martes, 30 de diciembre de 2008

El sueño inocente de Mister Paz

Este pasado 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes (y de la familia y de la Plaza de Colón a rebosar y de otras cosas que no vienen al caso), nuestro presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, alias Z, alias Mister Paz decidió gastarse una inocentada a sí mismo. Y aprovechando que no podía asistir a la misa de Rouco -estaba en Doñana- y que su señora se había ido a cantar la Traviata por algún afortunado rincón del mundo, el amigo Z decidió darse un garbeo por El Corte Inglés de Jerez. Solo, a su bola, o sea, sin tener que pasar primero por la sección femenina ni por la sección musical ni por el territorio teen ni por lencería sexy ni por joyería, ni por el rincón de Lladró… ni siquiera por la mágica planta de juguetería (su favorita), pues ya tenía todos sus regalos de Reyes comprados, listos para ser entregados y recibidos con ilusión laica el próximo 6 de enero. Y una delicia, oye. Así da gusto ir de compras, debió pensar.

Llegó a las diez en punto, para que luego digan que no es madrugador, y como intelectual de pro que es (pro de progre y de profano y de prohombre y de prodigio y de proceleusmático), se fue derechito a la librería, que como todos saben es la mejor de España con diferencia, aunque no tengan ningún ejemplar de “Bienvenido, Mister Paz” (carencia que no ha impedido que esta divertida e inteligente novela sobre Z y sus camaradas haya llegado a la segunda edición… pero de eso hablaremos otro día). El caso es que nuestro erudito presidente fue a El Corte Inglés a comprar libros y nada más que libros. Según cuenta la crónica, se gastó 58 euros (ejemplar contención del gasto público) en adquirir El viaje del elefante de José Saramago, Los objetos nos llaman de Juan José Millas y Un arco iris en la noche de Dominique Lapierre (suponemos que para disimular, no vayamos a pensar que sólo lee a los colegas del clan de la ceja). Lo que no cuenta el cronista y sí ha averiguado quien les escribe es que, además, se llevó lo último de Mortadelo y Filemón, “Misión: Salvar la Tierra. La Novela”, suponemos que para retomar lo de la Alianza de las Civilizaciones en 2009, por aquello de los buenos propósitos del nuevo año.

Pero la verdadera noticia de esta anécdota no es que el presidente del Gobierno se vaya de compras a El Corte Inglés aprovechando la ausencia conyugal; ni que sólo compre libros, con la de cosas que hay en El Corte Inglés; ni que sólo compre tres, con la de libros que hay (menos “Bienvenido, Mister Paz”, curiosamente); ni siquiera que intente emular a Anthony Quinn en “Las Sandalias del Pescador” o a la deliciosa Audrey Hepburn en “Vacaciones en Roma”. No, la verdadera noticia es que todos pensaron que se trataba de una inocentada. Que el presidente Z en realidad era un doble que se iba paseando por Jerez repartiendo paz, carisma y simpatía a tutiplén emulando al verdadero presidente. Los dependientes/as, los clientes, los paseantes, los de seguridad, los del parking, el de la ONCE, el del acordeón… todos creyeron que no estaban en presencia del mesías laico descendido a la Tierra, sino ante un mero imitador, un impostor, un ladrón de personalidad. Y claro, el disgusto de Z ha sido tremendo, porque lo que él pretendía era precisamente que se le reconociera y se le alabara y se le vitoreara y que se le aclamara como salvador de los desheredados y de los oprimidos, o sea, de las víctimas de la crisis, que somos todos. Y van los muy desagradecidos de los dependientes/as, los clientes, los paseantes, los de seguridad, los del parking, el de la ONCE y el del acordeón y le confunden con un miserable actorzuelo de tres al cuarto y en lugar de alabarle y adorarle se ríen de él y se lo toman a chanza; a él, que ha venido a salvarlos a todos, anteponiendo su misión en la Tierra a su propia vida, a su familia, a sus amigos, a su descanso. ¡Desagradecidos! Y luego hablan del espíritu de la Navidad… Si es que eso del Belén y el Niño y la Virgen y los Reyes Magos y los angelitos es todo una mentira de Rouco.

Total, que el presidente Z se ha vuelto a Doñana tristón y deprimido, y como su señora no está para prestarle su hombro consolador y sus niñas andan de parranda con los colegas, pues se ha puesto a hablar con los patos, que han aprovechado para emigrar rápidamente al sur, al democrático país amigo; y Z se ha deprimido aún más y ha pedido a sus escoltas que le busquen un lince, a ver si comprobando su no-extinción se le alegra el alma; pero todos los animales de la marisma han emigrado (al sur o al norte, indistintamente) y los diligentes escoltas sólo han encontrado un conejo despistado (y afortunado, porque con la recomendación gastronómica anti-crisis de Solbes, casi se han extinguido los conejos de la Península Ibérica y parte del extranjero). Pero justo cuando lo iban a coger para llevárselo a su desconsolado jefe, ¡zas! un águila imperial (¡la de la bandera facha, Dios mío!) se lo ha llevado volando para alimentar a sus polluelos, a los que también afecta la crisis (aunque no la nueva ley del aborto, afortunadamente para ellos). Así que los escoltas, desbordados por la situación y conmovidos por el estado anímico de su jefe, han optado por una solución drástica pero infalible: el peluche de Bambi. Y mano de santo, oye. Z se ha quedado dormidito, abrazado a su bambi y chupándose el dedo gordo con verdadera fruición. Y sueña que se ha convertido en Obama (tono de piel incluido) y que en 2009 va a liderar la salida de la crisis mundial y la paz en Oriente Medio y la democratización de Cuba y la llegada del hombre a Marte y la victoria de la humanidad frente al cambio climático y la pacificación definitiva y dialogada del País Vasco y la multiplicación de los panes y los derechos civiles y la hegemonía del cine español y, por supuesto, la hermandaz de todos los pueblos del mundo al amparo de la Alianza de Civilizaciones. Y así, dormidito, abrazado a su Bambi de peluche, soñando su sueño de de paz y prosperidaz, de amor y reconciliación, Z recupera su sonrisa, su refulgente, perenne y embriagadora sonrisa.

Y viéndole así, tan feliz y sosegado, tan inocente, uno piensa: ojalá se quedara dormidito para siempre.


No hay comentarios: