jueves, 28 de octubre de 2010

El insulto, el agit-prop, Goebbels y Rubalcaba


Pues nada. Ya ha empezado la cosa. No ha tardado ni dos días el flamante nuevo megavicepresidente omnipresente y omnipotente en poner en marcha la maquinaria que tan bien se le da. La del agit-prop, digo. Y todos los enanitos que a sus órdenenes trabajan –en su partido, en su ministerio y en sus medios de comunicación- la mantienen bien engrasada y a pleno rendimiento. La excusa, esta semana, es la tontería que ha dicho un alcalde del PP (claro), que no deja de ser una grosería y, sobre todo, una gilipollez conociendo el percal, pero que en un país normal no dejaría de ser una anécdota tonta. Pero hete aquí que la maquinaria la ha convertido en asunto de Estado, en noticia de portada en todos los telediarios, en titular y columna de todos los diarios adscritos, en asunto obligado de toda tertulia que se precie y, en fin, en comentario más o menos justiciero de programas tan presuntamente neutros como El Hormiguero (¡ja, neutros!). Si en España existiera la lapidación, como en los países amigos, al alcalde de Valladolid le habrían lapidado en la plaza mayor. Y el megavicepresidente habría tirado la primera piedra (por supuesto, escondiendo acto seguido la mano zurda).

Guiados por la mano diestra del gran cominicador Joseph Goebbels, siguiendo a rajatabla sus famosos 11 principios de la propaganda nazi, Rubalcaba y sus muchachos (y sus muchachas, a ver si me van a tachar de machista, o de machisto) lo han vuelto a hacer. Como en el 11M. Clavadito. Desde el principio. Por poner tres ejemplos, el Principio de la Transposición: cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque; o el Principio de Orquestación: la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas (Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad); o el Principio de la Exageración y Desfiguración: convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. ¿Les suena? ¿A que sí?

Pero ya sabemos que la progresía tiene bula en estas cosas. Una bula laica (jeje, suena a ruso eso… ¡bulalaika!) que les permite insultar, amenazar, aislar o agredir (incluso asesinar) a la Derecha porque sí, cuando les venga en gana y con impunidad total. Porque algo habrán hecho; y si no, ya lo harán; y si tampoco, pues porque son los malos (como afirmó Peces Barba en el homenaje a Carrillo). Y punto.

Pero claro, se olvidan de que aún tenemos las hemerotecas y, sobre todo, internet. No sé tampoco si les importa demasiado, pero ahí van algunos recordatorios de lo que han soltado esas boquitas de bífidas lenguas que, a mi modesto entender, es bastante más grave que lo de la señorita Pajín, la de los tres sueldos, los papis tránsfugas presnutamente corruptos y flamante (glups) nueva ministra de Sanidad. Entre otras cosas porque no son sólo insultos, algunos rozan e incluso traspasan el delito. Veamos:

