del planeta 3 ó 4 grados, el efecto sea más beneficioso que catastrófico, o sea, que salve más vidas de las que destruya, aunque algunos esquiemos menos; y aún admitiendo que todo pueda ser cierto, en caso de que alguien lo pudiera constatar realmente —cosa que también dudo— de lo que más dudo es de que sea el propio ser humano quien lo pueda remediar. Porque no es lo mismo el calentamiento climático que el calentamiento climático catastrófico provocado por el hombre y susceptible de ser solventado por el hombre.

En cambio, de lo que no dudo, es de que en condiciones extremas de calentamiento y humedad (o sea, mucho calor, mucha inundación, mucho tifón y demás) la proliferación de parásitos es absolutamente ilimitada. En todos los países y en todos los hábitat, desde universidades y centros de investigación a macroconciertos o mansiones de millonarios concienciados, desde los ministerios de medio ambiente a las campañas ecotramposas, tipo bolsa-caca.

La noticia, que ha tenido enorme resonancia en otros países más serios que el nuestro, aquí ha pasado bastante desapercibida. Normal, mira que coincidir justo con lo de los piratas, las escuchas de Rubalcaba y la Champions, y encima cuando Mister Paz nos vende la salida inminente y gloriosa de la crisis a base de economías sostenibles, bajo el ala del millonario Al Gore (otro Nobel de la Paz, manda huevos) y su nuevo libro "Our Choice", donde se decanta ahora por el gran timo de la biodiversidad y las energías renovables; coincidiendo, por cierto, con un estudio de la NASA en el que rebaja al 43% el impacto del CO2 sobre el calentamiento global… y que el propio Gore admitide como cierto, aunque lo contrario fuera el argumento principal de su famoso e incómodo documental (¿ven? Si hubiera dudado más, a lo mejor nos habríamos ahorrado el documental, el Oscar, el Nobel, las conferencias a 200.000 € y hasta al pesado de Al).

En fin. Les invito a profundizar en este revelador artículo de LD; no tiene desperdicio. Y, sobre todo, les recomiendo la lectura del libro de Jorge Alcalde, director de la revista científica QUO, y experto en dudar sobre el calentamiento, las calenturas, los calentadores antropogénicos y, especialmente, los calentólogos y las calentólogas.

«Sólo mediante la discusión, mediante el intercambio, incluso furioso, de opiniones y datos, mediante la confrontación, la prueba y la equivocación puede avanzar el conocimiento científico.» (Jorge Alcalde. ´Las mentiras del cambio climático´).

martes, 24 de noviembre de 2009

Soy de derechas

Hoy, el texto de este blog no lo escribe un servidor, sino un buen amigo de un servidor: Óscar Molina. Gran persona, magnífico escritor, coherente con sus ideas, valiente con sus valores, sobrado de sentido común (aunque eso nunca sobra) y además, añorado compañero en la tertulia de Los Últimos de Filipinas de Radio Intereconomía. Y es que, el otro día, con ocasión del aniversario del derribo del Muro, Óscar Molina escribió un artículo importante, tan rebosante de sabiduría como vacío de complejos, de esos que te reafirman en lo que crees, o en lo que antes creías que creías pero no acertabas a expresar, y que ahora vas a adoptar palabra por palabra, idea por idea, ladrillo por ladrillo. Gracias Óscar.


SOY DE DERECHAS
Publicado el 14.11.09 en Vistazo a la Prensa

«Hace veinte años, un sistema político, ideológico y económico quedaba enterrado bajo los cascotes del mismo muro que tuvo que edificar para garantizar su existencia. Posiblemente la mayor estafa de la Historia, el socialismo, recibía con estrépito el aluvión de pedradas físicas y morales de un montón de seres humanos que desmentían de una sola vez que el Paraíso pudiese edificarse a partir del Materialismo Histórico.

Dos decenios después, algunas cosas siguen vivas. La facilidad de la izquierda para reinventarse ha sido pasmosa, y la capacidad de sus profesionales de la Política para montarse en extraños trenes que les permitan seguir viviendo de ella, propia de supervivientes. La lucha de clases, la dictadura del proletariado, y los planes quinquenales ya no valen como arengas de barricada, otros mantras toman el relevo. Pero a fin de cuentas, la supremacía del Estado sobre el individuo, la reducción de la persona a miembro de una colectividad, el afán de igualarnos en lo moral e ideológico, la obsesión por la uniformización, la querencia por educar al ciudadano desde las instancias públicas, la cosificación de la persona…siguen de pie.

Yo no creo en nada de eso, sino en todo lo contrario. Por eso soy de derechas.

Yo soy de derechas, pero no sólo porque no creo en ninguno de los ladrillos de aquel muro, sino porque además me adhiero con entusiasmo a los que erigen el edificio de la sociedad abierta.

Yo creo en la Libertad y sobre todo, creo en las personas.

Creo que las personas son los únicos titulares de derechos. No creo que existan los derechos de la nación, de la patria, de la colectividad, ni de ninguna clase social. Yo creo en los derechos de las personas, que no pueden ni deben decaer ante entelequias que unas veces son mitos, y otras forzadas obras de ingeniería social. Por eso soy de derechas.

Creo en la Libertad, no en la Igualdad. La Igualdad no existe, es extraña al Mundo en el que vivimos a todos los niveles, desde el atómico al animal pasando por el celular. Creo en la capacidad del ser humano para mejorar su posición, para buscar su propio camino, explorarlo, recorrerlo, llegar a la meta y hacer de la vida una experiencia apasionante. No creo que el Estado pueda proporcionar todo lo que sólo se puede llegar a apreciar cuando se ha conseguido desde el ejercicio del albedrío y la superación personal. Por eso soy de derechas.

Creo en el mérito, no en las ficciones. Lo que no existe no puede fabricarse con sólo mencionarlo, ni ninguna Ley podrá jamás crear raseros imposibles. Las cosas no aparecen con sólo nombrarlas, y la palabra “aprobado” significa lo que significa. Que califiquemos a alguien de “apto” jamás le convertirá en ello si no lo es. Yo creo que las palabras designan conceptos, no que los conceptos puedan retorcerse para encajarse en las palabras. Por eso soy de derechas.

Quiero reír, pero sé que alguna vez me tocará llorar. No quiero que ningún ente sea el encargado de proporcionarme momentos de risa que jamás tendrán la gracia de las fiestas que yo organice; ni deseo que nadie esté pendiente de que no me caiga y evitar mi llanto. Quiero hacerme feliz, y jugarme no llegar a serlo, poner mi vida en el envite, y ganar o perder; ejercer mi Libertad asumiendo las consecuencias de equivocarme. Quiero ser adulto. Por eso soy de derechas.

No creo que haya altar en el que pueda sacrificarse al hombre, ni su condición de ser único, original e irrepetible. No hay una sola vida inútil, ni es ético subordinarla, inmolarla, ni tirarla por la ventana a cambio de su inclusión en una maquinaria que pretendidamente persigue el bien común. Para mí los seres humanos no son tuercas, son máquinas en sí mismos. Por eso soy de derechas.

Yo no creo que nadie pueda arrogarse el derecho de decidir en qué principios han de educarse mis hijos. Creo que soy yo quien tiene la responsabilidad de procurar que tengan una moral y quien les muestre que efectivamente, existen muchas formas de ver las cosas. Pero sin prejuicios, etiquetas ni maniqueísmo, porque si tolero que se eduque a mis hijos, sé que mañana será inevitable que quien les educó le diga cómo han de pensar. Por eso soy de derechas.

Yo no creo en la Política, yo creo en la sociedad, y por eso soy de derechas. No me parece que los que administran el dinero que gano trabajando puedan decidir con esa soltura sobre mi hacienda, mi salud y mi existencia. No tolero que me impongan estilos de vida, que me obliguen a aceptar que ellos saben lo que es bueno para mí, ni que estén en una posición de superioridad. Ellos son mis servidores, eligieron esa profesión como yo elegí la mía. Yo les pago, y su único trabajo es poner las condiciones para que yo, en el ejercicio de mi libertad, tenga la oportunidad de buscar mi propia felicidad.

Porque yo no creo que el Estado deba controlar a las personas, yo creo que las personas deben controlar al Estado. Por eso soy de derechas.

Por todas estas cosas, y tantas otras, cayó aquel muro. Unos tratan de taparlo, otros no quieren recordarlo.»

jueves, 19 de noviembre de 2009

La Roja en Bermeo.

Lo primero, es de ley, felicitar a los pescadores y a sus familiares (¡qué mujeres!) porque han salido sanos y salvos del entuerto somalí. Zorionak!

