miércoles, 30 de junio de 2010

Los Sindicatos del Crimen


Terry Malloy, su guapa novia Edie, el Padre Barrie y los estibadores del muelle de New York tenían al implacable Johnny Friendly para dirigir sus vidas, decidir quién y cuándo se trabajaba y cargarse fríamente al esquirol o al chivato que desoyera sus recomendaciones-órdenes; la valiente declaración del “esquirol” Malloy, testigo de uno de sus crímenes, logró finalmente hacer justicia. Jimmy Hoffa hizo mucho por el gremio de camioneros del Medio Oeste después de la Depresión; hasta que el poder lo corrompió y comenzó a utilizar a la Mafia para intimidar a los pequeños empresarios, a cambio de blanquearles el dinero sucio (a los mafiosos, no a los empresarios); fue condenado a 7 años por sobornar a un jurado, amnistiado por Nixon y presuntamente asesinado por la propia Mafia en el aparcamiento de un bar perdido en una carretera de Detroit, su cuna.


La obra maestra de Elia Kazan (chivatazos anticomunistas aparte), magistralmente interpretada por Marlon Brando (Malloy), Lee J. Cobb (Friendly) y Karl Malden (Barrie); y la pseudobiografía de Hoffa, dirigida por Danny De Vito y (sobre)interpretada por Jack Nicholson y el propio De Vito nos dan la imagen de unos sindicatos corrompidos, todopoderosos, enquistados y bastante por encima del bien y del mal. Auténticos Sindicatos del Crimen. Chicos malos, no como aquí…


Aquí no tenemos Friendly ni Hoffa, sino Méndez y Toxo, Toxo y Méndez, tanto monta, monta tonto (¡uy, una errata!). Y algún otro por ahí, pero cuyo nombre no logra traspasar el bigote y la barba de estos dos (cada vez que intentan compartir pancarta o micro les echan friendly, o sea, amistosamente). El caso es que los sindicatos españoles no son como los de las pelis americanas.


CCOO y UGT no son organizaciones corrompidas, ni todopoderosas, ni enquistadas, ni están por encima del bien y del mal. ¡No, señor! CCOO y UGT son más honradas que Jefferson Smith, el de Caballero sin Espada (lo de la PSV fue una conjura de la Patronal, la Banca y la Falange al alimón).


¿Todopoderosas? ¡quiá! Estos no tienen (ni quieren) poder ni influencia más allá de sus afiliados: ni sobre el 60% restante de trabajadores de España, ni sobre los demás sindicatos, ni sobre el Gobierno, ni sobre las academias de formación de parados que regentan, ni sobre las empresas de las que son consejeros delegados (Renfe, Adif, Acerlor, Caja Madrid) cobrando pellizcos de 22.000 euros… ¡al mes! Nada de nada, la palabra ‘poder’ no existe en su DSAE (Diccionario Sindicalista de la Academia del Estado).


Tampoco están enquistados en la sociedad cuan percebes, puesto que han sido elegidos libremente por todos los trabajadores (y trabajadoras) españoles (y españolas), que los votan por millones cada cuatro años; y no son herederos del Franquismo ni son verticales ni nada de eso; y además, viven de las cuotas de sus afiliados, libres y felices como un liberado, porque el Estado no les subvenciona con más de 100 millones de euros al año (sin descontar los 250 millones que cuestan los felices liberados).


Ni, por supuesto, están por encima de la ley, ni se saltan a la torera la legalidad vigente y constitucional negando los servicios mínimos, por ejemplo; ni sus piquetes utilizan métodos de información más allá del folletito y la sonrisa, en plan azafata (nada de bates, ni pedradas, ni barras de hierro, ni barricadas, ni puños reivindicativos, ni amenazas de muerte al esquirol. Eso son falacias y calumnias de los esquiroles vendidos al Capital).


No, Méndez y Toxo no son Friendly y Hoffa. Y la huelga de Metro de esta semana (como otras muchas antes, siempre que no vayan contra los colegas del psOe) ha sido un ejemplo más. Se han cumplido a rajatabla los servicios mínimos que establece la ley, se han respetado a los trabajadores (y trabajadoras) que querían trabajar; se ha informado a los empleados (y empleadas) con sonrisas y palmaditas; no se ha perjudicado a millones de usuarios y usuarias, trabajadores y trabajadoras, estudiantes y estudiantas, que no han perdido dinero ni tiempo ni exámenes ni cordura; no se ha retrasado por el caos circulatorio a servicios de urgencias, que podían haber causado muertes involuntarias; ni, en fin, ha supuesto atrasar un solo minuto la sentencia (o fallo) del Estatut, que sólo nos habría faltado eso. Y encima ha quedado demostrado que no es una huelga política y que respetan a las mujeres, aunque sean presidentas (“Esperancita, como me quites el 5, por el culo te la hinco”). Pues eso.