«Habría que matar a todos los del PP» (Ramón Bagó, ex alcalde de Calella); «¡Viva la República, muerte al Borbón!» (Joan Tardá, diputado del Reino de España); “Me cago en la puta España” (Pepe Rubianes, actor fallecido); «La bandera bicolor es cosa de Franco y excluye a los españoles derrotados en la guerra civil» (María Antonia Iglesias, periodista); «Espero que llegue pronto una buena República laica, al estilo francés. Y también que la señora griega (la reina) le salgan niet@s gays, abortistas y plumerines para que se entere de lo que vale un peine social. ¡Viva la República y abajo la Monarquía!» (Karmele Merchante, ¿periodista?); “Los que votan a la derecha son unos tontos de los cojones” (Pedro Castro, ex alcalde de Pinto); “Por cada millón de personas que se manifestaba existían cuatro millones de hijos de puta que callaban sabiendo que iban a votar a Aznar” (Maruja Torres, escritora) “La Terribas está mal follada. No puede ser que sea tan mala persona, tan tendenciosa, tan faltona, tan cínica, tan despectiva hacia su presidente...” (Miguel Ángel Martín, PSC); El PP es una “turba mentirosa que piensa, desde su imbecilidad, que todos somos más imbéciles que ellos” (José Luis Cuerda, director de cine); “La subida de la gasolina a mi me da igual, yo tengo coche oficial, así que el resto que se jodan” (Juan José Martín, alcalde socialista de Pinto); “Éste es el cabrón que me machaca en el Congreso” (Magdalena Álvarez sobre el diputado del PP Andrés Ayala); “¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una pandilla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?(Almudena Grandes sobre Sor Maravillas); “El Ejecutivo de Esperanza Aguirre no es el de una derecha civilizada, sino que es un gobierno facha” (Tomás Gómez); “Esperanza Aguirre es de las besa de día y muerde de noche” (José Bono, empresario y político); “El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres” (Evo Morales); “No quiero putos en mi destacamento” (Ernesto Che Guevara); “¡Vamos a quemar a la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal!” (frase coreada en el Día del Orgullo Gay… los “putos” que decía el Che); "¡A ver si se te quitas la cara de culo que tienes! ¡Mentirosa!" (Mila Ximénez a Karmele Merchante).

Y, por terminar este repaso con la causa que lo comenzó, o sea, Leire Pajín: «Para la próxima ejecutiva, si sigue Zapatero, estoy preparando a mi nieta para ver si entra, es mujer y joven» (Joaquín Leguina); “¿Pajín es sinónimo de masturbito?” (Wyoming, a Pajín).

Pero claro, bienaventurados los progres porque siempre serán perdonados. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, escupan lo que escupan, aquí no ha pasado nada. Si ya lo decía el fundador de la cosa: “Combatiremos sus ideas dentro y fuera de la legalidad, e incluso justificaremos el atentado personal” (Pablo Iglesias a Antonio Maura, presidente del gobierno legalmente constituido).

La estrategia es así de simple: no se imaginan la de miles de veces que vamos a escuchar, de aquí a 2012, la palabra-consigna facha, fascista, extrema derecha, caverna, cinturón sanitario, derechona, falangistas, hijos de puta, asesinos y demás calificativos sin importancia. Rubalcaba lo sabe, como lo sabe Pepiño, como lo saben también El País y la SER y Cuatro y la CNN. Y Roures Entertainment. Como lo sabía, ya en 1943, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética: “Nuestros camaradas y miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente”.

Y el próximo día hablaremos de ETA.

jueves, 21 de octubre de 2010

El gobierno de halloween


“No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor” decía el inocente Alejandro Dumas. Claro que a mediados del siglo XIX aún no había nacido Alfredo Pérez Rubalcaba (¿o sí?), hoy Ministro de Escuchas y Asuntos Oscuros y mañana, además, Portavoz y Vicepresidente Primero del Gobierno del Reino de España, que debe ser como una especie de Richelieu pero en más malvado. O sea, el que manda, el que dicta, el que dispone, el que maquina, el que maneja, el que regenta, el que corta el bacalao, vamos, así dicho en cuatro palabras.

No, el inocente Dumas, cuando inmortalizó a su maquiavélico y ambicioso cardenal Richelieu, no conocía al maquiavélico y ambicioso cardenal Rubalcaba, inmortalizado a sí mismo legislatura tras legislatura, superviviente del GAL, del pelotazo, de Roldán, de Almunia, de los 8 años de Aznarato, del fracasado Bono, de la fracasada Trini, del caso Faisán, de los procelosos procesos de paz, de las sombrías negociaciones y los descarados acercamientos, y, en general, de los sucesivos gobiernos en crisis permanente de Mister Paz. Porque si Dumas hubiera conocido a Rubalcaba habría reconocido que no son los peligros desconocidos los que inspiran más temor. No. Habría reconocido que, en efecto, sí hay una cosa más terrorífica que el terror a lo desconocido: el pavor a lo conocido. Si lo conocido es Rubalcaba. Espeluznante.

