lunes, 5 de enero de 2009

Crónica de un atentado a la dignidad


Madrid, 28 de diciembre de 2009. Festividad de los Santos Inocentes.
Lugar: frente a la calle Hermano Gárate número 4. Distrito de Tetuán.

Los hechos: Un nutrido grupo de individuos altamente sospechosos se ha colocado estratégicamente en posición de ataque frente al establecimiento denominado Clínica Dator, con licencia legal y ninguna denuncia reseñable, a eso de las 8 de la mañana de hoy, hora española. En vista de la actitud agresiva y amenazante de los integrantes del peligroso comando amenazante, que han blandido sus armas sin disimulo (globos con forma de corazón, acabados en punta), han sido avisadas con suma urgencia las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que no han tardado ni un tris en acudir a la llamada de socorro del honrado y benéfico establecimiento en peligro.

Observadas y medidas las fuerzas enemigas (unos 100 facinerosos según acertadas estimaciones del sargento antidisturbios), y viendo perfectamente factible la posibilidad de un ataque inminente, ya fuere en forma de lanzamiento de globos acabados en punta o de griterío insultante tipo “dejad que nazcan los niños”, el sargento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que ostenta el mando ha procedido, según estima el reglamento vigente, a consultar las posibilidades de acción con sus mandos superiores, que a su vez, y para asegurar la correcta actuación, han consultado al órgano superior pertinente, o sea, a la Delegación de Gobierno, cuya delegada, doña Soledad Mestre, ha ordenado que la acción a desarrollar sea ésta y no otra: caña al mono hasta que hable inglés. Y como fuere que el comando amenazante no debía dominar en exceso el idioma reseñado, el sargento y sus hombres han procedido a cumplir las órdenes de la señora o señorita delegada con diligencia y contundencia.

O sea, que se ha puesto a repartir caña a las sanguinarias adolescentes, a los feroces púberes, a los despiadados jubilados, a las sádicas señoras y a los demás brutales terroristas que se abalanzaron contra las fuerzas del orden como fieras salvajes, blandiendo sus globos con punta y sus pancartas de cartón (duro). A tortazo limpio, certeros empujones y contundentes porrazos, los valerosos policías consiguen vencer a las fuerzas enemigas tras una encarnizada lucha de unos tres minutos. El que parece ser cabecilla de las hordas, un tío con barba que afirma ser doctor, profesor y además psiquiatra (y encima llamarse Jesús), es reducido en el suelo y esposado; en el proceso de registro se le interviene, además de la documentación, un arma blanca compuesta por una cruz y una cuerda con bolitas, que el sargento afirma que se llama “rosario” (el arma, no el sargento, que se llama Manuel). Una vez requisada el arma “rosario” el terrorista antisistema es introducido en el furgón y trasladado a la comisaría de Tetuán, donde se procederá al interrogatorio, en busca de pisos francos y depósitos de armas (sobre todo “rosarios”) de la peligrosa organización criminal que, según confesión del propio detenido, se denomina Provida. La acusación: ATENTADO (a la hora de cerrar esta crónica ignoramos contra qué o quién, pero todo se andará).

Restablecido el orden, dispersado el peligroso comando (que huye cobardemente) y devuelta la paz a la calle, el sargento antidisturbios y sus hombres se retiran con la satisfacción del deber cumplido; y con un peligroso detenido que ya no volverá a desafiar al sistema, al menos durante unas horas. Dentro de la denominada “clínica” Dator vuelven a respirar tranquilos; un año más han sobrevivido al ataque implacable y sanguinario de las hordas antiabortistas. Ya pueden volver a sus benignos quehaceres, en pos de la humanidad y de los derechos de las mujeres, que ahora pueden acabar con esas tan incómodas molestias internas sin necesidad de poner excusas estériles; y sobre todo, sin necesidad de pensar ni un minuto lo que están a punto de hacer, a quién se lo van a hacer y con qué consecuencias. No vaya a ser que el negocio se vaya por la trituradora y los “médicos”, tan deontológicos ellos, se queden sin los golosos euros de comisión por cada IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo o Intervención Vivificadora y Erradicante, que todavía despista más).

Pues eso, que nos espera un año de mucho IVE y muchas Dator. Y de muchos santos inocentes triturados en la máquina de hacer billetes. En manos de todos nosotros está parar esa maquinaria o, al menos, dejarla sin clientes: sólo con la información y la oferta de alternativas a las madres ya se salvarían miles de vidas. En eso estamos. Esto acaba de empezar.


(Crónica según relato de primera mano de Ignacio Arsuaga y Jesús Poveda. Fotos Ignacio Arsuaga)
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

2009 será un año estupendo para reivindicar a héroes como Jesús Poveda. Muy buena crónica sobre las proporciones de fuerzas.

Ignacio dijo...

Órdenes de arriba, por supuesto.