lunes, 14 de noviembre de 2011

¡Ay, Pepiño!

Ay, Pepiño, Pepiño
¿qué te pasa, rapaz,
que andas tan tristiño?
¿Qué te ha hecho, dime,
el corruto Jorgiño,
ese chulo engominao
que declara en chandaliño?
¿Te ha dejado al aire
tu blanquito culiño?
¿Ha cantado el muy felón
lo de los euriños?
¿Te ha vendido a la oposición
por lo de aquel asuntiño?
¿Qué te ha hecho, campeón;
qué te ha hecho, mi Pepiño?

Ay, Pepiño, Pepiño,
que me miras con desaliño,
¿onde están esos ojos
antaño tan graciosiños?
¿Onde está tu mirada
de astuto y osado topiño?
¿Onde está tu descaro,
tu verborrea de niño?
¿Do, tu regate dialetico
al estilo Robinho?
¿Y onde están tus colegas,
onde, tus amiguiños?
Aquellos que compartían
favores y pulpiño,
los mismos que te adoraban
cuando eras poderosiño
y ahora te menosprecian
como a un vulgar leprosiño.
¿Onde está su cariño,
su estima, su confianza?
Dime, ay, mi Pepiño
¿No te habrán desterrado
de su corazonciño?
Sólo de pensarlo
¡ay, me giño!

Ay, Pepiño, Pepiño,
Ya sólo te queda el favor
de Conde Pumpiño.
Porque lo que es Alfrediño,
sólo piensa en tirarte al Miño
con una urna de piedra
bien amarrada al tobiño,
después de arrancarte los ojos
y de comerte los carballiños.
Es lo que tiene el cohecho
y el arreglar asuntiños
a espaldas de la legalidad
y a la vista de os nostros ojiños;
que la poli no es tonta, carallo,
y saben oler los euriños
que no pasan por el banco
y apestan a cheque en ´Blanco´
más que un marrón en el calzonciño.

Ay, Pepiño, Pepiño,
héroe del atril,
estratega del aliño,
¡no llores nunca mais
que se me estremece el corpiño!
¡No sufras mais, carallo,
que se me encoje el rabiño!
¡Que vuelva a ti la alegría
entre ríos de albariño!
¡Olvídate del Dorribo,
del Orozco y del tu primiño!
¡Olvídate del Supremo
del juez y del banquiño;
olvídate del gasolineiro
y de los fríos barrotiños!

Ay, Pepiño, Pepiño,
que no puedo verte así,
¡que me estriño!
¿Cómo he de consolar
esos ojiños tristiños?
¿Hundiendo otro Prestige?
¿Comprándote otro chaletiño?
¿Conxurando a trasgos y meigas
para eliminar el corpiño
del delito monetario
que agarrote de los güeviños?

Ay, Pepiño, Pepiño,
¡cómo has podido pasar
de gran superministriño
a ser un Blanco perfeto
de las huestes de Marianiño.
¡Te han metido la gaita
por el mismísimo calzonciño!
¡Te han estampado el surtidor
en tu prominente fuciño!
Mas no medres, campeón,
que "O chegar o San Martiño,
mátase o porco
e bébese o viño".
(A cada cerdo le llega su San Martín
y su San Quintín a cada choriziño).
Ya no te queda carrera
ni para alcalde de tu puebliño;
y si has de acabar en el trullo
por tus presuntos asuntiños,
aprovecha para acabar
primero de Derechiño
¡que ya te vale, zagal!

Ay, Pepiño, Pepiño,
que apestas a gasoliña
¿Qué se siente al saborear
tu propia mediciña?

Ay, Pepiño, Pepiño,
Después de las eleciones
no vuelvas nunca mais;
húndete con tu Zapatiño
-¡vaya par, vive Dios!-
en las aguas de tu atiquiño,
en la piscina de tu chalé
o en el mismísimo Miño.
¡Adeus, Campeón
adeus corrutiño!

1 comentario:

el burladero dijo...

Muy bueno míster Paz. Pepiño quedara para el arrastre después de tanto olor a gasolina. A este le ha pasado como aquel cazador, que fue a cazar y resulto cazado. Tanto ha largado de los de mas que ahora le toca a él que bien merecido se lo tiene. Espero que se haga justicia, aunque no me fio ni un pelo de la justicia actual.
Saludos blogueros