Desde luego, el presidente Mister Paz no podía haber elegido mejor momento que las vísperas de Halloween para meternos el pavor en cada neurona (las poquitas que nos quedan sanas) de nuestros desgastados cerebros. Ahora que andan los escaparates de las jugueterías, las cuñas en la radio, las marquesinas de la calle rebosantes de terror peliculero (hoy he visto un anuncio genial, por cierto: la fantasmagórica “niña de la curva” haciendo auto stop para ir al Parque Warner, especial Halloween); ahora que tenemos aún fresco en el cuerpo el miedo a los piquetes palo-informativos de la brigada sindicalista, o el temor a las hordas fascistas que invadieron de tanques y legionarios con chapiri la capital de este país o estado o entelequia o discusión o lo que sea; ahora que permanecíamos aún con el tembleque corporal y mental que nos ha dejado la siniestra sensación de estar enterrados en vida (no hablo de “Buried”, la película, sino de la España de ZP); ahora que andábamos cagaditos tras la entrevista-trampa a Otegui en elpaís (¿redactada por Rubalcaba?), coincidiendo siniestramente con los Presupuestos del PNV; ahora, en fin, que 5 millones de zombies recorren las calles y las oficinas del inem en busca de un soplo de vida laboral, ahora que ya no nos cabe más miedo en el cuerpo, va Mister Paz y nos asciende a Rubalcaba. Y nos lo coloca en primera línea de salida para 2012. ¡Joder, con el humor negro!

Hemos pasado del “En ocasiones veo muertos...” al “ya están aquíííí´”. Del muerto andante Zapatero, con Z de Zombi, al desembarco de la Liga Siniestra de Valpurgis en pleno. Porque mira que el gobierno parecía que no podía ir a peor: pues nada, el Míster ha conseguido el más difícil todavía. Y de la mano siniestra del cardenal Rubalcaba viene, agárrense los machos, ¡¡Leire Pajín!! (¡¡Aaaaaahhrrgggg!!) ¡Toma susto! De ministra de Sanidad. (¡¡Aaaaaahhrrgggg!!) ¡Toma más susto! Y con toda su familia (¡¡Aaaaaahhrrgggg!!). Tranquilos, es broma, es broma (uno también tiene su humor negro). Y con Leire, la despeiná, la del puño en alto y los tres sueldos, la del CV monosílabo, la hija del trasfuguismo, la niña del Exorcista, llegan un tal Gómez (¿¡Tomás!? ¡Joder, qué carrerón!), que no se llama Tomás sino Valeriano, que viene de la UGT (aahh, ya veo, ya) y que fue quien limpió el asunto sucio aquél de la PSV (pues eso, de confianza). Y aparece en la escena medioambiental la ex comunista y ex alcaldesa cordobesa Rosa Aguilar, por aquello del cupo paritario, suponemos (al final la han tentado, después de años in-tentándola), que no sabemos si viene llena de ideas tipo Gore (de Al, no de peli de sangre a borbotones); y, ¡al fiiin!, el inefable Moratinos, el bonachón, el blandito, el pacifista, el integrador integrista, el lo-que-quieras-te-lo-doy-y-no-te-pido-nada-más-que-tu-amor, el chikilicuatre sin fronteras, el amigo de sus amigos, Moratinos Desatinos, se va. ¡¡Ooooolé!! ¿Y quién viene con la maleta en su lugar? Pues Trini Sonrisas, claro. Como premio a su sacrificio primario de Madrid, siguiendo la costumbre de ser premiada cuando se deja partir la cara de Mister Paz en la suya propia. Si perder la sonrisa, claro. Con esa sonrisa, llegará lejos. Vaticino.

