Es curioso cómo siempre remamos hacia el lado que nos conviene, y normalmente es hacia la orilla de la demagogia más políticamente correcta. Usted que va de ecuánime y mentalmente abierto por este mundo en peligro es un fanático más del cambio climático, y cualquier persona o personaje que cuestione mínimamente su opinión es para usted un absoluto analfabeto, un absoluto anormal, un absoluto insolidario, un absoluto fascista o simplemente un asesino del mundo mundial, así, sin más (¡eso es ser demócrata). Y sin embargo, hay miles de científicos igual de serios o más que los de la ONU o que el primo de Rajoy, que también se cuestionan el tema, sus consecuencias y sus causas (la Ciencia es cuestionarse, dudar, discutir; lo otro es fanatismo, insisto). Bjorn Lomborg, Martin Durkin y tantos otros condenados al ostracismo simplemente por escépticos (o sea, por científicos); y mientras, el tan cuestionable señor Gore (tipo listo) forrándose a costa de todos ustedes, de su papanatismo y de su cambio fanático.
De verdad, sigo pensando que para tener una opinión objetiva hay que conocer todos los puntos de vista, pero ustedes no lo permiten; insultan a quien lo plantea y ya está. Queda muy gracioso y muy irónico y muy al gusto del público, pero, sinceramente, dice muy poquito de usted (espero que sobre esto sí me deje opinar).
Para terminar, si usted fuera tan ecuánime, tan justo, tan solidario y tan objetivo como se cree, debería recomendar a sus lectores, por ejemplo, el libro "Las mentiras del cambio climático" de Jorge Alcalde (director de QUO); aunque sólo sea por conocer el otro lado, el de los insultados, el de los parias, el de los anatemas del nuevo e irrefutable mesías Gore. Quién sabe, a lo mejor alguno empieza a opinar por sí mismo (y eso sería bueno... ¿o no?).
TIRARSE LOS MUERTOS PARA GANAR LA PARTIDA
Hace 2 semanas
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