jueves, 24 de marzo de 2011

Cine contra dragones

En los mapas de la antigüedad, para señalar la amenzante oscuridad que acechaba en los océanos remotos, más allá del mundo conocido, se utilizaba la expresión latina "hic sunt dracones", avisando a los intrépidos navegantes que, a partir de cierto punto, se podían topar con mortíferos dragones, abismos tenebrosos o el mismísimo demonio. Una poética expresión que, con gran acierto, el director británico Roland Joffé ha elegido para titular su última película. Encontrarás dragones habla, precisamente, de esas amenazas que pueden surgir en nuestras vidas en cualquier momento de oscuridad; como son estos tiempos presentes o como fueron los de la Guerra Civil. Ayer, como hoy, el odio, el miedo, la culpa, la venganza, la traición, ¡la guerra!, son los dragones; la esperanza, el valor, el perdón, la redención, la fe, ¡el amor! son las armas para derrotarlos.
    Tal es el punto de partida que propone Joffé en Encontrarás dragones, y el héroe que elige para enfrentarse a esos dragones es un joven Josemaría Escrivá. El director, agnóstico confeso, nunca ha ocultado su fascinación por el humanismo cristiano (como ya demostró en La Misión o en La ciudad de la alegría), y la historia del fundador del Opus Dei le atrajo desde el primer momento: "Lo que me gustó de Josemaría es su convicción de que para ser santo no tienes que retirarte en un convento ni ser cura, sino que es algo a lo que puede llegar cualquiera. Esto me parece hermoso". A través de los ojos de Robert, el periodista que investiga las vivencias de su padre y el joven sacerdote durante nuestra contienda civil, el director, guionista y coproductor de Encontrarás dragones nos cuenta una historia de personas, sin clichés ideológicos o religiosos. Una aproximación a Escrivá como ser humano, sin intención de ensalzarlo ni mimetizarlo. "Esta película es mi compromiso, mi historia, no han cambiado nada. Y creo que he sido honesto. Soy independiente", se defiende Roland Joffé ante las insinuaciones de presunto dirigismo por parte del Opus Dei.
    Desde luego, quien quiera ver en esta obra la mano "oscura y tenebrosa" de la otra Obra, el Opus Dei, se va a llevar una gran decepción. No hay dogmatismo, no hay maniqueísmo, no hay intrusismo del Opus Dei ni de la Iglesia ni de Rouco ni de nadie que no sea Roland Joffé y su maestría cinematográfica. Aunque, eso sí (y para variar), los católicos no son los malos malísimos de la película.

Aparte de la intencionalidad humanística y espiritual, Encontrarás dragones trata también el tema de la guerra civil, y como toda guerra saca a relucir lo mejor y lo peor de los seres humanos: los celos, las dudas, el miedo, el fanatismo; pero también el amor y la redención, el valor y la dignidad; y, por encima de todo, la reconciliación. Porque Encontrarás dragones es una gran historia de perdón. Perdón entre enemigos que antes fueron amigos; perdón entre padre e hijo tras toda una vida enfrentados; perdón entre hermanos que se mataron unos a otros; perdón de cada uno hacia sí mismo. "Cuando perdonas, liberas a alguien", nos enseña Escrivá.
    Y esta será otra gran decepción para los que quieran ver, como siempre, una reescritura de nuestra Historia (reescrita con la zurda) con sus santos republicanos y sus demonios nacionales. No es una película de guerra ni de denuncia, como sí lo fue, por ejemplo, la obra maestra de Joffé Los gritos del silencio ("El viento trae susurros de miedo y odio. La guerra ha matado el amor"); aquí, la guerra no es protagonista, sino escenario. Y los dragones que hay que combatir no son los Jemeres Rojos ("Nos dicen que Dios ha muerto y que ahora el partido que llaman la Angka cuidará de nosotros"), sino los propios demonios interiores: "Tendréis que hacer frente a muchos tipos de dragones" les advierte la niñera (Geraldin Chaplin) a los dos amigos, cuando niños.