Es lo único que ha salido bien de toda esta alakranada de despropósitos, ignorancias, improvisaciones, mareos legales, pifias, incongruencias, mentiras, bajadas de pantalón y cagadas (con perdón) en la mar salada que ha resultado ser el rescate (¿rescate?) del atunero vasco que llaman el Alakrana, en todo el mar conocido, del uno al otro confín. Pagar el chantaje, y además con intereses (parece ser el más generoso hasta la fecha), no es un buen resultado (y si el pago lo ha realizado el Gobierno es, además, asunto muy grave). Ya se avisó que después de lo del Playa de Bakio iban a venir más piratas a por el chollo hispano; tal vez por eso el Alakrana no faenara bajo pabellón español, para disimular, pero los piratas son astutos y saben que un barco español es español aunque vaya de euskaldún por la vida y por la mar. Y si es español, paga; y además, eso también lo saben, no mata, que los militares españoles tienen prohibido disparar a matar, aquí, en Afganistán y en la Conchinchina, que luego pasa lo que pasa y a Mister Paz le entra el cargo de conciencia y le vuelven a atormentar las pesadillas de cuando vio morir a la madre de Bambi, trauma que nunca ha superado aunque haya visto la película quinientas veces (según palabras del propio, que uno no se inventaría cosa tan exagerada y tan tonta).
El caso es que no se puede ir por esta vida llena de peligros y gente malota con la sangre de un teletubbie, porque luego pasa lo que pasa. Y lo que pasa es que los piratas se piran con casi tres millones de euros, para sus cosas y sus compras, y los pesqueros españoles se convierten en los favoritos para recibir collejas por todos lados, como Pepiño en el cole (¡pero si hasta intentaron atracar el Alakrana otra vez sólo diez minutos después de largarse los amigos del pirata Willy con el botín!).

¿Y hay solución?, se preguntarán ustedes. Pues sí, la hay. Y no es colocar a cuatro matones de discoteca en cada barco, en plan Chuck Norris, porque Chuck Norris sólo hay uno y ha entrenado muchas horas para ser Chuck Norris y soltar leches como las que suelta Chuck Norris. No. La cosa no va por la violencia, va por el… ¡talante! Viendo el fracaso que ha supuesto la Operación Atalanta, yo propongo aquí y ahora, con toda modestia pero con absoluta contundencia, la creación de un nuevo operativo urgente: ¡LA OPERACIÓN ATALANTE!
¿Y en qué consiste la Operación Atalante? Pues muy sencillo, consiste sencillamente en jugarse al fútbol el rescate del próximo secuestro atunero. En partido amistoso, por supuesto. Solución pacífica al conflicto donde las haya.

La cosa sería así: aprovechando que ahora la Roja, o sea, la Selección Española puede jugar otra vez en territorio euskaldún después de cuarenta años, por obra y gracia de Patxi, Basagoiti y Rosa, pues lo que haríamos sería organizar un partido amistoso entre la Roja y la selección de Somalia (que según Moratinos tiene Estado, o sea, que también tiene selección de fútbol). El equipo vencedor se llevaría la Copa Atalante y un premio en metálico (billetes sin marcar) de 2,7 millones de euros. Por supuesto, el Ministro de Deportes español y a la sazón seleccionador nacional de la Roja, Mister Paz (o sea, el Míster), aleccionaría a sus muchachos para dejarse ganar por humillante goleada. Y ante posibles imprevistos, como goles en propia meta de los somalíes, penalties involuntarios, hachazos a la argentina, ametrallamientos, etc., las delegadas de la FEA (Federación Española de Atalante), doña María Teresa y doña Carma, bajo la supervisión del delgado de Justicia, podrían adaptar las reglas del juego en función de las circunstancias y/o las conveniencias de cada momento y/o situación.

