viernes, 30 de octubre de 2009

¡Están locos estos peperos!


La escena comienza siempre de idéntica manera: Esautomatix, el herrero de la aldea, echa en cara a Ordenalfabetix, el vendedor de pescado, su mercancía "poco fresca". El pescadero, animado por su señora, defiende a capa y pescado la frescura de su mercancía, importada desde Lutecia en carro de bueyes. Esautomatix le lanza un pescado a la cara para que compruebe su verdadero estado, Ordenalfabetix se agacha para esquivarlo y el pescado, fresco o no, va a estamparse invariablemente contra el rostro del jefe, Abraracurcix, que cae de su escudo de jefe galo y se estampa dolorosamente contra el suelo. A partir de ahí, todos los habitantes de la aldea entran en la gresca. ¿Todos? Sí, todos; mujeres, niños y ancianos incluidos. Y todos contra todos. Llueven los pescados, las fraguas, las tortas, los bastonazos, los lirazos y hasta los menhirazos. La pelea es monumental y cruenta, pero a las dos o tres viñetas se acaba y todos tan amigos, a zurrar a los locos de los romanos y a celebrar el final feliz de la aventura con un gran banquete, más unidos que nunca. Eso sí, con Asuranceturix y su lira en amordazado silencio. Esto es lo que sucede en la aldea de Asterix, el galo, desde hace 50 años.

Pero en la aldea pepera todo es muy, muy diferente. La escena comienza siempre de idéntica manera: una gran pelea provocada con la excusa de un pescado, fresco o no, o de unas elecciones, perdidas o no tanto, o de una militante defenestrada, o de una competencia (o incompetencia), o de una candidatura mal vista, o de un cuento de espías a lo Ceroceroseix, o de unos comerciantes fenicios que resultaron ser piratas, o de un comentario idiota, o de una caja llena de oro y de poder… qué más da, cualquier excusa es buena; el Jefe Marianix se mantiene tambaleante en su escudo de jefe mientras llueven los pescados por doquier y sus dos fieles portadores (Moraguix y Arenistix) lo sostienen como buenamente pueden. Poco a poco van entrando todos y todas en la gresca: hasta el más anciano del lugar, Transicionix, contando batallitas y malmetiendo el bastón por donde puede. La pelea, que tenía que haber acabado hace ya unas viñetas, va a más y la cosa se complica: al que canta, desafinado o no, lo amordazan y atan a un árbol; al que cuestiona al Jefe, lo echan a los leones (del Congreso o del Circo); al que se mueve más de lo necesario, le dan con el menhir en la cabeza y vuelve ipso facto a su sitio. El Jefe cada vez se tambalea más, pero nuevos fieles y abnegados portadores se colocan bajo el escudo para afianzar su frágil liderazgo… mientras se dan de codazos entre sí y con todos los demás: Rikicostix, Trajivalencianix, Yelosorayin, Karacospe, Basagoitix, Nebrerixia, Ansarescorialix y señora, Ruizfaraonix, Espeopatra (estos dos, los que más pescadazos y menhirazos se dan)… Y así llevamos desde el principio de la historieta, que empezó allá en el Mare Nostrum, cerca de Benidorum, hace año y pico y va a acabar en el Circus Maximus devorándose unos a otras y otras a unos. Y ahora, para más inri, entra en escena Cobix Detritus, servil sirviente de Ruizfaraonix (el que perdió las olimpiadas antes de llegar a Atenas), que se ha conchabado traicioneramente con el pérfido Caius Prisaicus y ha infectado la aldea con el virus ponzoñoso de la cizaña, la injuria y la perfidia. Vómitos de las cloacas ha vertido sobre Espeopatra que, por mucho que vomite Cobix Detritus, es una de las mujeres más valoradas en la aldea y son muchas las voces que se han alzado en su defensa, pidiendo que el cielo justiciero caiga sobre la cabeza del cizañero con todas sus consecuencias. Pero el jefe Marianix, desde su tambaleante escudo, no sabe si castigarlo, perdonarlo, ignorarlo o todo lo contrario, y deja la decisión en manos del Comité de Derechos y Garantías de la aldea, que para eso está, y de Tutatis, que es un recurso que nunca falla.


Mientras, más allá de los muros de la aldea pepera, el Centurión de Propaganda y Desestabilización de la Oposición, Pepiñus Concetus Otusus, se frota las manos con deleite y satisfación. Su ojetivo de desestabilizar la aldea, de crear una gran zanja que la divida en dos mitades irreconciliables y anuladas entre sí, se está cumpliendo a la perfeción. «Por Júpiter, es que yo me crezo ante las dificultades» piensa Pepiñus Concetus Otusus, fino estratega él, mientras acaricia su vitis; pero la verdad es que se lo ponen muy pero que muy fácil. El fiel Centurión de Propaganda y Desestabilización de la Oposición informa al César Joselius Zetaparus, el sonriente, que la cosa está en marcha; y que además, para asegurar, cuenta con la inestimable ayuda de su más retorcido praefectus, Garzus Memorius Histericus, y del más sinuoso senator, el muy zorro Caius Instigatur Rubalcabrus, que juntos son más letales que cien centurias armadas hasta las cristas del cassis. Aunque no más eficaces que la cizañera mordedura del feón y felón Cobix Detritus, fiel esclavo de su amo y señor, Ruizfaraonix (el que perdió las olimpiadas y nos roba la basura).


El antaño druida sabio y milagroso, Rodrigoratix, es hoy moneda de cambio y calumnia en la lucha fraticida y su poción mágica ha perdido todo efecto estabilizador (y desestabilizador del enemigo). Demasiado tiempo en el Bosque de los Carnutes Monetarios, alejado de la aldea y de sus ahora irreconocibles habitantes. Se van formando dos bandos, los buenos y los malos, los leales y los traidores, aunque los ciudadanos no saben quiénes son cuáles; y en lugar de luchar sanamente todos contra todos para luego reconciliarse todos con todos, lo hace un bando contra otro, una mitad contra la otra, acrecentando la división, cada vez más insalvable. Y encima sin poción mágica que devuelva el sentido común a la aldea.

