jueves, 24 de julio de 2008

Z y los números rojos

No es por señalar, pero al amigo Z y a sus camaradas lo que les mola el color rojo raya en lo enfermizo. O si no que me expliquen por qué llevan meses, ¡meses!, tratando con todas sus ganas, toda su infinita ignorancia y su mucho más que infinita demagogia, de enfermar las saneadas cuentas del Estado —o sea, nuestra pasta, simplemente para teñirlas de su color favorito; están tan obsesionados con el rojo, que después de ver el triunfo apoteósico de “La Roja” en la Eurocopa, les ha entrado la envidia tonta y ahora quieren que el euro sea más rojo todavía. Lo malo es que aquí no va a haber triunfo apoteósico sino debacle apocalíptica. ¡Maldito rojo! (me refiero al color, obviamente, no me vayan a pensar mal).

El caso es que durante meses (desde mucho antes de esos 100 días de —snif— segundo mandato del autoproclamado rojo Z) hemos estado jugando a las palabras («¡No vale decir crisis! ¡Uy, lo he dicho!»). Y todos hemos seguido el juego, todos: desde los medios de comunicación, afines y desafinados, hasta la cada día más pardilla oposición pepera pasando por la cada vez más visible oposición no pepera. Los ciudadanos de a pie no tanto, porque más que a las palabras hemos jugado a los hechos, por ejemplo a ver cuántos agujeros más tiene el cinturón. Pero puestos a jugar, si nos fijamos en la progresión de palabras y frases que se han utilizado en los últimos meses para evitar la palabra innombrable, sinceramente, la que menos miedo me da es justo la innombrable.

Veamos:
Dificultades coyunturales, empeoramiento, desaceleración, brusca desaceleración, desaceleración transitoria ahora más intensa, desaceleración rápida, situación ciertamente difícil y complicada, debilidad del crecimiento económico, crecimiento debilitado, condiciones adversas, frenazo, coyuntura económica claramente adversa, deterioro del contexto económico, escenario de crecimiento debilitado, periodo de serias dificultades, difícil momento coyuntural, gravedad de la situación, las cosas van claramente menos bien, situación grave y preocupante, claro y rápido empeoramiento de la situación, problema de dificultades, tiempos difíciles y complicados, aminoración del superávit (ésta acojona ¿verdad?), serias dificultades creadas por circunstancias externas, hacer frente a una situación que esperemos que sea corta y se pueda solventar de forma rápida (¡inefable Pepiño!), etcétera, etcétera, etcétera.

¿A que dan miedo? Desde luego, cualquiera de estas frases te la dice tu médico y date por muerto (sobre todo si quien te lo dice es el doctor Muerte, perdón, el honorable doctor Montes). Hagan la prueba: «Lo siento señora, su marido sufre una coyuntura coronaria claramente adversa» (dos semanas de vida); o «su páncreas sufre una desaceleración transitoria ahora más intensa» (un mes a lo sumo); o «respecto al nuevo tratamiento, las cosas van claramente menos bien» (una semana y cuidándose mucho). Y ya si el doctor te dice, con rostro afligido y voz exageradamente grave, «acaba de entrar usted en números rojos», si no te mueres directamente en la consulta de la impresión, es que te quedan días, ¡horas incluso!

Pero no temáis, hombres de poca fe. Porque una vez Z ha mentado la palabra innombrable, ya está tan trasnochada que no parece grave. Crisis. ¡Pues vaya! Crisis, crisis, crisis. Nada, ni un temblor. Y si encima nuestro sabio y económicamente solvente presidente (perdón por el pareado) nos tranquiliza afirmando con su habitual sinceridaz que «la situación económica actual requiere de reflexiones profundas para acertar en la respuesta política. Antes de tomar decisiones se están haciendo reflexiones de fondo» y que nunca la economía española había enfrentado una situación de este tipo en «unas mejores condiciones de partida» y que «España saldrá todavía más fuerte» de esta situación «complicada», ¡pues nada!, ¿de qué hay que preocuparse? Todo está controlado. Y el que se preocupe es un antipatriota y un fatalista y un irresponsable y un catastrofista y un pesimista antropológico y no merece vivir en un país que lidera la ChampionsLi de la economía mundial.

Y si además Pepiño, alias P, el gran estadista y prestiogiosísimo anal-ista económico internacional nos dice que todo esto es «fruto de la guerra de Irak», que «lo que ha pasado en EEUU por la pésima gestión de Bush, que ha dilapidado la herencia de Clinton, ha llevado a una crisis sin precedentes al sector financiero», pero que «los tiempos son difíciles, y no estamos para negarlos, sino para afrontarlos, resolverlos», pues yo me quedo más tranquilo, qué quieren les diga. Y si nos hemos fundido el superávit y estamos en números rojos, pues oye, que es nuestro color, el de la selección, el de Cuatro, el de Ezpaña. Y nos favorece un montón. ¿O no?

miércoles, 16 de julio de 2008

Pepiño, mar adentro y otras convulsiones sociales

El inconmensurable José Blanco, alias Pepiño, alias P, flamante y nuevecito vicesecre del Psoe, está que se sale. No del partido, ni del poder, ni del insulto permanente, ni de la cara de topito estreñido y malhumorado, ¡qué va!; está que se sale de estadista médico-ético-sociológico-cinéfilo, de experto analista en convulsiones sociales y desconvulsiones vitales, o sea, que cuando una vida convulsiona a la sociedad, pues se desconvulsiona esa vida y punto pelota. La justificación moral, filosófica, jurídica, social y hasta marítima no puede estar más justificada: lo dice Bardem y ya está. Bueno, lo dice Sampedro. No, no San Pedro (creo que no se habla con Pepiño), sino Ramón Sampedro, el de Mar adentro. En fin, creo que el propio Pepiño, el progre eutanásico, lo puede explicar mucho mejor que yo:

«Los avances sociales no pueden ser frenados por posiciones retrógradas (…) el ciudadano debe tener derecho a una muerte digna, en esa dirección vamos a trabajar». ¿Y cómo lo justifica el amigo P? Pues con todo el sentido de Estado (mental) que le carateriza, claro: «Acontecimientos que han pasado en nuestro país ayudaron a madurar. Incluso algunos acontecimientos cinematográficos: la película Mar adentro convulsionó a la sociedad. Hay que dar respuestas».

Totalmente de acuerdo. Una peli justifica plenamente la eutanasia; no hace falta más debate, ¿para qué? La sociedad ya ha decidido: se dejó convulsionar por la peli, ergo aprueba la cuestión planteada en la misma. Silogismo puro. ¡Ése es mi Pepiño! Y el que lo niegue, es un retrógrado y un cavernícola y no ama a la gente porque desea su mal.

Pues bien, puestos a dar respuestas a otros temas tan vigentes y convulsionantes, he rescatado algunas pelis que también convulsionaron a la sociedad en su día, ¡y de qué manera! Te las dedico con todo mi corazón de modesto cinéfilo, oh gran Pepiño.

Podemos empezar por El Padrino y discutir sobre la corrupción política y policial; o con El Silencio de los Corderos y plantear la legalidad del canibalismo, ¿por qué no?; o abrir el debate sobre la violencia etarra-jarraitarra videando La Naranja Mecánica; podemos seguir por El Nacimiento de una Nación y charlar sobre el estatut, el plan ibarretxe y el racismo nazionalista excluyente; o Las Uvas de la Ira para comentar los cientos de miles de nuevos parados que se avecinan; y ya puestos, tenemos Apocalypse Now para debatir sobre la crisis apocalíptica que nos va a caer encima como napalm por la mañana; o En Busca del Arca Perdida para buscar en las arcas de Solbes el superávit perdido; o El Apartamento y aprovechar para sacar el tema de la hecatombe urbanística; o Gilda (¡qué mujer!), y comentar la imparable violencia contra las mujeres, denuncias vanas incluidas.

¿Vamos bien, Pepiño? ¿Te gustan las pelis? ¿Y los temas a debatir? ¿Molan? ¿O te convulsionan? Pues sigamos: Tenemos también Con Faldas y a lo Loco para hablar sobre las ministras miembras y sus locas propuestas; y Tiburón, que atemorizó a tantas generaciones como el régimen cubano del amigo Fidel; y Matar a un Ruiseñor, que nos abre una apasionante tertulia sobre De Juana Chaos y su nuevo pisito, el vecino arrepentido y ejemplar de sus antipáticas víctimas, que seguro que le niegan hasta la sal. Casablanca, otra peli mítica, nos ayudará con el tema marroquí y el simpático primo anexionista y sus movimientos migratorios; y ya que estamos, Lo que el Viento se Llevó es la peli ideal para comentar nuestro prestigio internacional, eso de la champion league y tal; o la mítica El Planeta de los Simios, que viene al pelo para potenciar los derechos humanos de los bonobos, gorilas y chimpancés, los mismos negados a los niños no nacidos. También El Mago de Oz convulsionó a la sociedad en su día, y hoy puede trasladarnos a ese mundo mágico, a esa Ezpaña idílica que nos quiere vender el iluminado Z, baldosa tras baldosa, mentira tras mentira, con sus zapatos rojos; ¿o no será más bien el de Titanic (¡11 oscars, qué convulsión social!) el destino inevitable que nos espera a los españolitos mientras los de siempre se salvan en los paquebotes?

¿Cómo lo ves, Pepiño? ¿Son pelis suficientemente convulsionantes? No me digas que no, ¿eh? Pero oye, entre nosotros, que si quieres cambiar de tema ahí está E.T. y podemos debatir sobre la existencia o no de los marcianos, para despistar; o quedamos para visionar La Guerra de las Galaxias, precuelas, secuelas y recuelas incluidas, y recordamos lo de Irak y sus megamúltiples consecuencias. Y es que, pase lo que pase, siempre nos quedará Irak, ¿verdad, Pepiño?

Sin embargo, y aunque te fastidie el plan, yo prefiero hablar de ese canto a la vida, a la familia y a la pura generosidad hacia los demás titulado ¡Qué bello es vivir! Creo que resulta muy esclarecedora a la hora de pensar en eso de la eutanasia, el aborto, las víctimas del terrorismo, los inmigrantes ahogados, las penas para los pederastas, las mujeres maltratadas y demás asuntillos de la vida y la muerte que sí preocupan y convulsionan a la sociedad. Pero para verla, entenderla y aplicarla hace falta tener algo más que una demagógica caja registradora de votos y un dvd; hace falta corazón, moral, sentimientos, principios, valores, valentía para defender la vida propia y de la de los demás (jóvenes, ancianos o no nacidos)… y todo eso, Pepiño, me temo que a ti se te escapa.

viernes, 11 de julio de 2008

Carta paritaria de una miembra contra San Fermín, el machista sanguinario

Querido y admirado presi: hoy he madrugado mucho para empezar a trabajar prontito en mi Ministerio y que no me eche la bronca la bruja arrugada ésa que tienes de vicepresi. Al poner la “Primera” para ver tu sonrisa en el telediario y alegrarme el día, he visto una cosa horrible que me ha puesto los bellos como escarpias. He cambiado de canal inmediatamente y me he ido a la otra tele nuestra, la “roja”, osea la “Cuatro”, y he visto lo mismito que en la otra. ¡Una salvajada! Te cuento, pero te preveo que te va a dar coraje. He visto a un montón de energúmenos (no digo “y energúmenas” porque no había mujeres, ¿te lo puedes creer?) todos con boina falangista y el brazo en alto cantando himnos franquistas. Mira lo que he escuchado: «A San Fermín venimos por ser nuestro patrón; nos guíe en el encierro dándonos su bendición». ¿Lo ves? Están cantando a un santurrón de esos de la iglesia católica cavernícola, que además es un patrón opresor, y van y le piden que les guíe como becerros sin iniciativa ni personalidad; y encima le dicen que les eche agua bendita, como si el santo ése existiera de verdad. ¡Pero si es una figura de madera! ¡Y van y lo repiten tres (3) veces! ¡Casi me desmayo! Y esto es sólo el principio. Porque luego salen a correr todos en manada, sólo de miembros, osea, en una especie de pura manifestación de machismo absoluto, sin dejar que participe ninguna miembra, y acosando a unos pobres animales asustados e indefensos que no han hecho nada para sufrir esa humillación tan grande. Por cierto, los toros también eran todos machos, osea, que tampoco había toras, o toros miembras o como se diga. Y los pobrecitos toros que se caen y hasta se chocan contra algún desalmado agresor (borracho y fumador, seguro; osea, de derechas) que ni siquiera les pide perdón. ¿Cómo se puede permitir un desagravio tan grave? ¡Qué fuerte!, ¿verdad, presi?