Viendo los resultados de esta huelga de Metro (por cierto, ¿sólo hay rebajas salariales en el Metro de Madrid?), habrá que esperar a la Supermegamultihuelga General de septiembre. Que ahí no sé si van a protestar sólo contra Esperanza Aguirre o también contra Aznar, Europa, la Merkel, Reagan, el Papa, Botín y los Neocón. O sea, el Capital especulador, explotador y corrupto (salvo millonarios tipo Bono, el Pocero o así). Y además me estoy viendo a la Pajín, a Pepiño, a Salgado, a Chaves, a Zerolo y al mismísimo Mister Paz compartiendo cabecera con Friendly y Hoffa… digo… con Méndez y Toxo.


Así que, nada. Que bienvenida sea la huelga de Metro y cualquiera otra, que para eso es un derecho de los trabajadores y de las trabajadoras, ganado a pulso desde tiempo inmemorial. Y si alguien se tropieza y se hace pupa mientras es informado, no pasa nada; que no me sea un quejica en plan Terry Maloy. Ya lo decía el demócrata Stalin: “La violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia...” Ése sí que era un sindicalista cojonudo. ¿No estará por ahí, verdad, para presidir pancarta?


Por cierto, sería injusto que en las próximas huelgas generales o parciales hubiera servicios mínimos. Pienso que se ha creado un precedente importante en pro de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, una nueva conquista social, un logro revolucionario (y sin utilizar la guillotina) que ahora no se puede perder. Así que, ya sabéis, médicos, enfermeros, jueces, basureros, policías, controladores, bomberos, profesores, taxistas, gasolineros, camioneros, transportistas, pilotos y porteros de discoteca. ¡Muerte al Capital, al Patrón y al Banquero! ¡Viva el Paro y Gloria a Zapatero!


Amén.

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miércoles, 23 de junio de 2010

Unas palabras para Txusito, el negociador.

Dicen —comentan, murmuran, afirman, desmienten, contradicen— por ahí que Jesús Eguiguren, Txusito para sus amigos de la capucha, ha vuelto a negociar con ETA. ¡Mentira podrida! ¡Burda falacia! ¡Trola trolera! Es imposible que Txusito haya vuelto a negociar con ETA, sencillamente porque nunca ha dejado de hacerlo, y no se puede volver a lo que nunca se ha dejado.


No es que uno sea tan mal pensado que siempre esté pensando mal en lo que toca al gobierno de Mister Paz y a los hombres de paz abertzales o a su amigo Txusito, el maltratador; no, de verdad que me haría enormemente feliz poder pensar bien. Pero no puedo. No I can’t! que diría Ohbama! Después de la dieta vigilada de De Juana, de la inseminación excarcelada de la Beloki, del pacifista Otegui, el de la hija, o del hijo de la madre que parió a Usabiaga, o de Josu Ternera y su ternerito pastando libremente; después del accidente de la T4, de las mentiras de Mister Paz en el Congreso, de las vascorras de las Tierras Vascas en el parlamento vasco, de ANV en los ayuntamientos y en las subvenciones; después de las reuniones secretas de Txusito y la ex Mesa Nacional de Batasuna en abril y en París, de los últimos acercamientos de presos, del chivatazo impune de El Faisán, de la poco convincente indignación de Leire, de la explosiva última entrevista a Txusito ("Es contraproducente para el futuro mantener ilegal a Batasuna"), del encuentro amistoso —colegas de la muerte, oye— entre Batasuna y EA de este domingo para que ETA esté en las elecciones… pues que no, ¡que no me lo creo, vaya!