Y mientras (y esto es lo peor) el enemigo, al que antes zurraban de lo lindo, se parte el pecho contemplando el espectáculo de este lamentable circo, sin preocuparse de que nadie frene —ni siquiera denuncie— sus desmanes, tropelías, corruptelas, recesiones y demás desbarajustes económicos, políticos y éticos.
Después de la gran ppelea, sólo Tutatis sabe en qué estado quedará la aldea. Cuántos se mantendrán en pie, quiénes serán exiliados, si el Jefe permanecerá sobre su escudo y quién/quiénes lo sostendrán; y, sobre todo, si volverán a zurrar a los romanos, a los piratas, a los vikingos y demás enemigos públicos y privados o seguirán zurrándose unos a otras y otras a unos hasta que ya no quede en pie ni el tato; y dentro de dos años y medio, vencidos, se inclinarán ante el César Joselius Zetaparus con un lastimoso morituri te salutant!, mientras las tropas enemigas arrasan y saquean el pueblecito, al tiempo que, con vehementes carcajadas, gritan aquello de «¡Están locos estos peperos!».

Pues eso, como diría Obelix, ¡FERPECTAMENTE!

martes, 27 de octubre de 2009

Machismo, infantilismo y gilipollismo

Pues ahora resulta que lo más grave del debate sobre los pre-supuestos no fue la engañosísima exposición de la ministra del ramo, ni que esas ilusorias previsiones nos lleven a la ruina a mayor velocidad, si cabe, ni que se vayan a aprobar con la connivencia, o mejor, la conchabanza del sibilino PNV y el oportunista CC, que ni creen en lo presupuestos, ni en la Salgado ni en el jefe de la Salgado ni en Ezpaña ni en España, que son dos cosas distintas aunque suenen parecido; no, lo grave, lo intolerable, lo inadmisible, lo realmente impresentable fue el trato vejatorio, arcaico, patriarcal, atávico, o sea, machista con que el jefe de la presunta oposición trató (o maltrató) a la delicada señora Salgado. «Los atavismos, entiendo que hay a quien le resulta difícil desprenderse de ellos. Pero estas cosas pasan en la derecha» declaró la ínclita economista, y también que había sentido «retroceder a este país en 50, 70 u 80 años», o sea, cuando era una monísima y dulce niña, sin complejos ni preocupaciones aún. Incluso el señor Llamazares (¿pero a éste no le habían echado ya?) ha coincidido en el «machismo político» con que Rajoy trató (maltrató) a la flamante Vicepresidenta Económica y Ministra de Economía, que son lo mismo aunque suenen diferentes. El caso es que uno está ya un poquito harto de que no se pueda criticar a fémina alguna por ninguna razón o motivo, tenga o no culpa, sea o no responsable, porque ipso facto te declaran la guerra por machista, retrógrado, cavernícola y facha, que también deben ser lo mismo aunque no tengan nada que ver.

Total, que por aclarar un par de conceptos a unas cuantas mentes obtusas y/o confundidas, me he tomado la molestia de recopilar unas cuantas machadas, unos cuantos machismos y unas cuantas gilipolleces, para ver si entendemos la diferencia entre lo machista de verdad y lo machista como excusa. Que ya les vale.

· Machismo, por ejemplo, no es criticar a una Ministra con afán de protagonismo por realizar un largo viaje a una zona de guerra embarazada de varios meses; ni por saltarse a la torera el protocolo estético ante su Estado Mayor y el Jefe de las Fuerzas Armadas, o sea, el Rey.
· Machismo no es condenar la falta de decoro político de la señora madre de la señorita Pajín (mientras el pater familias, astuto él, se parapeta discreta y cobardemente detrás de sus muy rubias féminas). Ni siquiera resaltar la carencia de higiene capilar de la niña.

· Machismo no es reprobar las insensateces dialécticas y ejecutivas de la (afortunadamente) ex ministra Álvarez, alias Maleni, alias Lady Aviaco.
· Machismo no es mantener a tu bienamada hija a base de subvenciones millonarias para aprender inglés porque pienses que es una inútil para valerse por sí misma; en todo caso sería paternalismo, o Chavismo.
· Machismo no es que la edecán femenina de la Ministra de Defensa lleve colgado de su brazo el abrigo y el bolso de la Ministra de Defensa.
· Machismo no es llamar fracasada a la señora Merkel; ni apoyar al muy machista Sarkozy, que se ha casado con la Bruni por el físico, no por su inteligencia; ni reírle las gracias al impresentable Berlusconi, que cada vez que abre la boca hay que cerrar los oídos.
· Machismo no es que los niños jueguen al fútbol y las niñas salten a la comba. Ni la educación diferenciada. Ni que los Reyes Magos sean los tres hombres. O los Tres Mosqueteros, que en realidad eran cuatro.
· Machismo no es sacarse una foto de lo más simpática con un empresario nigeriano y sus tres mujeres (o tres de sus mujeres, que nunca supimos si tienía alguna más escondida).
· Machismo no es llamar «tontos de los cojones» a los votantes del PP, obviando descaradamente a las votantes (¿votantas?), que deben ser, al menos, igual de tontas para el fino alcalde de Getafe.
· Machismo no es tildar de cobarde a Esperanza Aguirre por haber salido sana y salva del horror terrorista en Bombay; es miserable, pero machista no.
· Machismo no es dejar que tus chicas (Bibi y Leire) levanten el puño amenazante mientras (des)entonan La Internacional en Rodiezmo, mientras tú escondes tus manos a la espalda, por si la foto.
· Machismo no es reírse del ridículo de la ex Ministra Cabrera y la aún Vicepresidenta de la Vega al pasarse la cartera de Heducación, así, con hache y sin vergüenza.
· Machismo no es apoyar a Ohbama!, hombre él, que derrotó sin contemplaciones a Hillary Clinton, mujer ella, impidiendo de paso el histórico nombramiento de la primera Presidenta de los Estados Unidos.
· Machismo no es la pose seductora de Soraya Sáez de Santamaría ni la foto vaporosa de Alicia Sánchez Camacho, aún no sabemos con qué objetivo… ni con qué objeto.