Pero esto no es todo ni toda. Porque los nobles animales llegan a la plaza muertos de miedo, perseguidos por miles de torturadores gritándoles y golpeándoles, y van y los encierran durante horas, ¡secuestrados en zulos!, para luego asesinarlos a sangre fría delante de miles de cavernícolas y cavernícolos (porque aquí si hay mujeres, eso sí, seguro que amenazadas de muerte por sus machos opresores). De los doce toros que corrían matan a seis, a los más negros: osea, que además de asesinos, ¡racistas, xenófobos y fascistas! Y después de matarlos, van y les cortan las orejas y el rabo y los cuernos y creo que los huevos también y no sé qué harán con eso, pero seguro que los usan como potenciadotes de la tetoesterona masculina y machista. Osea, que se lo comen para pegar más fuerte a sus desgraciadas parejas de género.

Querido presi, comprenderás que después de haber visto esta cosa tan horrible hoy no vaya a trabajar al Ministerio. Todavía sigo llorando, snif, snif (¿ves?) y no me siento con fuerzas de enfrentarme a la vicebruja por el tema del velo árabe o del teléfono antiagresores, que no le gusta nada, con lo buena idea que es (¡si parece tuya, presi!). Pero no creas que no he trabajado. He abierto el ordenador ese sin cables que me regalaste y he escrito una propuesta de proyecto o un antereglamento de ley o algo de eso, que he llamado Ley V.A.C.A. 2.0, que no significa nada pero es bonito, femenino y con un toque tecnológico, osea, paritario y moderno. La Ley V.A.C.A. 2.0 quedaría así, más o menos (luego habría que pasarla al lenguaje ese raro de las leyes, pero que lo haga el Soria, que para eso ha estudiado):
Primera. En vez de llamarlo encierro, se va a llamar feria, que es femenino y más alegre; y nada de santos ni de vírgenes ni de bendiciones ni nada de eso: será una feria laica 100%.
Segunda. Para hacerla paritaria, será sólo para mujeres; los únicos hombres que podrán participar son los homosexuales y los transexuales, que son más sensibles. ¡No queremos brutos ni machistas!
Tercera. Los animales serán animalas, osea mi-hembras, osea toras y vacas. Éstas irán correteando libremente por las calles, a su ritmo, sin ser acosadas por las corredoras, que simplemente las acompañarán acariciándolas suavemente y cantando canciones bonitas, para que estén contentas.
Quinta. La carrera no terminará en la especie de circo romano ése con arena y gradas llenas de salvajes, sino en un prado verde y fresco, con árboles y un paisaje precioso. Allí, una experta veterinaria sexóloga las incitará para que disfruten de los mayores placeres sexuales, unas con otras, solas, en grupo o como prefieran, que para eso son libres y no tienen comido el coco por los ovispos ni los curas.
Sexta. Se retransmitirá obligatoriamente por todas las cadenas de TV, para concienciar a la ciudadanía del tema este de la paridad, la igualdad y los derechos humanos de los animales. Y también se incluirá en la asignatura de Educación para la Ciudadanía como si fuera una costumbre cultural de siglos atrás, borrando de todos los libros la anterior versión bárbara y machista, que seguro que nació con el franquismo.

Y en la sexta me quedo, que para eso es la tele amiga y no saca el San Fermín sangriento ése y sí a Buenafuente, que me encanta (ya ver cuándo me llama).