Por supuesto, el encuentro se jugaría en la villa marinera de Bermeo, en honor de los últimos arrantzales valientemente rescatados. Antes del encuentro, en la bella Plaza de Sabino Arana, presidida por la ikurriña, la bandera somalí y el cartelito de ‘euskal presoak etxera’ en la balconada del Ayuntamiento, el dantzari más virtuoso del lugar deleitaría con un aurresku de bienvenida a la delegación del gobierno somalí (o del señor de la guerra de turno ese día) y a la del gobierno del Estado (Mister Paz, Moratinos), en presencia del alcalde de la villa, el muy jeltzale don Xabier Legarreta, y del entusiasta pueblo bermeotarra.
Una vez finalizado el acto de bienvenida, y tras tomar unos zuritos en el batzoki, para ambientar, las delegaciones, el alcalde y el pueblo bermeotarra se desplazarían al estadio Itxas Gane, campo del Bermeo Futbol Taldea, donde ya estarían calentando los jugadores de ambas selecciones. El trío arbitral estaría formado por el hombre de paz Otegui, franqueado por el gudari Goikoetxea, felizmente curado del pie por un podólogo francés, y por el gudari De Juana Chaos, felizmente recuperado de su depresión post mortem (de 25 inocentes). El pirata Willy efectuaría el saque de honor, bajo la atenta mirada de su abogado, que observaría en respetuoso silencio, por si acaso. En el palco de honor, la delegación somalí y su pequeño ejército de escoltas, formado por 63 hombres armados con AK-47 y puestos de khat hasta las cejas. En el graderío, la delegación del Estado Español, el alcalde de Bermeo portando su pancarta de presoak etxera, el entusiasta pueblo bermeotarra, los dos mil soldados somalíes entrenados por el ejército español para luchar contra los piratas, los familiares de los pesqueros secuestrados, los armadores y sus señoras, un grupo de animosos vecinos de la vecina villa de Bakio y un par de surfers australianos vecinos de la vecina villa de Mundaka. Retransmitiendo el encuentro, Joseba Elosúa, dueño del bar Faisán, a la cámara; y el Ministro de Escuchas y Asuntos Oscuros, Pérez Rubalcaba, al micrófono. El partido, por supuesto, finalizaría con un resultado favorable para todos: 27-0. La delegación somalí recogería su Copa Atalante y su premio en metálico de 2,7 millones de euros (billetes sin marcar); el Míster estaría orgulloso de sus muchachos por haber cumplido con su deber con pacífica vocación; los piratas estarían orgullosos por haber cumplido su misión humanitaria; las familias de los marineros estarían felices por el feliz desenlace; los armadores, contentísimos de haber recuperado gratis total el carísmo atunero; y el abogado del pirata Willy no diría ni sí ni no ni todo lo contrario, pero se le notaría una cierta satisfacción en el rostro.
A continuación, se desplazarían todos al Restaurante Jokin, que tiene unas espléndidas vistas al puerto y al cabo Matxitxako (y además está muy cerquita del Banco Guipuzcoano, por si hubiera que sacar más metálico), donde degustarían un espléndido marmitako regado con vinos de la tierra y amenizado por el Orfeón Bermeano, que le da mil vueltas al Donostiarra. La cuenta correría a cuenta del Estado Español, faltaría más, que intentaría recuperar parte del gasto en el Casino del pueblo, jugando al mus contra la delegación somalí. Pero la pareja contraria les pillaría todas las señas y perderían, además del dinero del premio, unos miles de euros más.
Y así, hasta el siguiente pesquero secuestrado y la consiguiente Operación Atalante.

Y luego dicen que el pescado es caro.


jueves, 12 de noviembre de 2009

El Muro de la República Democrática de Ezpaña


Al contrario de lo que parece ser la tónica general en estos casos, yo no recuerdo dónde estaba cuando "cayó" el Muro de Berlín. Y entrecomillo "cayó" porque el muro no cayó, sino que fue derribado, que es muy distinto; o derrumbado, que es más exacto. Y los protagonistas de aquel histórico derrumbamiento no fueron Bush padre, Kohl y Gorbachov, actores secundarios a quienes les pilló la historia en ese momento concreto, sino Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que lideraron Occidente durante los años precedentes y fueron quienes definieron las férreas reglas que marcaron el fin del régimen comunista, muro incluido; reglas que se resumían en dos palabras hoy en desuso: convicción y decisión; convicción moral y decisión política. Simplemente. Y por encima de ellos, el actor principal, la estrella de la película: el papa polaco Karol Wojtyla y su «no tengáis miedo», que aportó la palabra ´dignidad´ al guión. Todos ellos, junto con el pueblo alemán y el pueblo polaco de Walesa y luego el checoslovaco y el rumano (ambos unos días después del derrumbamiento del muro) quienes iniciaron la destrucción definitiva del régimen más cruel e inhumano que ha visto la historia, con cien millones de asesinatos a sus espaldas y décadas de sufrimiento y tortura en los paraísos democráticos de Europa, Asia y El Caribe.

