lunes, 21 de marzo de 2011

Del tsunami a txusito pasando por el infierno

«La proporción entre la obra humana y la naturaleza es la misma que media entre el hombre y Dios». Este sabio pensamiento que nos dejó el grandísimo Leonardo da Vinci (un humano que nunca se rindió ante las limitaciones humanas) resume certeramente los efectos devastadores, en muchos sentidos, del terremoto-tsunami japonés. La primera reflexión, en efecto, es lo pequeños que somos frente al poder y la imprevisibilidad de la Naturaleza. Hormiguitas indefensas. Por si alguno (que los hay) seguía creyéndose el ombligo del Universo, el salvaje temblor de Japón le ha tenido que derribar de un plumazo los pilares de su ego y arrasar su desfasada idea de que el Hombre es dios. No importa lo que hagamos, lo que inventemos, lo que construyamos, lo que tratemos de prever para protegernos, para sentirnos fuertes y seguros: la Naturaleza, o Dios, nos volverá a poner siempre en nuestro sitio, en nuestra verdadera dimensión. Hormiguitas. Con alma, con razón, con enormes capacidades para hacer cosas buenas, y malas, pero hormiguitas.
    La segunda reflexión a la que me ha arrastrado el tsunami de Japón es la admiración que produce el pueblo japonés. Su comportamiento cívico, su disciplina, su sentido del deber y del orden, su solidaridad, su pragmatismo. Dentro del shock gigantesto, han sabido estar en su sitio, actuar como deben y empezar a andar en lugar de lamerse las heridas. Ejemplar en todos los sentidos. Lo ha resumido maravillosamente el genio Mingote: «Dentro de la catástrofe, Japón tiene la buena suerte de estar poblada de japoneses». Aquí… en fin, no quiero ni imaginarme cómo reaccionaríamos aquí si a 10.424 kilómetros (metro más o menos, por lo del desplazamiento) ya estamos repartiendo pastillas de yodo. Desde luego, más gilipollas no se puede ser.
   La tercera reflexión es la miseria y la hipocresía de los europeos en general, y del alemán apocagilipolíptico ése en particular, que en lugar de volcarse en ayudar a los cientos de miles de japoneses afectados, nos preocupamos de cómo afectará a nuestro ombligo. Reabrimos el debate sobre las “¿Nucleares? No, gracias” y abrimos de par en par las puertas del apocalipsis con un sentido del oportunismo y del catastrofismo rayano en la esquizofrenia. O en la hijaputez. Y mientras aquí besugueamos entre galgos y podencos, nuestros odiados primos americanos llevan desde el día uno aportando ayuda real (o sea, hechos, no metáforas) a sus antaño enemigos. Otro ejemplo más. En España, ya sabemos, pastillas de yodo. Por cierto, ¿saben en Garoña que al otro lado de los Pirineos tenemos 58 reactores nucleares (de los que aquí mamamos a boca llena)? ¿No deberíamos exportar pastillas de yodo para los 62.616.488 infelices gabachos que están a punto de sufrir 58 chernobils?

Esta semana también nos hemos levantado cada mañana con el debate libio. Hemos ido pasando del “¿Intervención? No, gracias” (ya saben, el fantasma de Irak) al “¿Intervención? Sí, ¡por favor!”. Lo que pasa es que en el mientras tanto, el ex amigo Gadafi se ha fulminado a unos cuantos miles de compatriotas en su camino “Atila style” hacia Bengasi. ¿Más que el tsunami japonés? Probablemente. Quizá algún día se sepa, cuando se empiecen a descubrir huesos desperdigados por las áridas arenas del desierto. La cosa es que ha sido Ohbama! (que cada día se comporta más a lo Bush, el muy…) quien ha pedido algo más que una especie de huelga de controladores a lo libio; ya saben, lo de la exclusión aérea. Y parece que ha colado, y el Consejo de Seguridad de la ONU (Francia incluida, esta vez sí; ellos sabrán) ha dado el visto bueno a la intervención militar. Cosa que al ex amigo Gadafi no le ha hecho ni un poquito de gracia y anda por ahí rabioso, ladrando que «Occidente no tendrá paz, nunca más», y que si es atacado convertirá la vida del mundo (¡del mundo!) en «un infierno». ¡Joder, esto sí que es el apocalipsis! Pues nada, ya saben los “invasores”: muerto el perro se acabó la rabia.
    ¿Y los españoles del “no a la guerra”? Pues de gira contra Israel. ¿Y los gobernantes del “no a la guerra”? Pues poniéndole la alfombra roja a Ohbama! en nuestras bases y en nuestros portaaviones. Y ya veremos si, además de la alfombra, Mister Paz y sus ministras afectadas (Karma y Moratrini) envían también tropas a la no-guerra de Libia. Total, lo de cambiar los principios estilo Groucho a éstos se les da tan bien como cambiar la Historia (lo hemos visto otra vez en “Cuéntame cómo (no) pasó”, donde resulta que no fueron los GRAPO quienes volaron la cafetería California 47 en el 79, sino los fachas. Rigor histórico se llama eso. O rigor mortis... de la verdad).

Y para terminar, la historia de nunca acabar. O sea, ETA. Esta semana tenemos a Txusito y a Patxi jugando al mus con el affaire Sortu. Pasándose señas falsas y haciendo trampas con las cartas, los amarrakos, las palabras, los principios, la dignidad y las vidas de la gente. ¡Hay que ver, qué chicos estos! Dice Patxi que no quiere que le den lecciones desde 500 o 1000 kilómetros de distancia. ¿Y se ha preguntado cuántos vascos y vascas han tenido que desplazarse a 500 o 1000 kilómetros de su caserío porque los amigos de Sortu y de Txusito les querían dar la última lección de patriotismo, con bala en vez de boli? Dice que «los que estamos allí día a día, yendo a los ayuntamientos y arriesgando la vida por defender la paz, la democracia, la Constitución y el Estatuto, somos los socialistas vascos y los miembros del PP vasco». Cierto. Pero con las bombas que fabrica ETA gracias al dinero recaudado en sus ayuntamientos (anv ahora o sortu mañana), asesinan en toda España y parte del extranjero. Pero nada, vosotros seguid con vuestra partida. Creo que Txusito ha pasado seña de “juego”. ¿O era ¡fuego!”?


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