El señor Rodríguez, alias Zapatero, alias Z, alias Mister Paz, de profesión iluminado y en sus horas libres presidente del gobierno paritario de mi país, alias Ezpaña, me ha llamado HIPÓCRITA. Sí, a mí, que no soy nada, que no soy nadie; a mí y a otros millones de personas, de derechas, de izquierdas, de centro, de arriba, de abajo, de aquí, de allá y de donde sea, qué mas da, que tampoco son nada ni son nadie, porque su opinión no existe, para qué, si no es buena ni progre ni aceptable. Y me ha llamado, nos ha llamado hipócritas por el simple hecho de no estar de acuerdo con el aborto, ese pragmático invento social que consiste en desembarazarse de un problema llamado hijo o hija por medio del sencillo método de acabar con su vida antes de que vea la luz (ojos que no ven...). Cosa ésta de la vida del no nacido, dicho sea de paso, que defiende nuestra tan cacareada Constitución: “la vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental —la vida humana— garantizada en el artículo 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional” (sentencia 53/1985 del tribunal Constitucional). O sea, que matar una vida humana es malo, y además, delito; haya visto o no esa vida la luz del sol. Si defender eso es ser hipócrita, gracias por el halago, señor presidente. Y si de bien nacidos es ser agradecidos (para lo que primero hay que nacer, claro), le devuelvo el halago multiplicado, como usted se merece, porque no hay nadie, nadie, más hipócrita que usted, señor presidente. Y repito: nadie. Dicho sea como un halago, faltaría más. Y para redondear el halago, me he tomado la molestia de recopilar algunas muestras de la hipocresía infinita que adornan su magnética y sonriente personalidad:
Hipócrita es sonreír a las víctimas del terrorismo y negociar a sus espaldas con quienes las mataron, secuestraron y mutilaron; es negar en el Congreso, a la luz de los micrófonos y las cámaras, lo que hace a escondidas, en la oscuridad de las cloacas; es promover la Ley de Partidos y al mismo tiempo comenzar a dinamitarla; es llamar a Otegui “hombre de paz”, o no permitir que el asesino De Juana se mate a sí mismo según su propia voluntad y defender al doctor Montes por matar a personas inocentes contra su voluntad.
Hipócrita es llamar asesino a Bush y Aznar y demócratas a Castro y Chavez; es llenarse la boca con Irak y callar como un perro con Afganistán, Chechenia, China, Georgia...
Hipócrita es presumir de democracia y tratar de aplicar el cinturón sanitario a la Oposición, de amordazarla como sea, incluyendo asalto a sus sedes, agresiones a sus dirigentes o detención de sus militantes.
Hipócrita es presumir de feminista y progre y mostrar su harén de ministras posando para el Vogue, envueltas en pieles de animales muertos (¡horror!); o enviar a una ministra embarazada de 7 meses a una guerra por pura imagen; o presumir de fifty fifty en el gobierno pero ocultar el 80/20 del resto de secretarías, vicesecretarías, asesores y demás altos cargos.
Hipócrita es negar la crisis a todos los españoles durante más de un año; es prometer pensiones, trabajo, bienestar, política social y generar paro y paro y paro. Es engañar miserablemente sin preocuparse de la miseria que pueda generar el engaño.
Es pedir austeridad y aumentar un 15% el número de asesores de confianza (¡que ya son 600!); o aumentar el sueldo 3.000€ al mes (¡al mes!) al padre de la ministra Aído y otros cargos de la Diputación de Cádiz.
Hipócrita es dejar a media España sin agua sólo porque el plan lo había diseñado el odiado partido de la oposición. Es acusar de crispar a quien hace oposición (y tiene la obligación moral y política de hacerlo) y reír la gracia a los extremistas que insultan a los españoles, o queman banderas y retratos del Rey.
Hipócrita es abanderar el cambio climático porque está de moda y, por ejemplo, mantener el coche oficial encendido durante horas en el parking de la playa (Gerra, Cantabria) para que el señor ministro Bermejo no se nos sofoque por el calor al volver a casa. Es dejar a miles de personas sin hogar por la ley de costas y levantarse un ático a unos metros de la playa (Pepiño).
Hipócrita es abanderar la Alianza de Civilizaciones en el exterior y volver a enfrentar a las dos Españas en casa. Es presumir de liderazgo internacional (“la champion lig”) y ser el hazmerreír del mundo mundial (eso cuando nos hacen caso).
Hipócrita es clamar por la libertad de pensamiento y tratar de imponer su doctrina a los niños; es regalar derechos a una minoría y negárselos a millones; es hablar de libertad religiosa y atacar incansablemente a los católicos por el simple hecho de serlo.
Hipócrita es llenarse la boca con la palabra VIDA y promover la MUERTE, más o menos sutil, de ancianos, enfermos y niños. Es defender con más ahínco un huevo de águila real que un feto, los derechos humanos de los grandes simios que los de los seres humanos más pequeños. Es anteponer el “derecho a la salud reproductiva de la madre” al derecho a la vida del niño; y encima ofrecerlo como “única solución” cuando los españoles tenemos que adoptar 23.000 niños al año en el extranjero.
Hipócrita es no llevar la nueva Ley del Aborto en el programa electoral y sacarla a la palestra unos meses después por pura conveniencia. Es utilizarla como paradigma de la progresía, de la modernidad, de los avances sociales y, lo que es mucho más hipócrita, de los derechos humanos. Y quien no esté de acuerdo es un cavernícola, un fascista, un represor, un inquisidor, un ultra, un asesino... y un hipócrita.
Pues eso, Mister Paz, que si por defender la vida de los que aún no han nacido soy un hipócrita, sea, ¡y a mucha honra! Ojalá usted pudiera afirmar lo mismo de sus múltiples y dañinas hipocresías.
TIRARSE LOS MUERTOS PARA GANAR LA PARTIDA
Hace 2 semanas
2 comentarios:
En un comentario en otro artículo (el de San Fermín) he calificado aquél de magistral. Bueno, pues éste es más magistral todavía. ¡Qué capacidad de síntesis y qué perfecto resumen (la enumeración exhaustiva de todas las barbaridades de este tío sería imposible)!¡Qué habilidad magnífica en la contraposición palabras-hechos! Hoy he descubierto este blog y no abandonaré voluntariamente su lectura. Gracias, muchas gracias.
Mi más cordial enhorabuena, al autor de este comentario. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Retrata magistralmente a este sujeto de baja estofa que nos ha caído de presidente del govierno de las ezpañas.
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