Espero, querido presi, que te guste esta propuesta de proyecto tan paritaria y tan bonita; y ojalá se apruebe en el consejo de ministros y ministras del viernes, a no ser que la vicepresi me lo eche para atrás, que me tiene una manía la muy... (yo creo que además es machista).

Nada más, se despide tu miembra favorita
Bibi.


PD. A ver si el viernes tratamos también lo del aborto libre, que sería un logro muy bonito y muy paritario en favor de los derechos y libertades de las mujeres de este país. Un besito.

lunes, 7 de julio de 2008

Sobre el orgullo y el Orgullo

¡Zerolo vive! ¡Lo sabía, lo sabía! ¡No podía haber desaparecido así por las buenas! ¡¡Aleluyaaa!! El tío (oloquesea) más ubicuo y omnipresente de la política española; ése (ésa oloquesea) que salía en todas (¡todas!) las fotos oficiales y oficiosas daba igual la compañía, el tema o la reivindicación (socialismo, lesbianismo, palestinismo, pacifismo, feminismo, antitaurinismo, laicismo o cualquier otro ismo); el personaje (o personaja) más fotogénico y marketiniano del cada día más fotogénico y marketiniano Psoe, sí, sí, Zerolo el único, el inimitable, el inconmensurable, Zerolo el bello, Zerolo el Magnífico... ¡HA VUELTO! No sabemos dónde ni con quién ha estado (suponemos que dándole al orgasmo democrático con su marido oloquesea), pero ya está con nosotros y con nosotras. Y estamos todos y todas tan contentos y contentas que sus amigos y amigas le han organizado una fiesta. ¡Y vaya fiesta! Un fiestón, vamos. Todo un carnaval para él solito, con carrozas, disfraces, música, sexo, alegría por un tubo y más de un millón de amigos (¡chúpate esa Roberto Carlos!). Un merecidísimo homenaje a tan insigne personaje (o personaja) y una alegría para nuestros ojos. Volver a ver esos bucles perfectos coronando esa sonrisa perfecta sobre ese cuerpo (suponemos) perfecto, de verdad, no tiene precio.

Allí estaban todos y todas rodeando a mi Zerolo, algunas miembras como la Bibi Aído y un montón de miembros como Cándido Méndez, Pepiño, Llamazares (más bien membrete) y alguno más, por delante y por detrás (perdón por el chiste fácil, pero es que sólo se ven tíos oloquesea tras la pancarta; cosa que, bajo el lema “la visibilidad lésbica” queda cuando menos un poco paradójico). En fin, que a Zerolo se le veía feliz y más fresco que nunca con su abanico arco-iris cortejando maromos, que a la ministra se la veía muy a gustito rodeada de tantos miembros y que el más de un millón de amigos, amigas y oloquesean se lo pasaron de rechupete entre visibilidades lésbicas, cuerpazos gays y orgasmos democráticos. Una fiesta de la que, con toda la razón, Zerolo se tenía que sentir orgullosísimo. ¡A ver quién la supera el día de su cumple! (si es que este chico cumple años).

Yo, que no estuve en la fiesta, no sentí el orgullo de Zerolo. Ni por él ni por todos sus compañeros/as, aunque fueran un millón, o una millona que diría la otra. ¡Qué le vamos a hacer! Soy así de rarito (antes, ser rarito era lo contrario; es lo que tiene la progresía). Pero este fin de semana sí he tenido mi ración de orgullo. Me sentí orgulloso del gran Rafa Nadal, de esa bestia del tenis que ayer logró el mayor triunfo de su carrera. Me sentí orgulloso de su hazaña épica —y casi trágica— en la hierba de Wimbledon; de su fuerza, de su tesón, de su entrega, de su profesionalidad, de su espíritu de sacrificio, lucha y superación, de su deportividad y de su sentido de la amistad; me sentí orgulloso de su llanto emocionado, de su informalísimo abrazo al Príncipe, bandera española en mano, para “agradecerle como español su apoyo”. Y yo, que soy así de raro, me sentí orgulloso como español y como persona, porque Nadal representa muchos de esos valores que nos quieren hacer olvidar (esfuerzo, deportividad, agradecimiento, sano patriotismo) en esta Ezpaña cada día más perdida en orgullos, talk shows, buenismos tontos, famas fáciles, todo vale, etc. en la que nos están intentando sumergir Z, Zerolo, Pepiño y demás colegas. Así que, ¡gracias Nadal! Ojalá tu ejemplo tenga más fuerza que el de Zerolo. Y ojalá nos hagas sentir orgullosos muchas veces más.