¿Y quién se va (o le van), se preguntarán? Pues el discutible ser humano o ser vivo conocido por Bibiana, cuyo ministerio ha sido verdaderamente terrorífico, como un Ministerio del Terror, vamos; entre las muertes a domicilio, que han subido bajo sus demagógicas e ineficaces leyes paritarias, y su gran aportación a la (des)humanidad, que ha multiplicado las muertes intrauterinas bajo el ala negra de su ley antiparitoria, el paso de la niña-ministra Aído por el poder ha dejado más terror y destrucción que el viejo Atila. Sobrecogedora, la niña. Más miedo que la muñeca diabólica da.

Y desaparecen también una tal Beatriz Corredor, o Pasillo, no sé, que parece que se ocupaba de hacer la casa o algo así. Porque mucha más competencia no tenía (y además con ella desaparece su ministerio, con muebles y todo). Eso sí, incompetencia, toda. Como el insigne Celestino Corbacho, el personaje que ha conseguido superar el récord Guinness de paro del último Felipismo y lo considera “un marrón” para sí mismo, que no un marronazo para cinco millones de españoles, que ya se arreglarán, los muy quejicas. Y se va también la imagen y voz del zapaterismo, o sea, la imagen arrugada y la voz cascada de María Teresa, la hija de Wenceslao, el ilustre falangista y sin embargo “represaliado”. Lo que ignoramos es si la Vice se va a trasladar a su vivienda fantasma de Beneixida, y si le caben allí los armarios de fondo infinito y su ejército de peluqueras-manicuras-pedicuras-maquilladoras-estilistas, que eran de todo menos milagrosas. Tampoco la echaremos de menos.

En fin, que entre el Zombi Zapatero y su Vicepresidente de Escuchas y Asuntos Oscuros, la crisis de gobierno nos va a sumir en una especie de Noche de Halloween anticipada y de año y medio de duración, qué canguelo tú, y vamos a estar mirando detrás de cada puerta, de cada cortinilla de ducha, de cada negra ventana, de cada árbol tenebroso por si aparece el todopoderoso y todomaligno Rubalcaba, el ojo que todo lo ve, el oído que todo lo escucha, el cerebro que todo lo maquina. Prepárense. Yo ya no me acuesto sin mirar debajo de la cama.

Ya lo decían en la terrorífica y sádica ‘Saw’: “Vive o muere, tú eliges. Vamos a jugar un juego. ¿Crees que se ha acabado porque estoy muerto? No se ha acabado, el juego acaba de empezar.” ¡Glups!

jueves, 14 de octubre de 2010

Del Desfile Militar a la Caravana de la Paz


Otra vez la Fiesta Nacional. Otra vez el desfile. Otra vez el orgullo de nuestros soldados, desfilando ante su gente. Otra vez la ilusión de la gente, orgullosa y agradecida, aplaudiendo a sus soldados. Otra vez los vítores espontáneos y sinceros a España, a la Legión, a la Guardia Civil. Otra vez las banderas engalanando la calle, los balcones y los corazones. Otra vez las miradas hacia el cielo para admirar (con retraso) a la rojigualda Legión Cóndor. Otra vez las lágrimas furtivas al escuchar (y sentir) esa gran verdad y ese gran consuelo que es “La muerte no es el final”. Otra vez las familias, los jóvenes, los abuelos, los inmigrantes, los currantes, los parados, todos a una, abrazando ese concepto para ellos ni discutido ni discutible llamado España, que es mucho más que sus políticos, mucho más que sus representantes sindicales, mucho más que sus artistas, mucho más incluso que su selección de fútbol. Otra vez España salió a la calle, la España real, a decirle a su casta gobernante que está orgullosa de ser española, y que eso incluye estar orgullosa de sus ejércitos, de sus soldados, de su entrega y generosidad (“No quisieron servir a otra Bandera, no quisieron andar otro camino, no supieron morir de otra manera”. ¿Hay mayor acto de generosidad que entregar la vida por los demás?).