No. Yo no recuerdo por dónde andaba aquel jueves 9 de noviembre de 1989. No tenía, al parecer, inquietudes políticas con 24 años y lo más cerca que debí estar del muro ese día fue probablemente copeando en Berlín Cabaret o pinchando algo de Pink Floyd en el Café Barceló, donde trabajaba los jueves por la noche. Si hubiera estado más atento al mundo que a mi mundo, habría sabido que muy poco antes, en febrero, Gorbachov se rindió a otra evidencia y retiró sus tropas de Afganistán, donde, por cierto, aún las mantiene Ohbama!; o que el Dalai Lama fue galardonado ese mes de octubre con el premio Nobel de la Paz, como Ohbama!, sólo que en su caso ganado a pulso por su lucha inmarcesible contra la Gran Muralla China; país comunista, por cierto, que unos meses antes dio nítido ejemplo de sus eficaces métodos de dispersión en la plaza de Tiananmenn, donde fueron aniquilados varios centenares de inocentes. Y en España, la muy republicana y demócrata Pasionaria, alias Dolores Ibárruri, murió tan sólo tres días después que el muro de la República Democrática Alemana, no se sabe si del disgusto, por pura fidelidad al comunismo hasta la muerte o por una simple jugarreta del destino. El caso es que su utópico «No pasarán» (que en verdad era copyright de Petain), fue una brutal realidad que atenazó durante 18 años a miles de berlineses y, por extensión, a millones de ciudadanos en toda Europa y parte del extranjero.

El fan de la Pasionaria, nuestro también muy republicano y demócrata Mister Paz, ha tenido la ocurrencia de comparar la caída (o derrumbe) del muro y del sádico régimen comunista con la caída de nuestro muro patrio, aunque éste murió en la cama: «Nosotros también habíamos tenido una caída reciente del muro, del muro propio, que durante 40 años tuvimos en España. Fue un muro pesado, una losa muy dura para nuestra historia y por tanto sabíamos lo que significaba la libertad, lo teníamos muy vivo en la carne, en nuestra experiencia». No voy a ser yo quien defienda el régimen franquista que, en efecto, fue una dictadura; lo va a hacer en mi lugar Aleksandr Solzhenitsyn, premio Nobel de Literatura, víctima y cronista del terror soviético, que conoció en su propia carne (literalmente) y en la de muchos otros el despiadado concepto de ´vida´ y ´libertad´ de la democracia comunista y sus diferencias con la dictadura franquista. Supongo que nuestro insigne luchador antifranquista y hoy presidente de esta Ezpaña nuestra no ha llegado a leer "Archipiélago Gulag" o "Un día en la vida de Iván Denisovich", pero creo que unos extractos de la entrevista que Solzhenitsyn concedió a TVE hace 33 años serán lo suficientemente ilustrativos para su frágil memoria histórica:

«¿Saben ustedes lo que es una dictadura? (…) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro país. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población (…) Los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero (…) En nuestro país estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (…) más de una docena, he podido ver en los kioscos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verían inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (…) También he observado que en España uno puede utilizar libremente las fotocopiadoras (…) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así en nuestro país. En su país (dentro de ciertos límites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora.(…) Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos.»

Pues eso, que hay muros y muros. Por ejemplo, el muro que está levantando, ladrillo a ladrillo, el amigo Mister Paz: una inmensa muralla de odio, rencor fraticida, ajuste de cuentas, exclusión, cordón sanitario, memoria sesgada y animadversión entre españoles (otra vez), dividiendo la sociedad entre ´buenos´ y ´malos´, entre ´dignos´ e ´indignos´, entre ´progresistas´ y ´cavernícolas´, entre ´demócratas´ y ´fascistas´. Han recogido los escombros del Antifaschistischer Schutzwall de la República Democrática de Alemania y han levantado el Muro de Protección Antifascista en la República Democrática de Ezpaña, con la misma desincronización histórica y el mismo gusto por el eufemismo y la mentira. Alguien dijo que la diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la democracia la oposición trata de derribar al gobierno, mientras que en la dictadura es el gobierno quien trata de destruir a la oposición. ¿Les suena? Si a eso añadimos la siniestra utilización de la policía, la fiscalía y la judicatura a conveniencia, ¿les suena más?