No, señores y señoras del PSOE y de la progresía oficial, nada de esto es machismo, nada de esto humilla con prepotencia y desprecio a una mujer por el simple hecho de serlo. El machismo es otra cosa. Y de eso, nuestros gobernantes y demás camaradas saben un turrón. Veamos:


· Machismo es crear un Ministerio de Igualdad con el único cometido de promocionar la dicriminación positiva, que es como declarar que las mujeres sólo pueden jugar si se les da ventaja.

· Machismo es imponer cuotas a los empresarios o a los partidos políticos, de forma que una mujer nunca sabe si ocupa su cargo por méritos propios o por mujer.
· Machismo es inventarse un gobierno paritario y luego sacar la foto del harén político entre pieles y demás lujosos atavíos.
· Machismo es presumir de partido feminista y paritario pero no tener ni una sola presidenta autonómica, ni una alcaldesa de población importante; o que de los 221 directores generales de la Administración, 156 sean hombres y sólo 65 mujeres.
· Machismo es dejar que tus vicepresidentas se dejen partir la cara en tu lugar, ante los ciudadanos, ante la prensa y ante el Parlamento, mientras tú te parapetas cobardemente detrás de ellas, como el pater familias de las Pajín.
· Machismo es afirmar que «El dominio masculino es indispensable para que los hombres puedan apropiarse del producto de la fecundidad femenina», como está escrito en el Corán.
· Machismo es la ablación, el burka, la lapidación, los latigazos, el repudio y demás paritarias costumbres de los países de la Alianza de Civilizaciones.
· Machismo es retirar el plus de productividad a las enfermeras del hospital "San Rafael" por no acudir al trabajo con una falda corta del uniforme. O que las mujeres cobren un 25% menos de sueldo. O que las madres no tengan subsidio.
· Machismo es declarar, por ejemplo, «yo quiero que el poder sea más tía» o que «el PIB es masculino, es claramente masculino», reafirmando la idea de que Leire Pajín está ahí no por sus capacidades, sino por ser mujer, o niña.
· Machismo es que cada mañana acudan a tu casa una troupe de peluqueras y un coche que te lleva el traje de ese día, para mantener la permanente competición de pelos y trapitos con la otra Vice Fashion.
· Machismo es fantasear burlonamente con la violación de una monja a manos de «sudorosos milicianos», aunque te llames Almudena Grandes y escribas en el diario más progre de la mañana.
· Machismo es fomentar la prostitución en la prensa "seria", reportajes a todo color incluidos.
· Machismo es proporcionar libremente una píldora que regala a los hombres una coartada infalible para no usar preservativo y eximirles de cualquier responsabilidad (22% de las mujeres confiesa mantener relaciones sexuales sin protección porque sus parejas se niegan).
· Machismo es permitir que la mujer se deshaga impunemente del hijo que lleva dentro, la mayoría de las veces forzada por su pareja, sin ofrecerle otras alternativas. Es obligarla a ejercer una violencia sobre su cuerpo mientras el varón espera, tranquilamente, a que se "solucione" el problema.
· Machismo es, en fin, utilizar el manidísimo recurso del machismo cada vez que se critica a un miembro femenino del gobierno. Y además de machismo es cobardía y simpleza. Y falta de argumentos. E Infantilismo tonto («¡Seño, seño que Marianín me ha llamado niña!»). Y una gilipollez como la copa de un pino.

¡Vale ya, hombre! (uy, perdón)....

lunes, 19 de octubre de 2009

Crónica emocional de un día grande por la vida

Hoy hemos celebrado algo grande, algo importante, y hemos sido muchos. Demasiados como para no ser vistos. Demasiados como para no ser oídos. Demasiado como para no ser tenidos en cuenta. Aunque a veces (y para algunos) ni siquiera demasiados son suficientes.


Hoy he acudido a la Marcha por la Vida. He ido con mis dos hijos mayores, 9 y 7 años, que han llegado sin entender demasiado a dónde iban pero han vuelto a casa plenamente conscientes de dónde han estado. Subimos al metro, que está a tope de familias, de jóvenes, de niños y abuelos, todos camino de la Puerta del Sol. En el trayecto, recuerdo que el Metro de Madrid cumple 90 años desde su nacimiento (gran palabra) y recuerdo también esa maravillosa campaña en la que todos los pasajeros acompañan a la madre en el nacimiento de su hijo ("Martín se ha adelantado"), de estación en estación, hasta el hospital. Y pienso que es una oportuna coincidencia, yendo a donde vamos. Cuando la marabunta familiar desciende en Sol, dos chicas de treinta y pico aprovechan para comentar su desacuerdo; «No sé por qué se manifiestan. Deberían dejar que cada cual elija». Olvidan, les digo, que hay uno que no puede elegir, y ése siempre pierde.


Bajamos en Banco de España, para ir directamente al final de la manifestación y cuando salimos el gentío es espectacular. Imposible avanzar por Alcalá. Nos hacemos los listos y vamos por detrás de Correos. Nos sale bien. Pepe, el mayor, me pregunta: "¿Contra quién es la manifestación, papá"? Y yo trato de explicarle que no es contra nadie, sino a favor de. Él insiste: "Pero si es una manifestación, será contra alguien". Y yo, ayudado por los miles de globos, los cientos de sonrisas, la música a tope, los niños a hombros de sus padres, el inmenso colorido pancartero que se mueve festivamente a nuestro alrededor, le repito que no, que no es contra nadie, que es a favor de la vida, de los niños que quieren nacer y de las madres que quieren que nazcan.

