jueves, 20 de mayo de 2010

Trini y la venganza de la criatura. Una historia de terror gótico


La última gilipollez (con perdón por el término machista) de este imaginativo gobierno que nos desgobierna, esta vez vía Trini, es lo de las criaturas. ¡Manda huevos! (y perdón de nuevo). La excusa ahora es que “recién nacido” es un término sexista, y claro, eso no se puede permitir, faltaría más, dónde vamos a ir a parar. Aunque yo, que debo ser muy rarito, la verdad es que nunca he tenido problema de denominación sexista a la hora de referirme a mis vástagos el día que su santa madre los trajo al mundo: cuando nació mi hijo mayor nos referimos a él como “recién nacido”; cuando lo hizo nuestro hijo mediano también lo mirábamos y mimábamos como a un “recién nacido”; y cuando nació nuestra hija, que ahí podíamos haber tenido un grave conflicto sexista, decidimos tirar de sentido común y de riqueza lingüística castellana y nos arriesgamos a llamarla “recién nacida”; así, con un par, utilizando el femenino para referirnos a una fémina como antes habíamos utilizado el masculino para referirnos a sus hermanos, tan varones ellos. Y oye, la cosa ha ido bastante bien. Y cuando nos referimos a los tres a la vez, que ahí podría germinar otro grave conflicto sexista decimos “nuestros hijos” y, lo juro, nuestra hija pequeña ni se ofende ni se trauma ni se siente desplazada y/o ignorada. Incluso conozco gente que ha ido más allá, valientes ellos (y ellas), y los han llamado “bebés”. Así, sin sexo ni nada, en plan más neutral que Suiza. Pero es una palabra tan desagradable, tan violenta, tan fea, tan… machista, que no me extraña que la ministra a la que llaman Trinidad (¡qué putada ser laica y llamarse Trinidad!) quiera desterrar o enterrar semejante término. Bebé ¡puaj! Suena… no sé… a… ¿recién nacido?

Pues eso, que donde estén las criaturas que se quiten los recién nacidos y las recién nacidas; o los/las bebés. Lo paradójico de la tontería ésta es que el término criatura viene del latín creatūra y significa “creado por Dios”, que es precisamente la primera acepción del DRAE: “Criatura f. Toda cosa creada por Dios”. O sea, que ahora la Trinidad se nos ha vuelto creacionista, así, como quien no quiere la cosa. Será por el nombre.

Pero uno, que no se fía de los políticos ni de las políticas, y mucho menos de los/las socialistas de boquilla que dicen gobernarnos, llegó hace tiempo a la conclusión de que en este circo no hay nada casual. Pero nada de nada. Todo es perfecta y absolutamente intencionado, aún más, todo está maquiavélicamente premeditado. Y vista la cruzada laica contra los no nacidos y las no nacidas, no me extrañaría que esto de las criaturas fuera otra palada de tierra sobre el nonato, o sea, ese ser vivo pero no humano que predicaba la científica Bibiana. Que yo de éstos y éstas me fío lo justo, o sea, nada. Rien de rien.

Porque para mí que lo que quiere la doctora Trini y su Mrs. Hyde es que veamos a esos inocentes niños y niñas como miembros y miembras de la tercera acepción del término criatura, esto es: “Ser fantástico e imaginario que causa terror”. O sea, como Rubalcaba si Rubalcaba no fuera tan real. Quieren que nos den miedo, como los niños de Ibáñez Serrador o los “chicos del maíz” de Stephen King. Y es que uno, que ha mamado Poe, Lovecraft, Le Fanu, Stocker, James y demás maestros; que ha zampado cientos de Creepys rellenos de Corben, Wrightson, Adams, Fancetta o Boix; que era el único de los hermanos que veía “Historias para no dormir” con los ojos abiertos y hasta ha visionado El Exorcista a solas y a oscuras; uno, que ha disfrutado como un niño con las pelis de terror de la Universal y las adaptaciones de Roger Corman y los míticos Karloff, Lorre, Price, Cushing, Lee o el mismísimo Lugosi; uno, en fin, que ha sido más gótico (intelectualmente) que las hijas de Mister Paz, sabe mucho de criaturas; y sabe que cuando te refieres a una criatura no estás hablando de un inocente bebé de rechonchos mofletones y chupete en ristre. No es, precisamente, la criatura de El padre de la criatrura de Lazaga y el insufrible Martínez Soria. No. Te estás refiriendo a la criatura de la laguna negra, o a la criatura del foso contra la que luchaba el Dr. Who; o a la criatura pseudomarina que se vengaba de todo quisque en las películas de Jack Arnold; o a la más reciente criatura perfecta, mutación genética caníbal y vampírica; o a la criatura asesina por excelencia, también conocida como Alien; o a la criatura del pantano, que era una especie de cocodrilo gigantesco y glotón; o a la Criatura de la Noria, alias María Antonia Iglesias; o a la criatura entre las criaturas, que no era otra que el engendro creado (¡creado!) por el Dr. Frankenstein. Un mito que nació de la pluma de Mary Shelley la misma noche que otra criatura terrorífica, el Vampiro, de William Polidori, ambos engendrados durante aquel mítico verano sin verano de 1816 en la villa suiza de Lord Byron.

Criaturas las hay celestiales e infernales. Y también mágicas, mitológicas y fantásticas. Y criaturas de la noche, y criaturas salvajes y criaturas del averno, que son las peores. Y criaturas inocentes y criaturas extrañas y criaturas vengativas y criaturas feroces y criaturas legendarias. Y criaturas necias, absurdas y manipuladoras. Estúpidas, en una palabra. Como Trini, Bibiana y el jefe de ambas dos, que tiene más peligro que la criatura de la laguna negra, Drácula y Alien los tres en uno; con el cerebro de la criatura del Dr. Frankestein. O sea, cero zapatero.

En fin, querida Trinidad, criaturita de Dios, lo importante es que no importa cómo lo llames: un recién nacido siempre será... un recién nacido. O una recién nacida. Y oye, estando la cosa como está, que nazca ya es un logro. Aunque sea una criatura.
...

1 comentario:

Ramón Morcillo Valle dijo...

Pepe dijo Einstein que hay dos cosas infinitas: Una el universo, y la otra la estupidez , y de la primera no estaba muy seguro.
Pues eso es lo que le pasa a estas criaturitas socialistas. Su estupidez es más grande que el universo.
Por otra parte: Trinidad debe estar encantada con su nombre pues no en vano se utiliza tanto para hombres como para mujeres, como ocurre con Rosario y Reyes.¿Se puede pedir mayor igualdad?