Buen cine, desde luego, con un mensaje universal que calará hondo; y buen entretenimiento también, hecho con talento y ritmo, lleno de espectaculares escenas bélicas, de pasiones y celos, de intriga, de profunda humanidad. Tres historias conmovedoras que se cruzan entre el presente y el pasado: la del niño Josemaría y su amigo Manolo; la del perseguido fundador del Opus Dei en su huida de la guerra y el espía Manuel Torres (inmenso el actor Wes Bentley), torturado por los celos y la culpa; la del hijo que no tuvo padre ("Mi padre tenía más coches, más casas, más dinero, pero Josemaría tenía más padre") y el padre que perdió a su hijo; y que, justo antes de morir, se reencuentra con él, con su amigo y con Dios. Tres historias de tres hombres que tienen que hacer frente a sus dragones, sin olvidar que los más peligrosos son aquellos que llevamos dentro.

    Encontrarás dragones es, en fin, no sólo una magnífica película, sino una película necesaria (especialmente en estos tiempos de anticatolicismo radical disfrazado de laicismo). Por su espíritu de reconciliación, por su mensaje de tolerancia, por su retrato del ser humano, por su interpretación de lo que significa amar a Dios y al prójimo más que a uno mismo. Una obra que hay que ver y recomendar porque, con seguridad, nos ayudará a vencer a muchos dragones.

lunes, 21 de marzo de 2011

Del tsunami a txusito pasando por el infierno

«La proporción entre la obra humana y la naturaleza es la misma que media entre el hombre y Dios». Este sabio pensamiento que nos dejó el grandísimo Leonardo da Vinci (un humano que nunca se rindió ante las limitaciones humanas) resume certeramente los efectos devastadores, en muchos sentidos, del terremoto-tsunami japonés. La primera reflexión, en efecto, es lo pequeños que somos frente al poder y la imprevisibilidad de la Naturaleza. Hormiguitas indefensas. Por si alguno (que los hay) seguía creyéndose el ombligo del Universo, el salvaje temblor de Japón le ha tenido que derribar de un plumazo los pilares de su ego y arrasar su desfasada idea de que el Hombre es dios. No importa lo que hagamos, lo que inventemos, lo que construyamos, lo que tratemos de prever para protegernos, para sentirnos fuertes y seguros: la Naturaleza, o Dios, nos volverá a poner siempre en nuestro sitio, en nuestra verdadera dimensión. Hormiguitas. Con alma, con razón, con enormes capacidades para hacer cosas buenas, y malas, pero hormiguitas.
    La segunda reflexión a la que me ha arrastrado el tsunami de Japón es la admiración que produce el pueblo japonés. Su comportamiento cívico, su disciplina, su sentido del deber y del orden, su solidaridad, su pragmatismo. Dentro del shock gigantesto, han sabido estar en su sitio, actuar como deben y empezar a andar en lugar de lamerse las heridas. Ejemplar en todos los sentidos. Lo ha resumido maravillosamente el genio Mingote: «Dentro de la catástrofe, Japón tiene la buena suerte de estar poblada de japoneses». Aquí… en fin, no quiero ni imaginarme cómo reaccionaríamos aquí si a 10.424 kilómetros (metro más o menos, por lo del desplazamiento) ya estamos repartiendo pastillas de yodo. Desde luego, más gilipollas no se puede ser.
   La tercera reflexión es la miseria y la hipocresía de los europeos en general, y del alemán apocagilipolíptico ése en particular, que en lugar de volcarse en ayudar a los cientos de miles de japoneses afectados, nos preocupamos de cómo afectará a nuestro ombligo. Reabrimos el debate sobre las “¿Nucleares? No, gracias” y abrimos de par en par las puertas del apocalipsis con un sentido del oportunismo y del catastrofismo rayano en la esquizofrenia. O en la hijaputez. Y mientras aquí besugueamos entre galgos y podencos, nuestros odiados primos americanos llevan desde el día uno aportando ayuda real (o sea, hechos, no metáforas) a sus antaño enemigos. Otro ejemplo más. En España, ya sabemos, pastillas de yodo. Por cierto, ¿saben en Garoña que al otro lado de los Pirineos tenemos 58 reactores nucleares (de los que aquí mamamos a boca llena)? ¿No deberíamos exportar pastillas de yodo para los 62.616.488 infelices gabachos que están a punto de sufrir 58 chernobils?