miércoles, 2 de julio de 2008

Lo que el fútbol ha unido, que no lo separe Urkullu


Esta vez España sí ha sido España, no Ezpaña. La auténtica, la sincera, la de verdad, la de todos, la de siempre (sí, sí, la de siempre... incluso de antes de Franco, oye, que ya existía España aunque a algunos les cueste creerlo). Hemos oído gritar ¡Viva España!, e incluso ¡Arriba España!, a unos chavales en un escenario montado a mayor gloria de la tele del grupo PRISA, sin que nadie les llame fachas. Increíble. Y con el icono progre Manolo Escobar subido al escenario. ¡Toma tomate! Incluso en la SER, sí, sí, en la SER, el tal delamorena comentó literalmente "¿Verdad que escuchamos los gritos de viva España y no nos sentimos fachas?". Alucinante. Han tardado 30 años en descubrir que han sido gilipollas durante 30 años. Pero ¡cuidado!, no nos pasemos a ver si nos van a confundir; el mismo delamorena, entrevistando al presi Z, le hizo esta pregunta aparentemente estúpida y pelota pero en realidad totalmente estúpida y pelota: "Nos lo merecíamos y se lo merecía este país, porque, fíjese, lo que está haciendo usted ahora es como si lanzara un mensaje de Navidad en una de las noches más felices para este país, ¿no? En un momento en el que el miedo, el temor, la preocupación del momento, que si la crisis, que si el petróleo, que si el paro, que si el trabajo, todo eso, pues ahora mismo nos une a todos la misma felicidad".
Sí, delamorena, sí, "este país" ha demostrado que es un país con nombre propio, con sangre propia, con corazón propio, con voz propia que (esperemos) ya no va a ser callada por los complejos ajenos, especialmente de tu Grupo mediático y vuestros intelectuales (?) a sueldo; y ha demostrado también que hay muchas cosas que nos unen a todos (a los que quieren y a los que no) y que, efectivamente, y mal que les pese a muchos (que no son tantos pero hablan mucho), España es una nación de la que los españoles están orgullosos. Y cada vez más. Suena raro decir esto, pero es verdad. El sentimiento está ahí, ha estado ahí siempre, sólo que dormido; y ha ido despertando poco a poco a base de nadales, pedrosas, gasoles, alonsos, tomases, adriás... hasta que llegaron los torres y compañía y le soltaron un bofetón patriótico que le ha hecho saltar de la cama y ponerse en pie y mirarse al espejo y decirse: ¡Joder, soy español! ¿Qué pasa? ¡Que viva España! Y olé.
Y lo mejor de todo es que esto, ayer tan impensable, hoy se escucha en toda España, incluidos Euskal Herria, Paisos Catalans, Paisos Balears y Paisiño Galego. Así que, ¡¡Viva España y olé!!... ¡Y yo que me metía con el fútbol!

Y mientras, los gollum de turno, los urkullus, anasagastis, tardás, ridaos, puigcercoses y demás, carcomiéndose en sus teóricos minifundios, mascullando entre dientes "mi país, mi país" mientras miran paranoicos a norte, sur, este y oeste temerosos de que el frodo centralista de turno les arrebate el poder del anillo nacionalista. Ése que, mal que les pese, lleva inscrita la leyenda, grabada a sangre y fuego (en rojo y gualda): "eres español, aunque te joda".

PD. Sólo espero que este redescubierto sentimiento patriótico —tan natural, tan llano, tan sano, y tan absolutamente normal en todos los países del mundo— no se desvanezca tras la resaca post-copa. Sería una lástima, una decepción y un desgraciado retroceso hacia la estupidez progre (válgame la redundancia).