Tras el salvaje atentado terrorista de ayer en Londres, la reacción del pueblo inglés no se ha hecho esperar. Toda Inglaterra es un clamor contra el que consideran verdadero y único culpable de la masacre: el primer ministro Blair, el de la foto en Las Azores con Bush y Aznar. Cientos de manifestaciones espontáneas tienen lugar simultáneamente por todo el país (en realidad convocadas espontáneamente por los partidos de la oposición). En Liverpool, Manchester, Leeds, Bristol y otras ciudades importantes, los líderes locales del Partido Conservador y el Partido Liberal-Demócrata encabezan la masiva protesta popular. En Londres son los propios dirigentes, Howard y Kennedy, así como los líderes sindicales, quienes portan las pancartas en contra del primer ministro Blair y su partido. Las sedes del Partido Laborista han sido asaltadas y sus dirigentes y simpatizantes insultados y golpeados, al grito de “asesinos”. Los medios de comunicación cercanos a la oposición se hacen amplio eco de la masiva protesta espontánea, que va creciendo en convocatoria e intensidad.
Prestigiosos intelectuales y actores como Anthony Hopkins, Hugh Grant, Emma Thomson, Kate Winslet, Kenneth Brannagh o la familia Redgrave se han sumado a las manifestaciones y han firmado un manifiesto contra Tony Blair y la guerra. El director Ridley Scott ha insinuado un posible golpe de estado del Partido Laborista ante la situación creada. La actriz Judi Dench, en una rueda de prensa en Berlín, denuncia la falta de libertad en su país y no descarta su posible exilio.
Vencido por la presión popular, Blair retira las tropas británicas de Irak y rompe relaciones con el Gabinete Bush. Los Estados Unidos dejan de ser aliados de Gran Bretaña para regocijo de la mayoría del pueblo británico, especialmente de los actores e intelectuales.
Se crea una Comisión de Investigación para aclarar y depurar las responsabilidades del Primer Ministro Blair y su gobierno.
El Daily Telegraph investiga, entre otros puntos negros, si la policía de Leeds está involucrada en la venta de explosivos a los terroristas, pero su labor es ignorada por el resto de los medios y atacada por el aparato mediático de la oposición.
Tras meses de (mínima) investigación, (afines) comparecencias y (guiadas) declaraciones, la Comisión llega a una conclusión unánime e incontestable: las causas del atentado han sido exclusivamente la imprevisión del gobierno y su participación en la ilegal y sangrienta invasión de Irak. El único responsable de la masacre es el primer ministro. Tony Blair y su ministro de interior son reprobados públicamente en el Parlamento.
Conclusión: cada país tiene el gobierno (y los actores y los jueces y la policía...) que se merece.
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