Creo que lo convenzo. Y en efecto, se ven miles de pancartas llenas de vida, que andan solas, con alegres movimientos, entre la marea humana. Gentes llegadas de toda España que reivindican su origen y su presencia, su compromiso y su alegría.

Llegamos a la Puerta de Alcalá y, gracias a mis sobrinas María y Rocío, voluntarias en la zona de Prensa, nos colamos en el oasis que es el stand de Intereconomía. Suena Jarcha y su "Libertad sin Ira" que, pienso, no sé si viene a cuento en esta historia. Dos mensajes coronan el stand de oradores: "Por la vida, la mujer y la maternidad" y "Cada vida importa", y me pregunto si en verdad puede haber alguien sensato que esté en contra de cualquiera de los dos. Y mientras mis hijos alucinan con la infinita cantidad de gente que ven a su alrededor, todos con globitos (abuelas y abuelos incluidos), cantando las canciones que suenan por megafonía, llega uno de los momentos más emotivos de la tarde. De repente se hace el silencio y por la pantalla gigante aparece la escena final de Bella, la valiente película de Eduardo Verástegui que ha salvado unas cuantas vidas de las que reclamamos aquí hoy. No quiero parecer empalagoso, pero el silencio es impactante, y la emoción brilla en los ojos lacrimosos de las cientos de personas que nos rodean. La vida es así, pienso, emocionante y bella. Mientras los tres protagonistas se alejan por la playa, empieza a sonar la vitalísima "Walk of Life" de Dire Straits ("he got the action, he got the motion") y todos nos ponemos en movimiento, a bailar, como si esto fuera una fiesta, que lo es.

Veo fotos de bebés en pancartas, y bebés en sus sillas, con los ojos bien abiertos, y veo señoras mayores, también en sus sillas (y con sus globitos), atentas a la música y a las cámaras de televisión: cuando alguna gira hacia ellas, saludan con efusión, como todos, como reivindicando su presencia «yo también estuve. Y salí en la tele».

Suena "The Who", Baba O´Riley (Teenage Wasteland), y pienso que la sabia mano de mi amigo ´El Charlas´ está detrás de la selección musical. Mi hijo Pablo coge su guitarra invisible y emula a Pete Towsend, disfrutando del punteo (es lo que tiene estar vivo, que puedes disfrutar de infinidad de cosas y momentos). Después suena la ochentera "Life is Life" y veo pasar una pancarta que reza "Matar no es buena solución" y otra, a su lado, "No los mates. Es su vida. Quiérelos, mímalos". Y miro a mis hijos y me digo que esas pancartas tienen toda la razón.


Comiezan los testimonios desgarradores de mujeres que fueron obligadas a “interrumpir voluntariamente su embarazo” y de otras que tuvieron más suerte o más ayuda o más valor y decidieron negarse a abortar (hoy, hay que recordarlo, las mujeres son las justas co-protagonistas).

Una joven de 17 años, embarazada, termina con un emotivo y sincero "seré madre y seré muy feliz". Esperanza Puente (portavoz de RedMadre), por el contrario, nos cuenta cómo hace 14 años la engañaron en el centro abortista y cómo se dio cuénta de su error cuando vio los restos de su hijo descuartizado. "Era igual que nosotros, que todos los que estamos aquí, pero pequeñito". Y lanza su reivindicación: «Las mujeres no queremos abortar. Lo más progresista es defender la vida, a la mujer y la maternidad». Ella lo sabe bien, murió por dentro cuando murió su hijo. Por eso ha dedicado su vida a salvar vidas. Suena la canción "Color Esperanza" y las pancartas vuelven a vibrar. "Vive y deja vivir", "Viva la madre que me parió", "Tengo una corazonada", sobre la ecografía de unos gemelos.

Saludo a Miguel Durán, que se apuesta 2 euros con mi hijo Pablo a ver si adivina su edad, y pierde. Veo también a María San Gil, haciéndose fotos y recibiendo besos de todo el mundo, como una estrella de cine; todos le comentamos cuánto la echamos de menos. Eduardo Verástegui llega al micrófono y el público femenino se estremece, pero habla de nosotros, los hombres, y reivindica nuestra responsabilidad compartida en la vida de los hijos que hemos colaborado en engendrar. Y recuerda a los malinterpretadores de este acto que defender la vida no es defender un criterio de partido, sino defender al hombre y a la mujer.

Después de la intensa interpretación de Pedro Alfaro del Preludio de la 1ª Suite de Bach (que va creciendo en intensidad como un bebé va creciendo en la vida), miles de globos recuperan su libertad y vuelan hacia el cielo de este Madrid convertido hoy en Capital of Life. Y puede que sea una tontería mía, pero hay un momento en que los globos parecen formar una mano, de dedos menudos, saludando desde lo alto al millón y pico de personas que aplauden entusiasmadas a ras del suelo. Supongo que puede parecer un poco cursi, pero para mis ojos fue real.

Isabel Durán, Isabel San Sebastián y Cristina López Schlichting leen el manifiesto oficial de la Marcha por la Vida y exigen a los que nos (des)gobiernan que si quieren legislar, tengan en cuenta primero la vida del niño y la ayuda a las mujeres embarazadas que desean tenerlo, que ninguna se vea abocada a abortar por falta de información o alternativas. Y otra vez me pregunto quién en su sano juicio puede estar en desacuerdo con esa idea; y me contesto que la clave está precisamente en ese sano juicio. Suena "Nada de eso fue un error" y todos cantamos con verdaderas ganas, especialmente mis dos vástagos.