Sí. Otra vez el desfile. Y otra vez los cabreados abucheos al presidente zombi, esta vez más frecuentes y atronadores (por la lejanía obligada del público y por el creciente cabreo generalizado). Y otra vez la cobardía que apunta a grupúsculos de la derecha extrema infiltrados entre los pacíficos y agradecidos ciudadanos. Y otra vez la rabia nacionalista, escupiendo contra el viento su rencor y su envidia. Y otra vez la humillación callada ante un desplante impresentable, esta vez del impresentable gorila rojo y su impresentado abanderado. Y otra vez la minimización del acto, con la doble excusa del recorte, de presupuesto y de recorrido (gracias, Gallardón). Y otra vez las soterradas discusiones entre los próceres, las miradas largas (salvo la de Corbacho, que era larga pero de puro y feliz alivio), las miradas esquivas, los saludos fríos y las sonrisas falsas, tal vez porque a muy pocos les gusta estar ahí (¿verdad, Montilla? ¿verdad Rajoy?). Y otra vez la grandilocuente hipocresía de Zapatero, Rojo y Bono, acompañando a viudas y huérfanos en la ofrenda a sus caídos, ésos que cayeron en actos de paz.

Por mucho que a tantos les duela, les corroa y les joda, el ejército español es querido, respetado y admirado por sus compatriotas, y por todos aquellos (soldados y civiles) que los han conocido más allá de nuestras fronteras, desde Haití a Kosovo, desde Afganistán a Somalia, desde Irak a Líbano. Y a muchos españoles nos gusta demostrárselo, al menos una vez al año. ¡Qué menos!

Y además, nunca se sabe hasta cuándo vamos a tener ocasión de demostrárselo. Tal vez, el próximo año, el presidente que nos desgobierna quiera pasar de nuevo a la historia en nombre de la paz y, a falta de Irak o ETA, eche mano de nuestro 12 de Octubre, de nuestra Fiesta Nacional y con la excusa de los abucheos -anécdota elevada artificial y sibilinamente a protagonista- decida por decreto ley que el sentir del pueblo español no es vitorear a sus Fuerzas Armadas por la Castellana (fascista apología del militarismo, aberrante justificación del genocidio), sino ensalzar y aplaudir a sus Fuerzas Civiles más representativas. En lugar del desfile militar, la caravana de la paz, abarrotando de banderas republicanas el paseíllo de la Castellana (otrora del Generalísimo). A la cabeza, el propio Mister Paz con su Grupo de Mando, o sea, los ministros y ministras, sonrientes y orgullosos de su obra, vitoreándose, aplaudiéndose, adorándose a sí mismos. A continuación, la Brigada Sindicalista, arropados por sus tropas de asalto informativas, armadas con bates, barras de hierro, palos pancarteros y demás armas de destrucción masiva de esquiroles. Después, las Fuerzas de Choque Intelectual, esto es, Willy Toledo, Almodóvar, el Gran Wyoming, Juan Diego, los Bardem, Trueba, Botto, Luna, Sacristán, Sabina y demás titiripanda antifascista, abanderados por el represaliado Víctor Manuel, que esta vez no entonaría su oda “A un gran hombre”, dedicada a Franco, sino el universal y pacifista “Himno a la Alegría” (versión Miguel Ríos, of course, mucho más universal que Schiller y Beethoven juntos). De seguido, la Unidad de Izquierdistas Unidos, que es literalmente una unidad, o sea, Llamazares. Y cerrando la primera parte, el famoso Tercio Euskaldún del RH Negativo, formado por insignes hombres de paz como Otegui, De Juana, Ternera y su Ternerito, Eguibar, Arzallus y las nuevas cabezas de la serpiente, cualesquiera que sean, desfilando todos con el uniforme de gala (encapuchados y con txapela, vamos).

Acto seguido, los próceres representantes de las diferentes nacionalidades del estado español, con Carod Rovira a la cabeza y la Unidad de Okupas Demokrátikos Antisistema detrás, engalanados con kufiyas limpias y armados de llameantes cócteles molotov. Después, por puro contraste, los banqueros subvencionados, fumándose un puro en sus carros blindados último modelo. Y tras ellos, el resto de la parada: la Unidad de Curruptos de Emergencia, la Legión de Oenegés Sin Fronteras, la Quinta Columna Periodística Afín (abanderada por Sopena y María Antonia), el Batallón de Feministas Acorazadas, el Escuadrón de Libertadoras Sexuales (también conocido como el Escuadrón de la Muerte de la sargento Bibiana) y la Bandera Arcoiris del Orgulloso General Zerolo, ondeante buclemelena al viento de la paz.

Y, por supuesto, no podían faltar nuestros hermanos hispanos, víctimas del genocidio católico apostólico romano perpetrado por Isabel, Fernando y Colón al alimón: el futbolero Evo, desfilando con paso firme a golpe de genitales (no los suyos, claro, sino los del que vaya delante); el Gorila Chávez, escoltado por la brigada ligera ETA-FARC; los Castro Brothers con una vibrante Leire Pajín de mascota; y el correoso Correa, rodeado de su fiel infantería para salvaguardarse de su infiel policía. Y por detrás, el primo Mohamed, (re)conquistador de Ceuta y Melilla con su ejército de camellos y servicios secretos (¿he dicho servicios o vicios secretos?). Y finalmente, cerrando el glorioso desfile o parada o caravana o carnavalada o lo que quiera que fuese, el victorioso Cuerpo Presente de Represaliados y Represaliadas por la Oprobiosa Dictadura, sacados literalmente de sus tumbas del Valle de los Caídos, con nocturnidad y alevosía, por la Capitana Generala Fernández de la Vega, hija del represaliadísimo Wenceslao, “camisa vieja” del falangismo y hombre de confianza de Girón de Velasco, entre otras bagatelas.

Ah, se me olvidaba. Por aquello del prestigio internacional, y de paso por hacerle la campaña al ninguneado Lissavetzky, la División Motorizada GP/F-1, la Armada Invencible, La Roja (con la ausencia justificada de Sergio Ramos, recién desenmascarado fascista) y el Barça, Sección Fútbol y Sección Basket. Molaría ¿eh?

Pues eso. Que como sobreviva el zombi Mister Paz, la que no sobrevive es España.

viernes, 8 de octubre de 2010

Mister Paz, enterrado vivo.


Anoche vi "Buried" (claustrofóbica, angustiosa, impactante, malévola, absorbente, dolorosa, asfixiante, sofocante, opresora, oscura, abrumadora, frustrante, inteligente, genial, acojonante película; sabiamente hitchconiana y siniestramente poetiana; un peliculón, vamos). Y no pude evitar pensar, cuando aparecieron los créditos (antes no puedes pensar, sólo puedes sufrir y, acaso, respirar), en nuestro presidente por accidente. Ahí metido, en un ataúd, sin luz, sin agua, sin aire, sin vida apenas, sin esperanza. Sin ayuda. Sin amigos. Enterrado vivo por aquellos en los que un día confió. Encerrado a dos metros bajo tierra sintiendo "el rígido abrazo de la morada estrecha, la negrura de la noche absoluta, el silencio como un mar abrumador, la invisible pero palpable presencia del vencedor gusano; estas cosas, junto con los recuerdos del aire y la hierba que crecen arriba, la memoria de los amigos queridos que volarían a salvarnos si se enteraran de nuestro destino, y la conciencia de que nunca podrán enterarse de él".