ETA, como Mister Paz, no se va a rendir; a pesar de su fracaso, de su irremisible carrera sin frenos hacia el abismo, ETA va a morir matando; como Mister Paz va a morir arruinando al país. Y es que están hechos el uno para el otro, cada cual en su propia alucinancia o iluminancia, abducidos mentalmente —y moralmente— por su visión distorsionada de la historia y su propio lugar en ella. Ambos se necesitan: Mister Paz porque sabe que sólo puede salvar su legislatura si acaba con ETA “pacíficamente”; y ETA porque sabe que sólo con Mister Paz puede sobrevivir e incluso prosperar, a pesar de Rubalcaba. Y en medio, Txusito, el maltratador negociador, el gran pacificador, el Moratinos con txapela.


Yo no pretendo iluminar, ni con mis palabras ni con mis pensamientos, las oscuras mentes de Mister Paz y ETA, y su cadena de transmisión Txusito. No, yo no lo voy a hacer. Prefiero cederles el dudoso honor a personas que han sufrido el dolor, el desprecio, la crueldad, la tortura, la injusticia, la muerte en sus propias carnes, en sus mismísimas almas. Prefiero que sean testigos directos de la barbarie de ETA los que le digan a Txusito y a Mister Paz, su jefe, por qué no se puede negociar con la serpiente; por qué es inmoral siquiera plantearse que estén otra vez en las elecciones; por qué la única opción admisible es la rendición total y la única justicia posible es el cumplimiento de cada segundo de condena.


Esas personas me escribieron, hace una semanas, dejando su testimonio desgarrador en este mismo Malecón, agradeciendo mi artículo “Carta a la hija de Otegui”. Hoy, me voy a permitir recordar tres de esos testimonios, que llegaron en forma de “comentario”; y los transcribo tal cual llegaron, con su ortografía y sus expresiones de personas humildes, poco cultivadas, muestra de que quien más sufre es, como siempre, quien menos tiene. Estas palabras son para ti, Txusito:


«mi padre no podia ir a las reuniones pq ETA amenazo con matarnos a nosotros .Asi transcurrio mi vida hasta los 11 años , un dia , en el pueblo de mi madre (es un pueblo de vizcaya) un señor me sento en una silla y me pregunto constante mente en que trabajaba mi padre, solo para comprobar si no lo decia , que gracia, no consiguio que lo dijera , he tenido que oir alli siendo una niña que si pudieran le darian un tiro en la cabeza a mi padre.Lo he pasado tan mal alli que seria muy largo de contar . A dios gracias a los 11 años nos fuimos de alli, y por fin comenzo mi vida normal , podia decir quien era mi padre he incluso la gente me admiraba por quien era el , parecia que estaba en otro pais , yo creo que realmente asi era (…) yo gracias a dios estoy muy orgullosa de que mi padre sea un GUARDIA CIVIL .»


«yo por desgracia soy viuda desde hace 22 años de un policia nacional asesinado a sangre fria por la espalda, el contaba con 32 años teniamos dos hijas de 7 y 3 años y toda una vida por delante...llena de ilusiones y proyectos que nunca se cumplieron,aún despues de tantos años aún sigo sola...nunca me recupere del todo...mis hijas crecieron sin su padre y aun y para siempre lo seguiran hechando de menos y aun lloran por el ...era un buen hombre y no se merecia lo que le paso...JAMAS LOS PERDONARE....nos partieron la vida...»


«tube la mala suerte de vivir en Vitoria en los años más sangrientos que fueron los 80 y tantos cuando mi marido fué asesinado y tube que llevar a una hicastola a una de mis niñas, a los 2 meses la tube que sacar y llevar a mi tierra y dejar a su padre solo allí porque me la maltrataron física y psicológicamente...me la marginaron y venia con moratones por todos lados..pobrecita la primera frase que aprendió fué xacurra campora no se si estara bien escrito ... los moratones no eran solo de los niños tambien de los profesores....se salieron con la suya y nos echaron ...por las malas...a mi niña y a mi marido con los piés por delante...lo más fuerte es que no los odio....me acausan indiferencia y sigue por que el pueblo vasco lo consiente..»