El día se acaba. Me despido de mi amiga y mi jefa en "Mucho que decir" de Intereconomía, la gran Teresa Fernández, después de presentarle al consejero Juan José Güemes. Bajo el influjo de Queen y su "We are the Champions" pienso que sí, que durante unos minutos hemos sido los campeones del mundo por la vida. Ahora lo importante es que todo esto no quede en un testimonio más o menos vistoso, más o menos ruidoso, más o menos grandioso, sino que sea un testimonio permanente, profundo, honesto y valiente. Un compromiso constante más que un grito, o un clamor. Aunque lo hayamos gritado millón y medio de gargantas, millón y medio de corazones. Porque cada vida importa. Y eso es responsabilidad de todos. Y de cada uno.


Cae el atardecer en el Paseo de la Castellana. Y aún se escuchan, a lo lejos, las voces de Katrina & The Waves cantando la esperanzadora "Walking on Sunshine", mientras el sol se oculta tras los edificios, vacíos de gente. Porque todos estábamos allí, en la calle. Ya en el metro, de vuelta a casa, miro a Pepe y Pablo, agotados pero excitados aún por la experiencia, y pienso que mi vida sería menos vida si ellos (y su pequeña hermana Isa) no hubieran nacido.


PD. Me entero de que hay un Lynce que ha estimado científicamente la asistencia a la Marcha por la Vida en 55.000 personas, diez mil arriba, diez mil abajo. Y me entra la risa floja imaginando a toda esa multitud en el Bernabéu, dejando más de 20.000 localidades libres. Y me pregunto ¿de verdad hay alguien que se juegue todo su prestigio profesional de forma tan patética como descarada para saciar la demagogia de su jefe político?

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miércoles, 14 de octubre de 2009

De costa a costa y me piro porque me toca

España es un país de abundante costa, no en vano está en una Península, que es lo bueno que tienen las penínsulas (para quien le guste el mar, claro). Tenemos costas de todos los colores, especímenes y condiciones: Costa Blanca, Costa Brava, Costa del Sol, Costa Ballena, Costa Dorada (o Daurada, según la inmersión costera), Costa Adeje, Costa de la Luz, Costa da Morte (que es donde se estrellan los barcos y se hunden los partidos), Costa Cálida, Costa del Azahar, Costa Vasca (cuna del surf y vivero de faisanes), Costa Mediterránea en general, Costas Gallegas, Asturianas y Cántabras, incluso Costa Serena, que es como una especie de hotel flotante que recorre el apacible Mare Nostrum transportando apacibles jubilados a un mundo de falso lujo que en tierra ni siquiera alcanzan a soñar. Vacaciones en el Mar, pero sin el simpático Capitán Stubing y sin souvenirs en Puerto Vallarta.
Y por supuesto tenemos al Costa de Valencia (teníamos un Costa en Madrid pero se esfumó, como arrasado por un extraño tsunami gallego en el Mediterráneo). Al Costa de Valencia, entrañable, sus amigos le llaman ‘Ric’, no sé si porque suena más pijo o por acercarle (me entra la risa) al héroe de “Casablanca”, por aquello de acercarse a su héroe de Valencia (el de “Yes, we Camps”) que a su vez quiso acercarse a su héroe de la Casa Blanca, el flamante ganador del recién instaurado Premio Nobel de la Paz Futura, Barack Ohbama! Aunque ya metidos en metáforas cinéfilas, yo a Ric Costa lo veo más creíble protagonizando “From Here to Infinity”, ambientada en la Costa del Pacífico (Pearl Harbor o así), en la que él mismo estrella su carísimo vehículo de 80.000 euros contra un kamikaze japonés, sin necesidad de especialista profesional alguno, sacrificando su vida por salvar a su país. Y encima sin haberle dado tiempo a revolcarse con una esplendorosa Deborah Kerr envueltos por el salvaje y apasionado oleaje. Lástima.
Además de nuestras maravillosas costas y nuestro entrañable Ric Costa, hay otras costas por el mundo que me vienen en oleadas a la memoria, ya puestos a enlazar tonterías. Por ejemplo, Nikka Costa, la candorosa niña que allá en el 80 a veces se preguntaba «¿dónde he estado? ¿quién soy? ¿me he adaptado? Creéme, es duro estar sola, ahí fuera, por mí misma». Y luego nos hacía soltar un mar de lágrimas con ese estribillo melancólico y premonitorio: «Cuando estoy decaída / y me siento triste / cierro los ojos / y puedo estar contigo / Oh sé fuerte por mí / cariño créeme, / ayúdame, ayúdame te necesito». Es que estoy viendo a Rikki Costa cantándole esto a Camps y no me llega el alma a los pies, lo juro.
Teníamos también al entrañable y sabio Paco Costas, que siempre nos daba «La segunda oportunidad» para que no estampáramos el coche contra una roca gigante en mitad de la carretera (todavía me duele ver aquel precioso Jaguar convertido en un acordeón). Un programa que no debió ver en su día el amigo Ric Costa, a tenor de cómo debió quedar su carísimo Infinity recién estrenado y recién estrellado. Fue, creo, la primera imagen que vi de Ric Costa: entrando en el parlamento autonómico, traje a supermedida, brazo en cabestrillo y cuello encollarinado, partido de risa cuan memo quinceañero después de estrellar la Vespino, y los colegas riéndole la hazaña. Hay que ser tonto. Esa foto me dio ya una imagen certera del personaje. Luego le oí hablar… y entonces decayó también mi imagen de Camps, culpable sin eximentes ni atenuantes de haberlo elegido portavoz (¡con esa voz!). Cosas del PP, ya sabemos.
Y luego está el Gold Coast, que suena a oro pero es tabaco barato, no como las lujosas baratijas en forma de caviar ruso, pelucos y demás que regalaban Don Vito Correone, su compinche El Bigotes y los 40 ladrones del «¡ábrete gürtel!». Éstos, que llegaron con ínfulas de Costa Azul pero están más cerca de la costa siciliana, por supuesto sin el glamour romanticista de Puzo, sino más bien la cutrez casposa de Esteso y Pajares en “Los Bingueros”. O en “Los Chulos”, tanto da.
Y de costa a costa, coast to coast, a través de la U.S. Route 50, que parte de Ocean City, Maryland, en la costa Este, atraviesa todo el país con orgullo y sin interrupción y muere en Sacramento, California, en la costa Oeste; pasando por Washington, of course, que es donde está la Casa Blanca (que no tiene nada que ver con Casablanca, en principio) y donde nuestro Mister Paz y el recién estrenado Premio Nobel de la Paz Futura han tenido media hora, minuto más minuto menos, para salvar a la Humanidad del inminente apocalipsis nuclear y/o climático, que nunca me aclaro. El que no estaba invitado al encuentro planetario era el tal José Luis Ulibarri, que es algo así como el Gürtel Connection con la Moncloa, que sí, que también está metida en el ajo correoso de Don Vito, pero que parece ser que no es momento ahora de airearlo, que ya habrá tiempo después. Cuando convenga. Como lo del Faisán, que no es caviar ruso, ni peluco de a 20.000, ni Infinity de a 80.000 pero apesta a corruptela ministerial y/o policial y/o judicial que no veas. Claro que cuando se cruzan los nombres Garzón y Rubalcaba, de ahí sale algo malo seguro. Y malo en el sentido de maligno. Incluso malévolo, que les pega más. Porque eso de jugar con la ley antiterrorista para aplicársela a la oposición en lugar de a los terroristas, pues qué quieren que les diga, muy democrático no suena, la verdad. Lo reconozco, a mí Rubalcaba siempre me ha dado un poco de miedo; incluso cuando detiene etarras tengo la sensación de que lo hace por alguna razón oscura. No sé, serán paranoias mías.
Pero, siguiendo con la tontería ésta de las costas, quien mejor ha definido la astracanada pepera que estamos viviendo (o sobreviviendo) es, curiosamente, Costa Gavras. Sí, amigos, el activista director franco-griego se adelantó años a los acontecimientos (al contrario que el PP, que va siempre a rebufo de los acontecimientos) y nos explica de manera acertadísima la situación de marras a través de los títulos de sus películas: “Estado de Sitio”, “Desaparecido”, “El Sendero de la Traición”, “La Confesión”, “Un Pequeño Apocalipsis” e incluso “Z”, que aunque está ambientada en la dictadura militar griega de los 60, recuerda asombrosamente a la Ezpaña actual, con sus triquiñuelas judiciales, sus manejos perodísticos, sus investigaciones frustradas y demás.

