jueves, 16 de junio de 2005

Ya está. Por fin lo han conseguido. Y no era tan difícil ¿verdad? Sólo había que estirar y estirar y estirar hasta que la cuerda se rompiera. La resistencia tiene un límite, sólo había que forzar hasta encontrarlo.

El caso estaba claro desde el principio, desde antes del principio incluso. Primero, derrotar al PP, como fuera. ¿Que no había argumentos suficientes? Se inventan y se estiran.

- El Prestige (“¡Pero si es un accidente. No hay culpables!” “¿Y eso quién lo dice? El culpable es el PP. ¡¡Nunca Mais!!”).

- La Guerra de Irak (“Pero si no han luchado nuestras tropas, como sí hicieron en otras guerras. Y además no fueron 4 países sino una coalición de 40, todos democráticos. Y Sadam era un dictador asesino. Y nuestros soldados fueron a ayudar a estabilizar el país, con la guerra terminada. Y…” “Era una guerra ilegal porque Francia y Kofi no estaban de acuerdo con ella. Así que los culpables de todos los muertos son Aznar y Bush. Y punto”).

- La libertad de expresión (“Pero cómo que aquí no hay libertad de expresión. Eso sí que es una falacia” “De falacia nada, lo dicen los actores y yo me lo creo. En el único sitio donde hay verdadera libertad de expresión es en el País Vasco. En el resto del Estado no. Y si no lo crees, pregunta a Aitana, a Médem o a Almodóvar, que ganan ahora menos dinero por culpa del PP. ¡Esto es una dictadura contra la cultura!”).

- La masacre del 11-M (“Ahora sí que no me negarás que los asesinos son los terroristas”. “¿Esos pobres que sólo tratan de defenderse del imperialismo capitalista? El asesino es Aznar, ¡hombre! Aznar y su guerra. Y todos los diputados del PP, y todos sus votantes y simpatizantes. Todos asesinos, hijos de puta y fascistas. Y Aznar el peor. Y si no, pregúntale a la Manjón, a ver quién le ha matado a su hijo, si los pobres moritos o el asesino de Aznar”. “Pero si el atentado estaba planeado desde antes de la guerra, ¿cómo pudo ser esa la causa?” “El asesino es Aznar ¿está claro? Y si no sales a la calle a gritarlo con todas tus fuerzas y si no tiras piedras a las sedes de los asesinos y si no les insultas y les amenazas aunque sean mujeres, entonces eres uno de ellos; un asesino, un fascista y un hijoputa. ¿Lo tienes claro o te hago un piquete informativo?”).

Y la estrategia funcionó. Derrotaron al PP. Ganaron las elecciones (“Vaya sorpresa, ¿no?” “De sorpresa nada. Sabíamos que íbamos a ganar desde muchos días antes.” “Ya, y teníais un programa tan bien definido que ahora gobernáis improvisando” “De eso nada. Es que no nos asusta el arte de la rectificación”). Pero no bastaba. Diez millones de votos seguían siendo demasiados. Había que aniquilar al PP. Y todo lo que representaba el PP, todo lo que defendía el PP, todo lo que pudiera recordar al PP.

¡Fuera el PHN! (“Pero si no existe una alternativa razonable” “¿Y qué? Es del PP y basta. Ya inventaremos algo”). ¡Fuera la Religión de los colegios! (“¿En contra de 3 millones de firmas y del 80% de los padres?” “¡En contra del PP!”). ¡Fuera la Iglesia! (“No va a ser fácil acabar con siglos de historia, de cultura y de creencias” “¿Qué no? Ya verás. Aborto, Eutanasia, Divorcio express, Matrimonios gays, Navidades laicas… todo lo que les cabrea a los curas y a los del PP; luego les acusamos de oscuros, retrógrados e inquisidores y ¡voilá!”). ¡Y fuera la familia! ¡Fuera las inversiones en feudos del PP! ¡Fuera los yankys! ¡Fuera Polonia! ¡Fuera la Copa América! ¡Fuera la COPE! ¡Fuera el Plan de Inmigración! ¡Fuera la LOCE! Todo lo del PP ¡¡fuera!! (“Pero es que algunas cosas del PP estaban bien, y beneficiaban a mucha gente” “¡Entérate bien! Por principio, no puede haber nada ¡NADA! del PP que sea bueno. Punto.”). Ah, ¡y fuera el espíritu del 78! ¡Que vuelva la guerra civil un día sí y otro también! Los buenos y los malos, los amantes del diálogo y de la paz frente a los enemigos del pueblo y de la libertad. ¡Y muerte a los revisionistas! Por si acaso.