Esta semana también nos hemos levantado cada mañana con el debate libio. Hemos ido pasando del “¿Intervención? No, gracias” (ya saben, el fantasma de Irak) al “¿Intervención? Sí, ¡por favor!”. Lo que pasa es que en el mientras tanto, el ex amigo Gadafi se ha fulminado a unos cuantos miles de compatriotas en su camino “Atila style” hacia Bengasi. ¿Más que el tsunami japonés? Probablemente. Quizá algún día se sepa, cuando se empiecen a descubrir huesos desperdigados por las áridas arenas del desierto. La cosa es que ha sido Ohbama! (que cada día se comporta más a lo Bush, el muy…) quien ha pedido algo más que una especie de huelga de controladores a lo libio; ya saben, lo de la exclusión aérea. Y parece que ha colado, y el Consejo de Seguridad de la ONU (Francia incluida, esta vez sí; ellos sabrán) ha dado el visto bueno a la intervención militar. Cosa que al ex amigo Gadafi no le ha hecho ni un poquito de gracia y anda por ahí rabioso, ladrando que «Occidente no tendrá paz, nunca más», y que si es atacado convertirá la vida del mundo (¡del mundo!) en «un infierno». ¡Joder, esto sí que es el apocalipsis! Pues nada, ya saben los “invasores”: muerto el perro se acabó la rabia.
    ¿Y los españoles del “no a la guerra”? Pues de gira contra Israel. ¿Y los gobernantes del “no a la guerra”? Pues poniéndole la alfombra roja a Ohbama! en nuestras bases y en nuestros portaaviones. Y ya veremos si, además de la alfombra, Mister Paz y sus ministras afectadas (Karma y Moratrini) envían también tropas a la no-guerra de Libia. Total, lo de cambiar los principios estilo Groucho a éstos se les da tan bien como cambiar la Historia (lo hemos visto otra vez en “Cuéntame cómo (no) pasó”, donde resulta que no fueron los GRAPO quienes volaron la cafetería California 47 en el 79, sino los fachas. Rigor histórico se llama eso. O rigor mortis... de la verdad).

Y para terminar, la historia de nunca acabar. O sea, ETA. Esta semana tenemos a Txusito y a Patxi jugando al mus con el affaire Sortu. Pasándose señas falsas y haciendo trampas con las cartas, los amarrakos, las palabras, los principios, la dignidad y las vidas de la gente. ¡Hay que ver, qué chicos estos! Dice Patxi que no quiere que le den lecciones desde 500 o 1000 kilómetros de distancia. ¿Y se ha preguntado cuántos vascos y vascas han tenido que desplazarse a 500 o 1000 kilómetros de su caserío porque los amigos de Sortu y de Txusito les querían dar la última lección de patriotismo, con bala en vez de boli? Dice que «los que estamos allí día a día, yendo a los ayuntamientos y arriesgando la vida por defender la paz, la democracia, la Constitución y el Estatuto, somos los socialistas vascos y los miembros del PP vasco». Cierto. Pero con las bombas que fabrica ETA gracias al dinero recaudado en sus ayuntamientos (anv ahora o sortu mañana), asesinan en toda España y parte del extranjero. Pero nada, vosotros seguid con vuestra partida. Creo que Txusito ha pasado seña de “juego”. ¿O era ¡fuego!”?


viernes, 11 de marzo de 2011

La alucinancia de Zapatero no tiene precio

Cuentan las crónicas que hubo un sujeto en Pamplona que gustaba de correr el Encierro a su manera, que consistía en hacerlo en sentido contrario, es decir, en vez de delante de los toros, contra ellos. ¿Un loco? ¿Un suicida? ¡No! ¡Un innovador! ¡Un sabio! Porque al verlo venir corriendo a toda velocidad, las bestias se apartaban y le dejaban pasar entre cuerno y cuerno sin provocarle un solo rasguño. Así sucedió durante años, hasta que un intolerante Gobernador Civil decretó que el innovador e incomprendido sujeto pasara las horas de Encierro en comisaría.