Total, que después de tanta costa, tanto Costa y tanta costalada mediática del PP (absolutamente merecida, por otra parte, que es que no se enteran de nada estos chicos, y cuando se enteran no hacen nada), aún no sabemos si el colega Ric ha dimitido, le han echado, le han manipulado, le han snobeado o ha caído como un pichón. Y mientras escribo la tontería ésta, escucho a Ric Costa y luego a María Dolores de Cospedal y me viene a la cabeza María Dolores Pradera, musitando aquella maravilla que escribió un tal José Alfredo y que decía:

«No me amenaces, no me amenaces
cuando estés decidida a buscar otra vida
pues agarra tu rumbo y vete
pero no me amenaces, no me amenaces
ya estás grandecita, ya entiendes la vida
ya sabes lo que haces.

Porque estás que te vas y te vas y te vas
y te vas y te vas y te vas y no te has ido»

Pues eso.
...

jueves, 8 de octubre de 2009

Otra de piratas: 15 soluciones tontas y una de verdad.


Pues resulta que los que montaron el cirio con lo del Monte Gorbea, los mismos que mostraron su “profunda preocupación” cuando militares invasores españoles colocaron una bandera española en la mismísima Cruz que corona la cima del Gorbea, ahora quieren embarcar infantes de Marina del ejército invasor español en los pesqueros que faenan sin bandera española en las procelosas aguas del Océano Índico. Muy coherentes, los chicos, como es habitual. Pero el Gobierno Centralista de Madrid les ha denegado la cosa, todo sea por mantener la propia coherencia con su visión pacifista y buenista de este mundo de piratas y terroristas, nada pacifistas ni buenistas, por cierto. Así que los coherentes armadores vascos han solicitado la ayuda de soldados de fortuna británicos, expertos, parece ser, en materia piratesca (descendientes directos de Drake, of course). Los hijos de la Pérfida Albión estarán bien provistos de armas automáticas de largo alcance, como tiene que ser, que utilizarán sin miramientos ni burocracias para garantizar la seguridad de los atuneros bermeotarras y, de paso, la provisión de ventresca en mi despensa, cosa que es de agradecer. «Tenemos que dejar de ser el chocolate del loro de los piratas» han declarado los armadores de fortuna, con toda la razón. Y entre el chocolate y la ventresca, yo me quedo con la segunda.

La ministra Chacón, esposa y marioneta del publicista Barroso, declaró el mismísimo día del del secuestro y en rueda de prensa ofic… ah no, perdón, tres días después del secuestro y en entrevista televisada que «no es posible legalmente» lo de los marines (como si a este des-gobierno le costara legalizar a su antojo), pero que recomendaba a los armadores revolucionarias y contundentes medidas de protección, a saber: «vallar los barcos, dotarlos de cañones de agua y sirenas de alto voltaje» (sic) y si no, que se «busquen caladeros alternativos» y sin peligro, que eso sí que es infalible. Vale, colega. Y se habrá quedado tan a gusto, la tía. Si no fuera por la connotación machista del término, que de seguro sería interpretado con malicia, soltaría aquello de “manda huevos”. Vallitas, mangueras y sirenas, contra kalakas, ametralladoras y lanzagranadas (probablemente adquiridos con el rescate del Playa de Bakio). ¿Y en manos de esta señora están nuestros tres ejércitos tres?… ¡Manda huevos!