Así lo decribió el maestro Poe. Y lo clavó ciento cincuenta años antes de la Era Zapatero. Porque ¿no está sintiendo acaso, el enterrado presidente, el rígido abrazo de su propia estrechez política e intelectual? ¿No está inmerso en una negrura absoluta su prestigio internacional? ¿No se extiende a su alrededor un abrumador silencio, una callada traición? ¿No se percibe, ay, la presencia del vencedor gusano, victorioso Bruto, ayer engendrado en su seno y hoy ingrato y desleal conjurador de su muerte? ¿Y el recuerdo del aire y la hierba, de aquellos añorados brotes verdes, acaso no le torturan en su féretro yermo y seco? ¿Y no es aún más siniestra y dolorosa la certeza de que los amigos queridos ya no volarán a salvarlo, no porque no se enteren de su destino sino porque son ellos quienes le han enterrado en él?

Ah, ZP, ¿no estás sintiendo ya ese desasosiego aletargado, esa sensación apática de dolor sordo, ese dejarte llevar por la mano siniestra del destino, sin ninguna preocupación, ninguna esperanza, ningún esfuerzo, mientras la pesada arena cae sobre tu féretro, palada tras palada… palada tras palada…?


Lo dije hace tiempo. Cuando Mister Paz empiece a cojear, serán sus propios amigos, colegas, compañeros íntimos e incluso apadrinados los que le hagan la zancadilla, le empujen al foso, le cubran de tierra húmeda hasta enterrarlo por completo. Son muchas las paladas que han caído ya sobre él: la última, de la mano de Tomás Gómez y su fiel y perdedora Trini (¿o de la mano siniestra de Rubalcaba y Pepiño, los sombríos urdidores?). Pero antes hubo muchas otras paladas: crisis, mentiras, ETA, Europa, FMI, Standard&Poor, Solbes, Obama, aborto, sindicatos, Mohamed, Chávez, PARO (esta palada es grande), Afganistán, Bono, Montilla, Pajín, Patxi, Barreda, Felipe, Peces Barba, MAFO, Intereconomía, Cebrián, Sabina, Mister Bean, las hijas góticas, Sonsoles… Todos y todas han contribuido generosamente a enterrar vivo a este muerto viviente y a escribir en mármol su epitafio: "Aquí yace el hombre que arruinó España. Descansemos en PAZZZZZZZZ".


Pues nada, dejémoslo en manos de su destino incierto. Bajo tierra de nadie, o ya de otros. En su angosta tumba cavada con esmero durante casi siete años de Era Zapatero. "Sentí que yacía sobre una sustancia áspera y que algo similar, a los costados, me estrechaba. Entonces levanté violentamente los brazos que estaban estirados, con las muñecas cruzadas. Golpearon una sustancia sólida, leñosa, que se extendía sobre mi cuerpo a no más de seis pulgadas de mi cara. Ya no pude dudar de que reposaba al fin dentro de un ataúd" (gracias, Edgar).


Sólo espero que en 2012 no le dé al destino por despertar a este muerto viviente, superviviente nato e innato, lo saque de la seguridad (para nosotros) de su tumba política y lo suelte otra vez entre los pobres mortales (que somos todos). Sería absolutamente terrorífico. Aunque no imposible. Me temo que siempre se ha dejado sentir en el personaje un cierto tufillo a zombi. Con Z.

viernes, 1 de octubre de 2010

La jauría humana en la huelga general


Ha muerto Arthur Penn, el director de la mítica y violenta Bonnie & Clyde, de obras magistrales como El milagro de Anna Sullivan, Pequeño Gran Hombre o El Restaurante de Alicia o la desmitificadora El Zurdo, su debut. Pero, sobre todo, el director que supo retratar como nadie la violencia gratuita del ciudadano medio, convertido en turba impensante por simple sinrazón, en implacable cazador del hombre por el hombre, a muerte, como una jauría de lobos plautianos; y con una excusa cualquiera, llámese racismo, miedo, alcohol, frustración, aburrimiento, miseria moral, demostración de poder… o simple deseo de violencia. La película, claro, La jauría humana (The Chase, 1966), uno de los más impresionantes repartos de la historia del cine (Marlon Brando, Angie Dickinson, Robert Redford, Jane Fonda, E.G. Marshall, James Fox, Robert Duvall, todos en verdadero estado de gracia) y un retrato implacable de la degradación moral de un pueblo presuntamente pacífico y adormecido al que le basta (y le sobra) un chispazo para estallar en una orgía de salvaje violencia persecutoria: un negro falsamente acusado, un fugitivo que vuelve a casa, unos cuernos, unos celos, unos litros de whisky, un extraño con una pistola y la fiesta acaba en tragedia, con paliza casi mortal al sheriff y con caza mortal al hijo pródigo. Y luego, de la violencia inconsciente del sábado noche a la resaca de culpa y conciencia el domingo por la mañana. Hasta que otro chispazo, otra excusa, vuelva a sacar a la jauría humana a la calle, a la caza.