Lástima no tener aquí un Wojtyla a mano. O un Reagan. O una Thatcher.
...

jueves, 5 de noviembre de 2009

Atraco a las 3, a las 4, a las 5, a las 6...


La escena tiene lugar en el palacio de Graco Ojoalvirus, el poderoso gobernador romano de Condate (hoy Rennes), que es interrumpido en su orgía mañanera por la llegada de su fiel y eficiente recaudador, Cayo Eucaliptus, quien le muestra el gran saco rebosante de monedas de oro procedentes de «los impuestos, de las multas, del estacionamiento controlado, del peaje, de las vías romanas y del "plus" por tener derecho a escuchar los pregoneros públicos». El grasiento gobernador reparte el botín: un puñado rebosante para Cayo Eucaliptus, el resto del saco para su cofre particular y tres solitarias monedas para Roma. Ante tan descarado reparto, el recaudador le pregunta al Gobernador: «¿No crees que exageras un poco? Roma acabará por extrañarse de recibir tan pocos impuestos de tu provincia». A lo que el Gobernador Ojoalvirus responde, absolutamente iracundo: «¡Me han nombrado por un año! ¡Dispongo de un año para hacerme rico! ¡Antes de que Roma reaccione ya estaré lejos! ¡Lejos y forrado! —y añade, con voz meliflua y ensoñadora mirada—: Mi vida será un largo y continuado banquete». Lo que no nos aclara el gran genio Goscinny es si el largo y continuado banquete lo celebrará Graco Ojoalvirus en El Bulli, como la orgía culinaria de tortilla deconstruida, té esferificado y nitrógeno líquido con pasas que se zampó el otro día el paradójico sindicalista capitalista Patxi San Juan, digo yo que por respeto a su cargo, que todo un Secretario de Innovación e Industria de la Comisión Ejecutiva Federal de la Unión General de Trabajadores no va a tomarse unos sencillotes huevos estrellados, así, sin innovar ni deconstruir ni nada.
El caso es que, una vez más, la fuente inagotable de irónica sabiduría que son los
Asterix de Uderzo y Goscinny, da en el clavo. Y nos resume en una viñeta antológica (ver "Asterix en Helvecia") la idea que tienen nuestros políticos de lo que antes se consideraba un "servicio al ciudadano" y hoy es un "ser-vicio a uno mismo y familia" o, en el mejor de los casos, un "ser-vicio al Partido, S.L.", madre protectora y padre benefactor (el que da la paga). Y eso que Ojoalvirus fue nombrado por un año; nuestros hombres públicos, por ¡cuatro! O sea, atraco a las cuatro.

Y hablando de cuatreros, yo me pregunto ¿cuántos de todos estos políticos y sindipolíticos profesionales de la mamandurria podrían ganarse honradamente la vida fuera de la política, o sea, en lo que llamamos la "vida civil"? ¿Cuántos han estudiado una carrera acorde con las funciones que ejercen y los millopresupuestos que manejan? ¿Cuántos, siquiera, han estudiado una carrera? ¿O una FP? ¿O un CCC? Y al ir a responderme, me viene a la cabeza otra reflexión, y es que en política tienen que estar necesariamente los menos capacitados del pueblo, porque los capacitados están trabajando en sus cosas, generando riqueza en sus granjas, en sus comercios, en sus campos… En cambio, los políticos de profesión ya debían destacar en el cole por sus dotes manipuladoras de profes y por su demagogia inapelable a la hora de defender, justificar e incluso enaltecer sus malas notas. Y luego en la Universidad, donde seguían sin dar palo al agua, haciendo carrera de mitin en mitin y de kedada en kedada hasta que conseguían licenciarse en políticas (independientemente de la carrera en la que estuvieran matriculados): o sea, ser adoptados por un partido o sindicato que los amasara y amamantara por el resto de sus días. Pero como el resto de sus días puede, en algunos casos, no ser mucho tiempo, pues aquí cada cual aprovecha para hacer maratoniana carrera en los 4 años prorrogables de concejal o de ministro o de alcalde o de tránsfuga o de liberado o de secretario o deloquesea que le haya caído en gracia. El chollo, vamos.

