martes, 11 de marzo de 2008

Reflexiones sobre el voto de Pepiño.


El insigne inteletual y ministrable José Blanco, alias Pepiño, alias P, deposita su voto al Congreso de los Diputados (sobre blanco) en la urna del Senado (tapa salmón con sobre salmón pegado en el frontal, para dar más pistas). Nótese su cara de profunda satisfación por el deber democrático cumplido (aunque de forma un tanto ilegal).

Y osérvese de paso la hechura del sobre salmón que sostiene en su mano izquierda: es tan delgado como el sobre blanco, de lo que se puede deducir que
A) Está vacío
B) Contiene la papeleta del Congreso

Si está vacío puede ser:
A) Quería votar en blanco, en honor a su apellido (cosa muy loable, pero muy poco seria)
B) No sabía o no podía doblar la papeleta-sábana y nadie le prestó ayuda
C) No sabía rellenar las casillas de la papeleta o qué casillas rellenar o cuántas... y nadie le prestó ayuda
D) No tenía boli para rellenar las casillas y nadie le prestó uno

Si contiene la papeleta del Congreso puede ser:
A) Que sea, además de miope, daltónico; lo que explicaría algunas cosas (aunque otras muchas no)
B) Que quisiera votar dos veces a su partido para el Congreso... pero sin que se notara
C) Que quisiera reivindicar la igualdad, la paridad y la hermandad, evitando discriminar a las papeletas por su sexo, por su tamaño, por sus ideas, por su cultura, por su color o por el color de su sobre
D) Que le diera el sobre ya cerrado un malvadísimo interventor del PP, engañándole vilmente para provocar su voto nulo y/o ridiculizarle injustificadamente ante todo el país y parte del estranjero

Sea como fuere, una vez más, el segundo hombre más poderoso de España ha cumplido las espetativas. ¡Y todavía puede ser ministro!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Manífica oservación, Pepe. Todos nos habíamos quedado onubilados con lo del sobre blanco y nadie se fijó en el salmón. Y, en efeto, la sábana-papeleta al senado abulta tantísimo que nadie consiguió doblarla bien ni con una plancha. Y lo sé porque estuve de interventor.

Anónimo dijo...

¿Y este tío puede ser ministro? ¡Pero adónde vamos a llegar con la cultura de la mediocridad!