Nada más que añadir, salvo, tal vez, una última pregunta: ¿realmente alguien se cree que EA y Batasuna no van a estar en las listas el año que viene? Me apuesto el RH negativo de Txusito.

martes, 15 de junio de 2010

Zapaterus Invictus y el Manifiesto Antifutbolización


Cuenta una crónica periodística del año 1968, desde la antigua provincia sudafricana de Transvaal, cómo los indígenas no habían adoptado aún la cultura del fútbol y se distraían con los deportes de sus antepasados. La gran fiesta deportiva consistía en una lucha a garrotazo limpio entre los brosas y los basutos; en la fiesta tomaron parte mil doscientos individuos, que corrían unos tras otros descargándose mutuamente zurriagazos con unos garrotes de buen peso. Curiosamente, además de las quijadas rotas, los cráneos abiertos y los múltiples descalabros, sólo hubo un muerto… y eso que un guerrero fue arrojado a un barranco de más de 30 metros.


Visto hoy, este deporte ancestral puede parecer una salvajada; pero en su día, o en sus siglos, fue cultura. Más o menos como el Deporte Rey Absolutista que ahora y siempre nos invade y nos gobierna.

El caso es que, según parece, Sudáfrica se ha civilizado (ejem), ha dejado el garrotazo deportivo en el pasado y acoge el Mundial de Fútbol, según las reglas marcadas por el código de Sheffield o por el de Cambridge, que es como más civilizado; lo que, a priori, es un avance. Me parece bien si es en pro de la civilización civilizada, deportiva y culta (aunque luego se maten los aficionados rivales con más contundencia que los traansvaleses, pero ése es otro artículo). Fantástico, oiga. Fenomenal.


Pero uno, aunque ha jugado al fútbol semanalmente durante años (más lozanos) está hasta las narices de fútbol. Porque lo que antes era un deporte se ha convertido en una plaga de dimensiones faraónicas (y no sólo en el Mundial). No estoy en contra del fútbol, sino de la sobresaturación de fútbol, de la omnipresencia del fútbol, de la sobredimensión del fútbol, de la sobredosis de fútbol, con síndrome de abstinencia incluido; estoy harto de la dictadura de la cultura del fútbol, de la tiranía del fútbol, que no te permite hablar de otra cosa en oficinas, reuniones, peluquerías, bares, colegios y taxis; harto de que me mientan al llamar “Deportes”, así en plural, a las secciones de “Fútbol” de diarios y telediarios; y de que los niños ya no jueguen al guá ni a las chapas ni al clavo ni a rey-verdugo, que era cruel pero no era fútbol. Sí, lo confieso y lo proclamo de viva voz, y hasta lo grito si se tercia: ¡estoy hasta los mismísimos de la megainvasión del fútbol, del imperialismo del fútbol, de la globalización del fútbol… en una palabra, de la FUTBOLIZACIÓN!


[Nota para la SGAE y apropiadores indebidos: declaro que este concepto de Futbolización, cuyo término y definición me acabo de inventar, es creación propia, y estará sujeto a los derechos de propiedad intelectual pertinentes e impertinentes que un servidor decida.]


Total, que puestos a protestar contra el viento huracanado de este tifón futbolero que nos arrasa, y aunque sé que no va a servir más que de vano desahogo de este novato “antisistema” que les escribe, me declaro oficialmente “antifutbolización” y he decidido manifestar mi protesta en el correspondiente manifiesto. Que dice, más o menos, así:



Manifiesto Antifutbolización®


1. Me niego a planificar mi vida en función de los horarios de los partidos de fútbol, aunque sean de la Selección Española.


2. Me niego a tener que hablar exclusivamente de fútbol el día después de un partido; ni el día antes; ni siquiera durante el partido (o sea, todos los días).

2bis. Es más, me niego ha comentar el partido más allá del mero resultado. Tres segundos son suficientes.


3. Me niego a creerme mejor entrenador que Del Bosque, Maradona, Capello y demás entrenadores profesionales.


4. Me niego a vocear, a saltar o a chillar por las ventanas por cada gol que meta España. Me alegraré, por supuesto, pero no tanto como si me hubiera tocado la lotería.


5. Me niego a llorar por cada gol que le metan a España.

5bis. Me niego a quedarme sin ganas de vivir si pierde España.

5bisbis. Me niego a suicidarme si eliminan a España en cuartos.


6. Me niego a llamar a la selección la Roja, astuto invento publicitario de una cadena de TV cuyo color corporativo es, precisamente, el rojo (eso sí, como profesional de la Publicidad, admiro profundamente su astuto invento).


7. Me niego a vestir la camiseta de la selección para ver los partidos, y mucho menos para ir al súper, al bar o a pasear al perro (si lo tuviera o tuviese).