Dos días después de la muerte de Arthur Penn, el sindicalismo patrio ha rendido devoto homenaje a La jauría humana. Fue ayer, en Sevilla, en Barcelona, en Gijón, en Valencia. Y especialmente en Madrid ("vamos a parar Madrid por las buenas o por las malas"). Es preocupante el odio visceral que estos representantes (en fin) de los trabajadores le profesan a la presidenta de la Comunidad Autónoma que más puestos de trabajo ha creado en los últimos años. Curioso que crucifiquen a Esperanza Aguirre por decretar unos servicios mínimos más suaves que, por ejemplo, Patxi López. Paradójico que la califiquen de "excesivamente agresiva" los mismos que revientan escaparates, lapidan esquiroles o queman coches patrulla. Como la jauría humana de Arthur Penn.


La huelga ´general´ de ayer no fue más que eso. Una demostración de matonismo sindical, de violencia gratuita (aunque nos ha costado nosecuántos millones de euros), de turba descerebrada, de acoso criminal (la ley dice que "será reo de una pena de 6 meses a 3 años quien quisiera imponer coactivamente a un trabajador el iniciar o continuar una huelga contra su voluntad") y persecución implacable al abuelo, al escolar y al trabajador que quería ejercer su derecho al trabajo, pero se lo impedían los representantes del trabajador. Fue la dictadura de estos demócratas del palo, la silicona, la pedrada y la amenaza disuasoria estilo ´naranja mecánica´. Piquetes informativos o cognitivos o convencitivos o como quieran que los llamen ahora, que no son más que matones a sueldo de la subvención. "Sois el piquete de la libertad (…) Esparcid la simiente de la libertad, el antídoto contra la resignación (…) Somos los garantes de la libertad" declamaron sin asomo de vergüenza unas horas antes de la huelga. Los ´garantes de la libertad´, dicen. Eso suena tan cruelmente paradójico como aquel "El trabajo os hará libres" que se leía, forjado en siniestro hierro, a las puertas de Auschwitz.


Hola trabajador, yo te defiendo, soy el garante de tu libertad, pero si trabajas hoy te rompo la crisma, o el negocio, o el camión, o la dignidad. Hola parado, yo te defiendo, soy el garante de tu libertad, pero en 3 años de crisis galopante no he movido un dedo para que conserves tu puesto de trabajo, ni tu dignidad. Eso sí, he garantizado el puesto del maître y los camareros de El Chaflán, el Tse-Yang y demás lujosos templos gastronómicos pagando con tarjeta a cargo de vuestras cuentas corrientes y menguantes.


Leo en un periódico que el lamentable Gobierno y los anacrónicos Sindicatos han empatado en la huelga, que todos contentos, al cincuenta por ciento y así. Puede ser. Lo que sí es seguro al cien por cien es que hemos perdido todos los demás. Como siempre. Y lo que nos queda por perder, al menos hasta que nuestros gobernantes y nuestros apoltronados sindicales hagan huelga indefinida. Pero de hambre.


Mientras, nos seguiremos viendo reflejados en el Robert Redford perseguido y cazado por la sinrazón de la jauría humana. Democracia, la llaman.