Y digo yo, puestos a defendernos de los malos sin disparar un solo disparo, siguiendo las teorías defensivo-suicidas del ex ministro Bono, se me han ocurrido unas cuantas soluciones probablemente más contundentes que la vallita, la manguerita y la sirenita… y no tan elocuentes como el “toma el dinero y corre” con el plus de “vuelva usted mañana”.

Solución 1: embarcar comandos de gudaris euskaldunes de cuatro miembros y miembras, equipados con gafas de buceo y tubos de respirar, y con una buena provisión de bombas lapa para colocar bajo el casco del barco pirata. Si la cosa no funciona, siempre pueden hacerse colegas y repartir el botín, pero sin hacer pupita a los pescadores vascos.
Solución 2: convencer a los piratas de que contraten los servicios de Don Vito Correone, su colega el bigotes y demás ralea pijomafiosa, de forma que en pocas semanas estarían los filibusteros lanzándose mierda unos a otros y acabarían arruinados y/o encarcelados.
Solución 3: llamar a Peter Pan, Campanilla y los niños perdidos, que ya vencieron a los malvados piratas sin derramamiento de sangre y encima se quedaron con el barco del capitán Garfio (ésta le va a encantar a Mister Paz, seguro).
Solución 4: organizar una delegación de la Alianza de Civilizaciones, encabezada por el ministro Moratinos, que inicie un proceso de paz con los piratas; si todo va bien, la cosa acabará en un crucero multicultural por el Mediterráneo que compartirán piratas, pescadores, armadores, Moratinos y señora y un matrimonio turco amigo de la pareja.
Solución 5: pedir ayuda a la Quinta Flota de la Marina Estadounidense, como quien llama al 7º de Caballería, para que tapen con sus enormes destructores el barco de la delegación española mientras realizan el pago del rescate.
Solución 6: pagar con billetes falsos, retocados con photoshop, y si nos pillan echarle la culpa al PP.
Solución 7: enviar al Juez Garzón, erigido en Justiciero de los Mares, amenazando a los supersticiosos piratas con levantar todas las tumbas de sus antepasados y condenar a sus espíritus por los siglos de los siglos, sin posibilidad de tercer grado.
Solución 8: ceder a los piratas un porcentaje de la pesca obtenida en concepto de protección frente a los piratas, al más puro estilo ‘gorrilla’ (este sistema, al parecer, les funciona de maravilla a los japoneses, que estarán tronados, pero de tontos no tienen un pelo).
Solución 9: obligar a los atuneros españoles (vascos también) a ondear las 17 banderas autonómicas, para hacer creer a los piratas que se la juegan contra 17 poderosas potencias militares y se hagan caquita de la misma.
Solución 10: entregar a los piratas un teléfono móvil anónimo, al que llamaría un anónimo jefe de seguridad de un partido político equis, para convencerlos de que huyeran antes de que llegara la poli española (¡qué pasa, con los de El Faisán funcionó!).
Solución 11: introducir sibilinamente en el sistema financiero de los piratas las ideas de la ministra Salgado, acabando con su organización de un plumazo, de pura inflación, inanición y depresión. Y si falla, siempre se puede provocar un ERE en la compañía Piratas Somalíes S.L. y mandarlos a todos a la cola del paro.
Solución 12: organizar una gira del Real Madrid por la zona, cambiando cromos repes de Kaká y Cristiano Ronaldo por kalakas y granadas, que también las tienen repes.
Solución Viernes 13: pegar el susto padre a los confiados piratas enviando a las hijas góticas de Mister Paz, en plan aparición espeluznante en mitad de una noche de tormenta; y si las niñas están en el cole, lo mismo con Karmele Marchante.
Solución 14: campaña de marketing creada por el ministro de defensa consorte, señor Barroso, con una oferta que los piratas no podrán rechazar: tdt de pago gratis para toda la vida, incluyendo los partidos del Real Madrid, el programa de Wyoming y pelis porno de calidad.
Solución Final: estratégica colocación de supositorios bomba, a manos de la Ministra de Sanidad, alias Trini, después de convencer a los piratas de que es la única solución posible para prevenir la megaendémica Gripe A.

Y la única seria, inteligente y eficaz (ésta no es mía), enviada por un marino mercante retirado a la sección de “Cartas al Director” de un diario: barcos militares camuflados, o sea, atuneros fuertemente armados (con las armas ocultas, claro) y tripulados por expertos soldados disfrazados de inocentes pescadores. Como en ‘Los Cañones de Navarone’, vamos. Se desperdigan unos cuantos, bajo pabellón español, por esas aguas turbulentas y a esperar el intento de abordaje. Al tercer esquife pirata que salga por patas con el culo chamuscado, o abrazados a su flotador de capitán Garfio, seguro que empiezan a buscarse los atunes en otros mares.
¡Que sepan que con mi ventresca no se juega!
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lunes, 5 de octubre de 2009

El cantazo de Karmele. ¿Infamia, vileza, perversidad y/o patetismo?


• Infame: Que carece de honra, crédito y estimación. // Muy malo en su especie.
• Vil: Se dice de la persona malvada o que corresponde mal a la confianza que se deposita en ella.
• Perversa: Sumamente mala, que causa daño intencionadamente. // Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.
• Patética: Grotesca, que produce vergüenza ajena o pena.