8. Me niego a saberme de memoria los nombres de todos jugadores de la Selección Española. Bastante tengo con acordarme de dónde he aparcado el coche.


9. Me niego a sonreír por obligada cortesía futbolera al vecino del quinto, que siempre me ha caído fatal, por el simple hecho de que haya ganado España la noche anterior.


10. Me niego a odiar a suizos, chilenos, hondureños o cualquiera otro adversario por patriotismo mal entendido.


11. Me niego a odiar a los árbitros, o a desear su muerte tras inhumana tortura, porque hayan, presuntamente, pitado en contra de la Selección Española.


12. Me niego a considerar al fútbol el “deporte rey”. Por muchos cortesanos y cortesanas, plebeyos y plebeyas que le rindan pleitesía.


13. Me niego a peinarme, vestirme o tatuarme como los jugadores de la Selección.

13bis. Me niego a peinar, vestir o tatuar a mis hijos como los jugadores de la Selección.


14. Me niego a sentirme más español sólo porque gane la Selección Española.

14bis. Me niego a querer, respetar, portar y ondear la Bandera Española sólo cuando gane la Selección Española.


15. Me niego a que el Presidente del Gobierno, sus adláteres y medios de comunicación en general utilicen el fútbol para anestesiarme, obnubilarme, nublarme, anularme y/o torearme.

15bis. Me niego a que el estruendo de las vuvuzelas no me deje seguir escuchando el fragor del paro, del caso Faisán, de los Falcon, los Bonos y demás ejemplares ejemplos, de la ley del aborto, de la re-negociación con ETA, de los desvaríos gubernamentales, de las ocurrencias de la Bibi, de los desmanes verbales de Pepiño y su clon mental, la Pajín, de los mamelucos sindicales, de la reforma laboral, de las torpezas peperas, de… en fin, pues eso, de España.

15bisbis. Me niego, por encima de todo, a que el Presidente del Gobierno y Ministro de Deportes salve el pellejo o retrase su suicidio (político, no me sean malpensados) en el caso de que gane la Selección Española. Mister Paz no es Mandela, y no puede quedar invictus.


Bonus track:

Me niego a volver a escribir sobre fútbol, aunque sea para manifestarme en contra.


Pues eso, ¡VIVA LA ANTIFUTBOLIZACIÓN!


…Y que gane el mejor.

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viernes, 4 de junio de 2010

La última cima. Una película española donde el bueno es el cura.


Hoy, 4 de junio, se estrena en Madrid La última cima, y después en salas de toda España. Una película que no va a dejar indiferente a quien la vea. En el buen sentido.


La última cima no es una película al uso, desde luego. Tampoco Pablo Domínguez es un protagonista típico. A priori puede parecer duro acudir a una sala de cine, y pagar la entrada, para ver un documental sobre un cura (por muy excepcional que éste sea), pero la realidad es que resulta ser una experiencia sorprendente. Tiene mucho humor y aventura y emotividad y ritmo y complicidad con el espectador; tiene una impactante banda sonora (rock sacerdotal incluido), escenarios espectaculares y una gran fotografía; tiene un guión muy original y secundarios de lujo; y tiene, sobre todo, un final feliz. Ah, y está absolutamente recomendada para todos los públicos, creyentes o no. ¿Qué más se le puede pedir a una película?


Pablo era ese tipo de sacerdote que más odian los que odian a los sacerdotes. Porque lo tenía todo: era joven, simpático y afectuoso, muy humilde (“todo es mérito de Dios”, decía) y enormemente humano; pero también era un intelectual apasionado, no en el sentido abstracto, sino perfectamente entendible. Además, “era un sacerdote que vivía su sacerdocio con plenitud e identificación con lo que es el sacerdote en la Iglesia, sin dudas”, en palabras de Rouco Varela, que ofició su funeral.


Para todos los que lo conocieron era un sacerdote inteligente, bondadoso y entregado; a otros, les enseñó a amar profundamente la Verdad; otros destacan su alegría, su sentido del humor casi de niño, cómo sabía reírse de sí mismo y conquistar a los inconquistables a través de la risa. Para muchos, tras su muerte está más vivo que nunca; y para algunos, incluso, es ya casi un santo.