Pero aún no era suficiente. Esos malditos peperos estaban cada vez más unidos. Los fachas de Jiménez Losantos, Ussía, Herrera, Vidal y demás asesinos de Lorca ganaban adeptos. Y el Partido ganaba afiliados en número y en compromiso. Había que dividirlos. Y una vez más, con toda la fuerza propagandística del Grupo al máximo, sin medias tintas. A partir de ese momento, habría dos PPs. El de los malos, y el de los menos malos. Los fachas de Aznar, Acebes, Zaplana, Espe, Fraga, María San Gil, Alcaraz y demás calaña fascista por un lado. Y los moderados, casi progres, como Gallardón, por otro. Especialmente había que ensañarse con Madrid, porque era un castillo inexpugnable. Así que empezaron una gran campaña contra la Presidenta. Que si tránsfugas sobornados (“¿Pero se llegó a probar?” “Que no se pudiera probar no significa que no lo hubiera, que lo hubo”); que si pelotazos urbanísticos (“¿Pero se ha llegado a encontrar algo?” “Que no se haya encontrado no significa que no lo hubiera, que lo hubo”); que si incitó la agresión a Bono (“¿Pero hubo agresión?” “¡Hombre, claro! Eso era un nido de fachas disfrazados de víctimas”. “¿35.000 fachas?” “¡Uy! ¡Y un millón! Todos los que votan a la Aguirre. ¿Qué te crees?”); que si el “no” a Europa (“pero si pidieron el Sí” “Sí, pero en La Moraleja ganó el No. Ésa es la prueba irrefutable”). Pero por este camino no llegaron muy lejos. El PP seguía unido, más que nunca tal vez, en Madrid y en toda España.

Así que sólo quedaba el gran bombazo. Y nunca mejor dicho. Ya habían conseguido dejar solo al PP, frente al resto de partidos (“¡Hombre, solo, solo con 10 millones de votos y 500.000 afiliados…” “Solos porque están enfrentados al resto de España y de las naciones del estado, generando crispación y mal talante. Nadie los quiere a su lado”). Ahora, sólo tenían que destruir lo único que les unía a ellos, a los malos: el Pacto Antiterrorista. Y además de forma que siguieran pareciendo los malos, los traidores, los enemigos de la paz. Se inventaron una tregua de nada menos que ¡2 años! (“Pero si ETA no ha matado no es porque se hayan vuelto santos de repente, es porque no han podido o no les ha convenido. Además, siguen extorsionando, amenazando, chantajeando y armándose hasta los dientes” “¡Pero bueno! ¿Llevan 2 años sin matar o no? Eso es una tregua tácita y voluntad de negociar. Quieren diálogo y nosotros somos expertos en eso. Por supuesto, sin pagar un precio político”). Pero pagaron: ETA volvió a las instituciones, volvió a la calle, volvió a cobrar subvenciones, volvió a la impunidad, resurgió de sus cenizas políticamente, ganó simpatizantes y se permitió el lujo de controlar el parlamento vasco. Otegi fue encarcelado y liberado en dos días. Asesinos con miles de años de condena salieron en libertad impunemente. Y Patxi estaba dispuesto a pactar con quien fuera, menos con el PP. Se engañó al Parlamento, se engañó al pueblo, se engañó a Europa y al mundo entero, donde cada día mueren cientos de personas víctimas del terrorismo. Pero el malo era el PP, porque utilizaba a las víctimas de forma partidista, eran ellos los únicos que habían roto el pacto antiterrorista (“Pero si justamente son los que lo han defendido en su integridad” “Ya, pero el marco ha cambiado y ese pacto no vale. Ahora es otro más adecuado para la pacificación y el PP es el único que está en contra. Como siempre. ¡Inmovilistas!”). Un millón de pacíficos y preocupados ciudadanos salieron a la calle para apoyar a las víctimas en contra de esa negociación (“No me negarás que la manifestación fue un éxito apoteósico y un buen palo moral para el gobierno” “Todo pura política facha y manipulación de las víctimas. Autobús y bocadillo para todos. Además, no es representativa porque Manjón y Peces no estaban. Y Alcaraz es un farsante, un loco y un fascista. Ah, y tampoco fue tanta gente”).