Algo así sucede con el innovador e incomprendido presidente que gobierna esta encerrona nuestra antes conocida como España. Y es que si nos metemos mucho con José Luis Rodríguez, alias Zapatero, es sólo porque nuestro raciocinio humano y limitado no llega a entender, siquiera atisbar, la inmensidad de su pensamiento ilimitado e inabarcable. Esa luminiscencia restallante de inteligencia, ciencia, paziencia y conciencia que emana de su sonrisa inmaterial y de su cerebro insustancial es, lisa y llanamente, algo superior a nosotros, pobres ciudadanos ignaros y mortales. Simplemente, quedamos cegados por sobreexposición a su alucinancia; como lo de Kun-fu Panda, pero a lo bestia. En plan deidad, vamos.

No entendemos que la prohibición de fumar, la prohibición de los toros, la prohibición de parir, la prohibición de comer donuts, la prohibición de jugar a las muñecas, la prohibición de bajarse pelis y música, la prohibición de rotular en español, la prohibición de iluminar, la prohibición de gastar, la prohibición de criticar, la prohibición de rezar, la prohibición de pensar, la prohibición de elegir, la prohibición de trabajar… y las prohibiciones que vengan de aquí a 2012, son todas ellas medidas de ahorro integradas en un inteligente Plan Divino de Ahorro Estratégico Superior y Sostenible a Corto, Medio, Largo y Eterno Plazo, perfectamente estudiado, analizado, meditado, estructurado y desarrollado, que los ciudadanos de a pie, ignorantes mortales, no llegamos a comprender. Por eso (mal)pensamos que son una ristra de ocurrencias sin pies ni (sobre todo) cabeza, resultado tontuno de un think tank de balbucientes infantes escogidos, eso sí, de entre las más prestigiosas guarderías de España y parte del extranjero.

De entre todas estas medidas incomprendidas, la más incomprendida es, tal vez, la prohibición de conducir a más de 110 kilómetros por hora en autopistas y autovías, para ahorrar tres euros y medio del PIB (y gastar unos cientos de miles) de aquí a junio. Y claro, como no comprendemos, protestamos; y decimos cosas como que en un viaje yo ahorro bastante más a 140 km/h en sexta que a 110 km/h en quinta o cuarta; o que si es más peligroso adelantar a esa no-velocidad a un camión de 15 metros de eslora; o que si el 99,9 por ciento de mi gasto en gasolina se produce en atascos urbanos… y otras injustificadas excusas y desagradecidas críticas. Y es que, una vez más, la iluminancia inmarcesible de José Luis Rodríguez, alias Zapatero, se nos escapa a los enanos intelectuales como usted y como yo, que no compartimos ese don. Bueno, hasta ahora. Porque mis ojos han vislumbrado la luz. Mi minúsculo cerebro, mi intelecto infinitesimal ha comprendido, al fin, el verdadero alcance del Plan Divino de Ahorro Estratégico Superior y Sostenible a Corto, Medio, Largo y Eterno Plazo. ¡He visto la alucinancia, aleluuuya!

La cosa está tan clara que asusta. Y la clave no es otra que la huelga de AENA. Sí, sí, la huelga de 22 días que planean estos terráqueos trabajadores aéreos tan simpáticos es parte esencial del Plan Divino etcétera de la luminiscencia presidencial. Me explico: vacaciones = pasta, y si se viaja en avión, más (o sea, vacaciones + avión = más pasta); así que si los españoles no vuelan en Semana Santa, se ahorran un pastón; y si deciden ir en coche, a pesar de todo, como van a 110 por hora, pues siguen ahorrando. ¿Y los extranjeros que vengan a visitar este país nuestro que vive del turismo y que este año serán muchos más aprovechando las revueltas norteafricanas? Pues que vengan en coche, a 110 ahorrarán un turrón y así contribuimos a levantar también Europa; y en el caso de que se empeñen en viajar en avión, no problem: como las autovías y autopistas quedarán vacías de coches, las pueden utilizar los aviones, así, a 110 por hora gastarán muchísimo menos queroseno que si volaran a 910 por hora, que es una velocidad prohibitiva y despilfarradora. Y además cuidan el medio ambiente, el ozono y el calentamiento global. ¿A que es genial?

Pues eso, que ya verán como el Gobierno no declara el estado de alarma durante los 22 días de huelga salvaje porque, sencillamente, todo forma parte de una estrategia multiahorradora (el Plan Divino ése), sublime en su propia sencillez; pura alucinancia, oiga. Y luego decimos que improvisan.