Pablo era, como él mismo se definía, “sacerdote, sacerdote y sacerdote”. Pero además de sacerdote era Doctor en Filosofía y en Teología, catedrático de Filosofía Sistemática de la Facultad de Teología San Dámaso desde 1998 y delegado del Gran Canciller para la dicha facultad, autor de 4 libros, conferenciante apasionado y ameno, director espiritual “cotizado”, hijo, hermano, tío, amigo y, sobre todo, montañista.Un gran aficionado a la escalada, que había coronado los picos más importantes de España y otras latitudes. Allí, en las alturas, contemplando el espectáculo de la Creación, Pablo se encontraba más cerca de Dios; y por eso le gustaba celebrar la Eucaristía cuando coronaba una cima. Y así lo hizo aquel 15 de febrero de 2009, con su habitual compañera de montaña, la doctora Sara de Jesús, en la cumbre del Moncayo. Después de celebrar Misa se dispusieron a descender hacia la vida terrena. Pero, a pesar de su amplia experiencia en la montaña, algo debió fallar en la bajada que les hizo resbalar en el hielo y precipitarse al abismo. La muerte de ambos fue instantánea. Pablo tenía 42 años.


Conocerle era quererle, cuentan quienes lo conocieron. Porque, sobre todo, Pablo era una persona cercana, generosa, entregada, que no sabía decir que no a nada. “Es que me hace bien”, afirmaba. Y debía ser verdad, porque igual atendía espiritualmente a las monjitas cistercienses (que reclamaban asiduamente sus ejercicios espirituales), que cuidaba a los enfermos moribundos, confesaba a cientos de niños en un colegio, acompañaba a una amiga en un parto difícil o “hacía el ganso” con sus sobrinos tirado por el suelo. Se ponía al servicio de quien tuviera delante en ese momento, sin más; simplemente te decía “si puedo ayudarte en algo, pídemelo”, y tú se lo pedías y Pablo lo hacía. Porque lo decía de verdad.


El bueno de la película

Pablo Domínguez fue una buena persona y un buen cura. Como tantísimos otros. Y ésta era ya de por sí una buena razón para hacer una película sobre él. Pero si además descubrimos que su estela está transformando a multitud de personas después de su muerte, la historia se antoja aún más interesante de contar.

Eso es lo que pensó Juan Manuel Cotelo, director y productor de La última cima. Lo último en cine alternativo: una película española sobre un cura bueno, argumento bastante inusual en estos días aciagos. Sorprendente, cuando menos. Sobre todo si tenemos en cuenta que, aún sin estrenar, ya se han interesado por ella más de 20 países, en sólo tres semanas ha habido 200.000 descargas del trailer desde la página web y multitud de personas anónimas de 80 países, sin haber visto la película, escriben preguntando sencillamente “¿qué puedo hacer yo para que se vea?”.


La conclusión quizá sea que hay una enorme necesidad de esta película. Algo debe tener. Fiel al estilo de su protagonista, “la película no es un discurso, dice Cotelo, son personas que hablan con el corazón, que cuentan de qué modo ha afectado a sus vidas el hecho de conocer a Pablo. Cómo escuchaba, cómo nunca hablaba de sí mismo o cómo brillaba su alegría en los momentos más difíciles; o con qué naturalidad amaba a Dios como Padre y amigo, siendo él un intelectual, un doctor en Teología y en Filosofía”. Y ése es precisamente el objetivo de La última cima. “No es una película sólo para creyentes, sino para todo tipo de público”, recomienda Cotelo; y él sabe por qué lo dice. “Es un ejemplo vivo y cercano de una fe que está al alcance de cualquiera. En definitiva, una historia de Amor”.


La última cima muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote en las personas con las que se cruza. Y que revela cómo, después de su muerte, Pablo sigue coronando cimas en las almas de miles de personas, conmovidas por el ejemplo de su vida, de su enorme fe, de su entrega a todos, de su alegría sin límites.

Vivimos un tiempo en que los sacerdotes son tratados en el cine, en la televisión, en la prensa, como seres perversos o caricaturescos. Especialmente en España. Y son miles los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Ésos son los sacerdotes buenos de los que nadie habla, que son casi todos. Sacerdotes como Pablo Domínguez, que fue precisamente eso, un buen cura. Nada más. Y nada menos.


Id a verla, os garantizo que será el comienzo de una gran amistad.