Y esto siempre ha sido así, especialmente durante los últimos 30 años; y con exagerada virulencia durante el reinado de
Felipe, el del Gal; y, qué cosas, también ahora durante el quinquenio de Mister Paz. No digo, Dios me libre, que sólo se extienda la corrupción cuan pandemia de Gripe Ahhh! en los periodos de gobierno socialista, pero no me negarán que lo de ahora, así, tan a lo bestia, no lo habíamos visto desde los últimos años del Felipismo (¡qué tiempos aquéllos!). Y es que aquí no se libra ni el tato. Ves el MCE (Mapa Corrupto de España) y no sabes si lo que te embarga es la tristeza, la desolación, la depresión, la impotencia, la vergüenza, la indignación, el cabreo o todo junto y revuelto. Cienpozuelos, Boadilla, Arganda, Santa Coloma, Badalona, Castro Urdiales, Catral, Benitatxell, Abatera, Sueca, Zarra, Telde, Santa Lucía, Arrecife, La Gomera, Teguise, La Muela, Plasenzuela, Seseña, El Ejido, Marbella, Sevilla, La Línea, Palma, Ibiza, Los Alcáceres, Águilas y así hasta tropecientas urbanizaciones, aldeas, villas, ciudades y autonomías gobernadas (es un decir) por políticos (es otro decir) de todas las siglas, por orden de corruptelas: PSOE, PP, CIU, CC, CCN, NC, PAR, PAL, GIL, UM y algún egoísta Independiente, que va por su lado sin intención alguna de compartir. El oasis de los atracadores, vamos.

Y entre atracos a cara armada y robos con butrón a nuestra dignidad, llega el otro atraco, el de las cinco, o sea, el de los cinco millones de parados, que es como el timo de la estampita: un tipo con cara de tonto feliz que nos ofrece un sobre lleno de billetes si le damos otro lleno de votos y nos encontramos con que el tonto es un listo que se ha quedado con nuestros votos y nuestro dinero mientras nosotros nos quedamos con las estampitas, la ruina y una enorme sensación de haber hecho el canelo. Y en eso que llegan los otros listos, los sindicalistos y los artilistos e intelectualistos, y nos cuentan que la culpa de todo esto la tiene nuestra ambición desmedida pero que ellos, que son pobres además de progres, tienen la solución a esta crisis «económica, cultural y ecosistémica»; ¿y cuál es esa solución? Pues algo tan simple como recuperar la «imaginación progresista», o sea, que se vuelven a aplicar las auténticas políticas de izquierdas que una vez gobernaron medio mundo y ¡voilá!, todos políticamente felices, puros y sanotes como antes de caer el muro. ¡Qué tiempos aquéllos!


En fin, que los currantes y honrados ciudadanos somos atracados a todas horas, por todos lados y con cualquier excusa. Y todavía no hemos salido a la calle. Si es que somos más santos que
Don Felipe (el de "Atraco a las 3", no el de "100 años de honradez").

Y por terminar homenajeando al gran
José Luis López Vázquez, currante y honrado porque no era político, ni sindicalista ni "intelectual", sino Actor (así, con mayúsculas), acabo con mi película favorita, que no era película sino un anuncio de TV y una genial continuación imposible de "La Cabina" de Mercero y Garci: una cabina de teléfonos abandonada en medio de un desierto infinito; en su interior, el personaje de López Vázquez, 20 años más viejo, asoma en sus ojos toda la angustiosa desesperación acumulada en su absurda condena; de repente, la puerta se entreabre; el personaje mira, desconfiado; empuja cuidadosamente la puerta, ésta se abre del todo y él sale de su prisión, jubiloso, exultante, alzando los brazos al cielo, respirando felicidad, sintiéndose por fin ¡libre! El anuncio finaliza con el eslogan de Retevisión (primer operador que acababa con el monopolio de Telefónica): «¡Por fin hay alguien al otro lado!».

Y yo me pregunto, y dudo, si realmente hay alguien al otro lado. Si existe una alternativa que nos libere de este gobierno asfixiante que nos encierra cada día un poquito más en la impotencia y la desesperación. Si tenemos quien se preocupe por abrirnos la puerta de la cabina o todos prefieren preocuparse de exprimir al máximo su mandato, al estilo
Ojoalvirus. Si hay alguien al otro lado que sea honrado y lo parezca, como la mujer del César. Si hay, en fin, quien nos devuelva la confianza y el optimismo o estamos abocados sin remedio a la indignada abstención. La respuesta la tienen ustedes, señores (y señoras) de la Oposición.
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