Yo no sé cuál de estos adjetivos define de manera más precisa, justa y contundente a la personaja conocida como Karmele Marchante y nacida como María del Carmen Marchante Barrobés allá por 1944, o sea, hace 65 años, dicho esto sin ánimo de señalar, que bastante tiene la susodicha con ser quien es. Por ilustrar un poco el asunto que hoy nos ocupa, permítanme que les haga una muy breve presentación de las hazañas ético-periodísticas de la mengana (que si la llamo fulana me busco un lío): se autoproclama "luchadora por la independencia de Cataluña", y lo demuestra con orgullo en cuanto hay ocasión, incluso entonando, puño en alto, ´Els Segadors´ en vivo, en directo y en grotesco.
También es feminista de pro, aunque no le haría ascos a salir en bolas en la portada del Interviú si la cosa está ´bien pagá´, y, según ella misma se justifica, «para certificar con mis palabras y con mi cuerpo que soy una mujer feminista y que puedo expandir con mis palabras y mis ideas un montón de cosas hacia las mujeres. Además, quiero demostrar a las mujeres de mi perfil se sientan orgullosas de su cuerpo y no el cuerpo que imponen los cánones que se están imponiendo ahora mism (…) y porque será mi pasaporte para ir a Eurovisión, que en realidad es lo que quiero». ¿Se la imaginan desnuda en Interviú y, lo que es peor, se la imaginan cantando en Eurovisión?

Por cierto que esta vocación de dar el cante no suele desperdiciarla la periodista Karmele, ni siquiera en la intimidad más íntima, como demostró cierto día en su programa (des)entonando el ´Lalala´ sentada sobre un retrete, en vivo, en directo y en patético.

Muy monárquica no parace la chica, a tenor del artículo colgado en su blog "La meapilas de la reina" (31/10/2008) en el que escupía: «Espero que llegue pronto una buena República laica, al estilo francés. Y también que la señora griega le salgan niet@s gays, abortistas y plumerines para que se entere de lo que vale un peine social. Ya que familiares aprovechad@s de su rango y chupando del bote ya los tenemos. ¡Viva la República y abajo la Monarquía!»
Conocida es también entre su público, que la adora, por sus magistrales y enriquecedoras lecciones de sexo autodidacta (cosa comprensible, por otro lado), especialmente especializada, parece ser, en las bolas chinas que, según opinan algunos expertos, puedan ser las causantes de su inquietante rictus facial, que a priori parece deformación pero debe ser más bien desesperación (claro, tanta manía a los hombres no podía ser bueno).

Su buen hacer periodístico quedó igualmente acreditado cuando la Audiencia Provincial de Madrid condenó a la menda a indemnizar con 6.000 euros a Carmen Sevilla, por intromisión ilegítima en su honor, al haberse referido a la artista como de «las más descerebradas del solar patrio». Igualmente, un juzgado de Sevilla la condenó por atacar el honor del alcalde de Cazalla de la Sierra. Y me parecen pocas condenas, dos, para lo que suele salir por esa boquita de fresa y para lo que suele pensar ese cerebro de fresa.

Reseñable es también su amistoso encuentro con las autoridades estadounidenses; en un viaje a Nueva York fue confundida con una terrorista y detenida, aislada e incomunicada por «sabuesos imperialistas»; ella misma reconoció en la tele (of course!) que «casi me di de cabezazos contra la pared, estuve "casi" en estado de coma». Si quitáramos la palabra ´casi´ las dos veces podrían explicarse un montón de cosas.

Tampoco debe ser especialmente querida por sus compañeros de programa; en lo poco que he llegado a ver, zapeando (lo juro), o está enzarzada con alguno de sus colegas ´periodistas´ o está enzarzada con todos a la vez. El último caso, según he podido comprobar en youtube, ha sido la penúltima demostración de su alta finura moral y su sabio intelecto periodístico, al burlarse de un compañero de programa que padecía cáncer de páncreas, eso sí, con mucha mística: «ya ha emprendido su particular viaje a Ítaca, en la barcaza del dueño de Averno». Muy intelectual, muy fina, muy noblota ella. Obvia decir que no pidió perdón ni mostró el mínimo signo de arrepentimiento, ante las propias barbas del afectado.

Pero el grado máximo de infamia/vileza/perversidad/patetismo (elijan ustedes) de la kolega Karmele llegó hace un par de semanas, en ese divulgativo programa de nombre Sálvame y de presentador el tal Jorge JavierKarmele Marchante llegó a los niveles más bajos de la dignidad humana, burlándose de forma lamentable y frívola del aborto. Probablemente ella pensó (es un decir) que hacía gracia, lo mismo que debieron pensar los espectadores, los contertulios y el presentador, que le siguieron la supuesta gracia acompañándola con palmas y risas. La cosa, para que se hagan una idea más concisa, fue ´versionando´ la famosa canción de Los Payasos de la Tele, que en boca de la tipa quedó como sigue:

«Sábado antes de almorzar una niña fue a jugar pero no pudo jugar porque tenía que abortar. Así abortaba, así, así. Así abortaba, así, así. Así abortaba que yo la vi». (escuchen el audio aquí)

Y, sin venir a cuento (para una mente racional), continuó su desvarío sin interrupción con lo que sigue:

«Feminismo pa´delante, machismo pa´atrás... Yo soy soltera... Voló, voló, Carrero voló... uy, y en el alero quedó...».

Impresionante el trueno mental de esta mengana; delirante hasta el extremo. ¿Pero realmente se escucha a sí misma, no ya cuando canta, sino simplemente cuando piensa? ¿Ha pensado esta feminista de pro, siquiera un segundito, en el trauma, el dolor y la tristeza que supone abortar para la mayoría de las mujeres? Juzguen ustedes, si lo desean. Pónganle justo adjetivo a la cachonda de Karmele. Yo les propongo cuatro: infame, vil, perversa y patética. Pueden elegir uno, o los cuatro; o ampliar la lista hasta donde quieran o crean. El diccionario de la RAE está repletito.

Y un último apunte: ¿A qué esperan Miliki o Fofito, o quien quiera que guarde el legado de los entrañables Payasos de la Tele, para meterle a esta señora un pedazo de querella que la deje temblando por los siglos de los siglos y, de paso, la borre del mapa catódico? ¿Se puede llegar a pervertir más el espíritu de una canción infantil? Y la SGAE, ¿qué dice de esto?

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