Podéis informaros de las fechas y salas de estreno pinchando aquí: laultimacima.com

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martes, 1 de junio de 2010

La conjura de La Moncloa


"Largos no son los días de vino y rosas; de un nebuloso sueño surge nuestro sendero y se pierde en otro sueño" recitaba premonitoriamente Lee Remick a Jack Lemmon, antes de precipitarse hacia su autodestrucción alcohólica.
Los días de vino y rosas socialistas han acabado. El gobierno de la felicidad, el buen rollito y la jauja para todos ha llegado a su fin. La Era Z ha muerto. Borrachos de poder, alcoholizados de incongruencia, beodos de improvisación permanente. Pero Mister Paz, el iluminado, no se rinde; porque no reconoce su derrota, ni siquiera la contempla ("su proyecto está más vivo que nunca" ha llegado a decir, sin sonrojarse, la Vice); simplemente, no hay hueco en su hueco pensamiento para tan impensable posibilidad. Piensa: "esto no es real, tiene que ser un sueño; como lo de la foto de las niñas con Ohbama!, que fue otra pesadilla; como el accidente de la T4, que en realidad no sucedió; como los accidentes de la no-guerra de Afganistán; como la crisis, que siguen hablando de ella pero yo aún no la he visto; como la bronca de Merkel y el chino, que no sé a cuento de qué me llaman griego; como las profecías de MAFO, como las portadas de los periódicos extranjeros, como las puñaladas de PRISA, como las caídas de la Bolsa, como la caza a mi querido Garzón, como la autocampaña de Pepiño en la Noria, como la felonía de Durán Lleida… todo es una mala pesadilla, un matrix virtual, una alucinación traicionera, un delirio febril que me hace ver lo que no hay. Alguien me está haciendo luz de gas porque no quiere que concluya mi plan para convertir a este país en un país moderno, progresista, pacifista, feminista, rojo y anarcosindicalista. Pero ¿quién es el traidor o traidora? ¿Quién me quiere mal? ¿Quién? ¡¡¡QUIÉN!!!"

Como un César olfateando la traición de sus propios vástagos, Mister Paz comienza a analizar uno a uno los posibles enemigos que quieren acabar con su carrera política… e incluso con su persona. Piensa en Pepe Bono, su archienemigo desde aquellas primarias, al que Mister Paz ha intentado anular tantas veces como adversario, y que probablemente quiera verle muerto y enterrado junto a su abuelo; Bono, el que quería dejar la política para dedicarse a su familia o para hacer negocios o lo que fuera; el siempre valorado Bono, el amado por el pueblo Bono, el amigo de todos Bono, el bueno de Bono… Pero deshecha la idea enseguida, porque después de lo de los áticos y los jacos y las joyas y los favores reyales, poca vida política le queda a éste.

Y de Pepe a Pepiño, su fiel Pepiño, su inseparable, su leal, su siempre a su lado Pepiño, su doberman sin bozal Pepiño. Y Mister Paz se dice que tal vez, que puede ser, que últimamente se prodiga mucho en la tele y en la prensa y que hace muchas cositas con el dinero de Fomento y que se lleva bien hasta con Espe y que se ha vuelto a hacer con las riendas del partido y que siempre ha sido un poco marrullero y ambicioso y que… "¡no, no puede ser! ¡Pepiño, tú no, hijo mío!" Mister Paz borra al instante idea tan absurda de su mente porque, sencillamente, Pepiño nunca lo haría. Como el perrito del anuncio. Y además, igual le pasa como a Bono y "alguien" redestapa lo de su ático en Villa Arousa y lo del carísimo colegio de sus hijos, y…

Y su pensamiento (es un decir) se centra entonces en la Chacón. Su delfina, su brazo izquierdo nacionalista y pacifista, la imagen fresca, joven, guapa y sobradamente preparada de su Gobierno; su ministra más valorada y admirada, que tiene hasta departamento de marketing propio en casa y no viaja sin su fotógrafo y su videógrafo particulares. Y piensa que hubo un tiempo en que podía haber sido su sucesora al trono, pero ella misma se quitó de en medio entre piratas, afganistanes y balcanes; y de paso poniendo a todo el ejército en pie de guerra, que eso para un pacifista como él es imperdonable.

