Este pasado lunes ha sido una fecha importante y hasta memorable en esta Ezpaña zapateril que nos arrebata cada día más. Y es que la flamante ministra Bibiana Aído, mujer, joven y sobradamente preparada, se ha estrenado en el Congreso de los Diputados, otrora foro de doctos oradores, políticos ilustrados e insignes lingüistas... y hoy, pues eso, un circo de ignorantes politicastros de butaca. O tal vez debería decir: de ignorantes e ignorantas politicastros y politicastras de butaca y de butaco. No por nada especial, sólo por ponernos a la altura de la muy femenina e igualitaria Exma. Señora Ministra de Igualdad, doña Bibiana Aído y Aída.
Y es que, después de comenzar su alocución (o alocuciona) con eso de “Miembros y miembras de esta comisión” y "señorías diputadas y señoríos diputados" ya no paró de zapatear sobre el Diccionario de
- «El informe de evaluación de los tres años de
- «Serán políticas diseñadas con la participación real de las y los jóvenes y en permanente diálogo con ellas y ellos»
- «Es una verdad celebrada y compartida por todos y todas…»
Quién sabe, siguiendo el ejemplo o ejempla de otras democráticas ministras (menos jóvenas que ésta), igual nos impone el nuevo lenguaje o lenguaja por ley (bajo pena de multa igualitaria a quienes osemos objetar) y acabaremos todos y todas diciendo vocablos y vocablas como: ustedes y ustedas, soldados y soldadas, jinetes y jinetas, estrategas y estrategos, mapas y mapos, planetas y planetos, conflictos y conflictas, policías y policíos, astronautas y astronautos, problemas y problemos, etcétera y etcétero. Todo para que, suponemos, quede bien definido y delimitado lo masculino y la femenina, no sea que nos vayamos a confundir.
El Teléfono del Maltratador Redimido
Pero lo mejor de esta tarde gloriosa fue su megarrevolucionario y supersolidario Plan Integral sobre la Masculinidad (nada bien dotado, por cierto: 43 millones de euros de aquí a final de año). Y cuyo principal objetivo será combatir la violencia de género con medidas tan audaces como “una actuación integral sobre la masculinidad y los hombres” (¿no suena a castración total o algo así?) y, ¡atención!, la creación de una nueva línea telefónica que “ayudará a canalizar su agresividad, en vez de recurrir a la violencia”. O sea que tú, cabrón maltratador, sientes la necesidad imperiosa de destripar a tu ex mujer cuando la ves feliz con su nuevo novio en el bar de la esquina (y lo puedes hacer porque no has respetado la orden de alejamiento y nadie te lo ha impedido), y vas y piensas: «será zorra la hijaputa, la voy a ensartar con el cuchillo jamonero ahora mismit… ¡noooo! ¡Espera! ¡Para el carro, Manolo! ¡Caalma! Llama al teléfono ése de la Ministra y canaliza tu agresividad». Y Manolo saca el móvil, desbloquea el teclado, marca los 9 dígitos y, después de canalizar su agresividad verbalmente contra la telefonista y físicamente contra el móvil, se dirige hacia su ex y, ahora más tranquilo y sonriente, eso sí, le atraviesa la garganta con el cuchillo jamonero y luego se entrega voluntariamente a la autoridad competente, dócil como un corderito. Y lleno de paz interior.
Desde mi modestia de ciudadano corriente y doliente, yo propongo aquí y ahora que tan inteligente y pragmática propuesta vaya más allá en su ambición de hacer el bien a la sociedad y se aplique también a los terroristas. ¡Que ellos también tengan su teléfono desagresivizador, hombre, que tienen todo el derecho! Yo estoy convencido de que va a funcionar de maravilla, siempre y cuando la canalización sea bilingüe, o sea, que se pueda ejercer en euskera y en castellano, a elección del miembro o la miembra de ETA. ¡Y se acabó el terrorismo, oye! Esta Bibiana es una genia.
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