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martes, 1 de marzo de 2011

Españoles Ejemplares

El pasado jueves asistí a la entrega los premios Españoles Ejemplares que otorga la Fundación DENAES desde hace cuatro años. Para aquellos que no conozcan de qué va la Fundación que creó y preside Santiago Abascal (ex diputado vasco del PP, lo que es sinónimo de amenazado, valiente y comprometido), sólo apuntar que su único objetivo es defender los valores cívicos, la Constitución y el patriotismo bien entendido, de cualquier afiliación o desafiliación política, en esta España nuestra cada vez más irreconocible y destartalada; y, para tener un poquito de presencia en nuestros medios cada vez menos ejemplares, todos los años elige y premia a los españoles ejemplares que hayan destacado por su ejemplar españolidad. Entre ellos, gentes de izquierdas y de derechas, artistas y deportistas, políticos y empresarios, periodistas y publicitarios, programas de TV y unas cuantas víctimas del totalitarismo nacionalista, catalán y vasco indistintamente. Unos premios que, como afirmó Santiago Abascal en la ceremonia, "van, poco a poco, consolidándose como una referencia entre todos aquellos que apostamos por el proyecto común de España; estos premios nos permiten descubrir y apreciar con alegría, en numerosas personas e instituciones, aquello que entendemos por patriotismo; un patriotismo reflexivo que hace sentir un orgullo cabal por el pasado y presente de nuestro país". Algo que, desgraciadamente, para muchos españoles resulta incómodo, improcedente e incluso indefendible.

No, desde luego, para los tres españoles ejemplares premiados en esta edición: el seleccionador nacional Vicente del Bosque ("lo único que pretendíamos era representar a nuestro país con naturalidad y dar ejemplo a nuestros jóvenes con humildad, modestia y unión"); el pintor y escultor vasco Agustín Ibarrola (un eterno luchador por la libertad que, por cuestiones de salud, no pudo asistir pero nos dejó un emotivo vídeo de agradecimiento) y el diario El Mundo, por su defensa de "la memoria, la dignidad y la justicia para las víctimas del terrorismo". Sus nombres de unen a los de José María del Nido, Albert Boadella, Carlos Sainz, Regina Otaola, Nike (por aquel spot en el que Paul Gasol afirmaba que "ser español ya no es una excusa"), Carlos Herrera o la ciudad de Santander, entre otros españoles sin complejos y sin excusas que han sido premiados por Fundación DENAES en anteriores ediciones.

Pero aparte de los premiados, actuales y pasados, asistieron a la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol otros españoles ejemplares, comprometidos y valientes, como Fernando García de Cortázar, Daniel Portero, Alejo Vidal-Quadras, Regina Otaola, Amando de Miguel, Emilio Butragueño, Iñaki Arteta y un largo etcétera; y, muy especialmente, José Antonio Ortega Lara. Sonriente, amable, respondiendo a cada saludo, a cada foto, con humildad y agradecimiento; él, que probablemente sea el español que más haya sufrido el odio, la tortura y la bestialidad de ETA, enterrado vivo durante 532 días, y que no esconde en su corazón deseo de venganza sino de justicia, como las miles de víctimas y familiares que la serpiente etarra ha dejado en su sinuoso y sangriento reptar a lo largo de 50 años.

Hubo también otros muchos españoles ejemplares que no estuvieron presentes en el acto, pero sí lo estuvieron de corazón. Como es el caso de Esperanza Aguirre, ausente anfitriona, que cada vez que su nombre era mencionado (y lo fue en muchas ocasiones) arrancaba el aplauso espontáneo y admirativo de los 300 que allí nos encontrábamos. O como es el caso de las víctimas de la barbarie etarra; esos miles de españoles ejemplares que, una vez más, reclamarán memoria, dignidad y justicia ante la nueva vergüenza que se perfila con la enésima trampa electoral de ETA, alias Sortu; y lo harán como hacen siempre, en pacífico y clamoroso silencio. La cita será el 9 de abril. Ojalá estemos todos. Necesitan que les arropemos y les demostremos que su dolor no es en vano, que los demás españoles somos capaces de agradecer su comportamiento absolutamente ejemplar.