Y piensa en Rubalcaba. Y sólo de pensarlo le entra miedo. Primero porque puede que esté escuchando sus pensamientos, con algún sofisticado sistema de escuchas psiconeuronal o telepático; y segundo porque Alfredo siempre le ha dado miedo, mucho miedo. Desde la Era Gal ha pensado en él como un Lord Vader sin máscara y sin asma, pero con todo su lado oscuro. Y que tiene que saber más secretos de estado, y del estado de los políticos, que el mismísimo Vera. Y piensa que suele ser el ministro más valorado y que está enchironando etarras como quien come pipas y que se prodiga mucho en la tele y que cuando habla convence hasta al diablo, quizá porque es el diablo mismo.
Y, sin quitarse del todo a Rubalcaba de la cabeza, piensa quién más le puede estar traicionando para quedarse con su trono. ¿Méndez y Toxo al alimón, que son como los Hernández y Fernández de Tintín que todo lo hacen a la vez, pero en plan descamisado? ¡Con lo que le querían antes, que le daban todo su cariño y más, y ahora le quieren hacer una huelga general, manda huevos, ni que él fuera el ultra de Aznar! ¡Serán felones! "Pero no —piensa Mister Paz—, tampoco son ellos, que lo que les mola es no hacer nada y cobrar como si lo hicieran todo. Éstos prefieren mandar en la sombra, liberados de responsabilidad.

Puede ser Felipe, piensa, que nunca me ha tragado; o Rodríguez Ibarra, conspirando con Vera y Barrionuevo de nuevo, y el resto de la vieja guardia, para colocar a Solana; o Leguina, aunque ya no pinta nada, por mucho que escriba; o López Aguilar, el guaperas, que se quiere vengar por haberle enviado al exilio; o Montilla, el charnego, abducido por los nacionalistas, que le han lavado el cerebro y le han hecho más independentista que Laporta y Tardá juntos y revueltos.

Y entonces cae en la cuenta de que puede que no sea dentro de su partido. Que su destrucción está siendo pergeñada desde instancias muy elevadas: "¡Joder! ¡Es el Rey! La Monarquía quiere acabar con mi republicanismo; ¡Lo sabía, Juan Carlos nunca dejó de ser franquista y con esto de la Memoria Histórica se ha mosqueado! Y mira que le he tratado bien, al muy traidor, que le dejé callar al camarada Chávez para que recuperara el protagonismo internacional. ¡Será desagradecido, el tío!"
Inmerso ya en una vorágine conspirativa y consparanoica sin freno, Mister Paz se pierde en los vericuetos de su mente laberíntica y empieza a marearse peligrosamente con el bombardeo de nombres, rostros y colmillos que aparecen como disparos en su pensamiento (es un decir): Cebrián, Roures, María Emilia Casas, Rajoy, CR9, Pedrojota, Almunia, Botín, Durán i Lleida, Josu Ternera, De la Vega, El Juli, Madoff, Solbes, Lula, Barroso, Pedroso, Pedrosa, Mourinho, la Pajín, la Bruja Lola, José Antonio, los Castro Borthers, los Jonas Brothers, Hanah Montana, Ohbama!... ¡todos conspiran contra él, todos quieren su caída, todos piden su cabeza, todos pretenden su corona de laurel! ¡Todos, unidos en una conjura interplanetaria contra su proyecto universal!

Apesadumbrado, triste, decepcionado, Mister Paz regresa cabizbajo a su hogar, en La Moncloa. Ah, hogar dulce hogar, piensa; allí, sabe, siempre tiene el consuelo generoso y omnipresente de Sonsoles, su fiel Sonsoles, su adorada Sonsoles, su bienamada Sonsoles; allí están sus hijas del alma, tan angelicales ellas, y su DVD de Bambi y su peluche y sus tebeos. Todo lo que ama y necesita está allí. Pero sobre todo Sonsoles, sin ella no soportaría otros dos años de desencuentros, traiciones e injusticias; dos años más de incomprensión; dos años más de sacrificio, de entrega absoluta a su país y al mundo, a su noble causa progresista, feminista, laicista e integrista. Ay, qué ignorante es el pueblo y qué poco agradece todo lo que hace por él. Abre la puerta de su hogar prestado, esperando la sonrisa comprensiva, el abrazo reparador de Sonsoles, su fiel Sonsoles, su adorada Sonsoles, su bienamada Sonsoles… y lo que se encuentra, ¡ay!, es a Sonsoles entonando una alegre ma non troppo aria de Puccini mientras organiza, con amplia sonrisa, la mudanza.

—Hola, querido. Mañana nos volvemos a León.


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