La negociación/rendición sigue su camino. Jueces, fiscales, ministros, medios de comunicación, líderes de opinión y políticos allanan el camino. Ya no hay marcha atrás. En este punto, la cuerda está rota. España dividida. Y su futuro inmediato en manos de gentes como Carod, Ternera y una sonrisa vacía, hipócrita y maléfica llamada Zapatero. El presidente por accidente Rodríguez. El pseudolíder que quiere pasar a la historia como un gigante y que no es más que un gran enano moral. Un iluminado sectario y acomplejado que ni siquiera es consciente de la magnitud de lo que está provocando. La cuerda se ha roto. Ahora, sólo falta saber quién estaba en tierra firme y quién colgaba del vacío. El oscuro fondo del precipicio espera.

jueves, 2 de junio de 2005

Carta a Savater de un admirador decepcionado

Extimado Sr. Savater:

Le recuerdo como si fuera ayer, aunque fue hace casi 5 años. Yo solía verle por las mañanas, muy temprano, en la maravillosa playa de Zarauz, más o menos a la altura de la que fue casa de Garaicoechea (ironías de la vida). Siempre se quedaba durante largo rato sentado en la arena, mirando al mar, pensativo y solitario, disfrutando de la enorme paz que se respiraba a esa hora de la mañana, con toda esa inmensa playa sólo para nosotros. Yo le observaba y compartía esa paz. Pero luego me fijaba en los hombres trajeados con gafas oscuras que vigilaban a su espalda, en el malecón, y esa paz se convertía en admiración. “Otro valiente” pensaba yo, mientras daba gracias por no compartir también su situación.

Y desde esos momentos de cercana complicidad me interesé por usted, por su vida; le seguí por los vericuetos nacionales y nacionalistas de este extraño país nuestro. Y le seguí admirando. Porque hablaba claro, sin falsas correcciones políticas, sin miedo, más bien con mucho sentido del humor… y con mucho sentido común. Seguía transmitiéndome esa confianza y valentía a través de sus artículos, de sus intervenciones en TV, de su creación de foros y plataformas, de su participación en manifestaciones, de impopulares protestas contra Perurenas, Médems, etc. y, sobre todo, de su apoyo incondicional a las víctimas, cualquiera que fuese su color. Porque allí, las víctimas siempre han tenido el mismo color (por lo menos hasta hace unos meses): el de la sangre, el del miedo, el de la humillación.

Pero hace algún tiempo, su valiente defensa de unos ideales empezó a tornarse de otro color. Primero con esa gran farsa, medalla incluida, del comité de sabios para la TV (siento una enorme curiosidad: ¿por qué tomó parte? Sinceramente, se me escapa). Y ahora, olvidándose de sus compañeros de valentía -de los que quedan y de los que ya no están-, apartándolos de usted por una confianza ciega en un iluminado que ni siquiera se da cuenta de lo que está haciendo. Y mucho menos lo que va a hacer. Es muy peligroso jugar con pistolas sin saber si están cargadas. Y lo único que sabe nuestro presidente es que, los que las usan, le han dicho que no están cargadas; y él dice que se lo cree. De este falso Gandhi me lo puedo creer todo, pero de usted, Sr. Savater…

Usted es sabio y probablemente sepa lo que hace y dice (incluso lo que desdice y/o matiza). Pero permítame, en mi ignorancia, que le retire mi admiración. Sólo eso. Usted tendrá sus motivos para hacer lo que está haciendo. Las víctimas también. Faltaría más que no pudieran siquiera expresar su dolor por una traición infame. Yo estaré allí el día 4. Con todas ellas, con las que fueron asesinadas y con las que sobreviven valientemente. Porque a ellas sí las sigo admirando.