martes, 27 de enero de 2009

¡Es la comunicación, estúpido! (preámbulo)



Para empezar, los 11 (+1) principios.


Durante las últimas semanas, Zapatero, Pepiño y sus camaradas han tenido sobradas oportunidades de poner en marcha la maquinaria propagandística del PSOE. Una máquina perfectamente ensamblada y engrasada, siempre lista, que se mueve por los recovecos de la opinión pública con pertinaz eficacia y ejemplar agilidad, siguiendo siempre exactamente las mismas pautas. Estas pautas consisten en 11 principios básicos —definidos hace unas décadas por un prestigioso comunicador, reconocido universalmente— por los que se rige, con fanática fidelidad, la comunicación/propaganda del PSOE. De entre sus más fervientes admiradores, Pepiño (maestro incuestionable), Barroso (el maquinador en la sombra), Leire Pajín (la alumna aventajada) o la mismísima Vice (una profesional); los medios afines, que son el complemento perfecto, el cómplice necesario, el transmisor/amplificador que garantiza la información; y por supuesto, el jefe, que pone sus ojitos de bambi, alarga su sonrisita angelical y remata la credibilidad de la cosa por increíble o falsa que resulte.

Veamos, pues, esos 11 principios de la comunicación política y algunos ejemplos ilustrativos de cómo los practica, con laica devoción, el partido socialista de Z. Luego desvelaremos el nombre del insigne gurú que los definió y, sobre todo, aplicó con históricos resultados.

1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
(O sea, el PP. Ni los nacionalistas radicales, ni los islamistas, ni los borrokas, ni siquiera ETA. El PP, sólo el PP y nada más que el PP)

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
(Teoría del cordón sanitario: si uno o una del PP es de la derecha es extrema, toda la derecha es extrema)

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”
(La culpa del paro la tiene el PP porque no arrima el hombro; la crisis económica es culpa de Aznar y los neocón; el caos de la nieve es culpa del hombre del tiempo y de Espe, etc.)

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
(Los tránsfugas Tamayo y Sáez; los espías de Espe; el primo de Rajoy, el doctor Montes…)

5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
(Sólo hay que escuchar a Maleni, a Pepiño, a Leire Pajín; incluso a la Vice, que parece que habla siempre a niños de primaria. Y, por supuesto, a Z)
6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
(Prestige, 11-M, Yak-42, derecha extrema, el centrismo de Gallardón, Sanidad madrileña…)

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
(Guerra de Irak, esmoquin de la Chacón, infinitas medidas contra la crisis, guerra de Irak, detenciones de etarras, bombillas de Sebastián, 400 euros, guerra de Irak…)
8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
(Contratos en origen de Corbacho; negociación con ETA; crisis de gobierno; pensiones de viudedad; eutanasia; impuesto ecológico…)
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
(GAL; suicidas del 11-M; ley del aborto clandestina; sentencia exculpatoria del Prestige; atentado del Cougar y Afganistán en general; corrupción en Cataluña y Baleares…)

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
(Memoria histórica, laicidad, antisionismo, nacionalismos, EpC…)
11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
(Cambio climático; derecho al aborto; matrimonio homosexual; relativismo moral, alianza de civilizaciones…)

Bonus Track: 12. Principio de la división. La forma más eficaz de debilitar al enemigo es provocar su división, atizando con la cizaña, la calumnia o la mentira el fuego (siempre subyacente) de la envidia, la soberbia, los personalismos o la simple estupidez. El efecto no se reduce exclusivamente a dividir sus fuerzas, sino también su atención, su capacidad de reacción, sus simpatías y su credibilidad ante sus propios fieles.
(La sempiterna división del PP entre "buenos" y "malos", centristas y extrema derecha)

Los once primeros son los famosos “11 Principios de la Comunicación Política” del ministro de propaganda nazi Joseph Goebbles. El duodécimo es cosecha propia (Goebbles nunca tuvo necesidad de dividir ni las fuerzas ni las simpatías de los judíos), pero creo que queda perfectamente justificado hablando de quien hablamos.

Siguiendo a rajatabla estos principios, y añadiendo las técnicas modernas de marketing publicitario y la inmaculada imagen de su líder, el PSOE se ha convertido en un eficiente maestro de la comunicación persuasiva, aunque sea a base de mentiras, propaganda zafia y pura demagogia, nada barata por cierto. Manipulación de masas, para entendernos. O el lobo con piel de bambi. Frente a ellos, el PP es exactamente lo contrario: ingenuidad con piel de malicia. Va con la verdad por delante incluso cuando es mentira, por si acaso; anda siempre a la defensiva, le cogen constantemente a contrapié y acusa invariablemente el lastre de sus complejos; carece de sonrisas seductoras y, además, no domina precisamente las herramientas del marketing (¡si acaba de descubrir facebook, por Dios!). No se trata de caer en la miseria propagandística y sin escrúpulos; hay una ética que respetar, unas reglas básicas. Pero el terreno de juego de la comunicación es amplio y ofrece infinitas posibilidades: de enfoque, de creatividad, de medios, de tácticas, de tono… Sólo hay que conocerlas y saber utilizarlas.

En las próximas semanas, analizaremos los problemas, torpezas y posibilidades del PP en una cuestión tan esencial como la comunicación, cuyo objetivo no es otro que el de atraer, seducir y conservar a sus votantes; y trataremos de ofrecer soluciones o, al menos, señalar un camino.
El pasado domingo, un oyente me reprochaba en la tertulia Los Últimos de Filipinas de radio Intereconomía que el PP no necesita eslóganes porque tiene principios. Vale, pero para que esos principios gobiernen España (que es lo que queremos muchos, incluido ese oyente, supongo) es imprescindible primero ganar las elecciones; y las elecciones sólo se ganan si antes se convence y moviliza a un número suficiente de votantes (que en el caso del PP han de ser más de la mitad); ésta y no otra es la función de la comunicación: ATRAER, CONVENCER Y MOVILIZAR. En eso estamos.

Continuará...

[Os invito a seguir la tertulia de Los Últimos de Filipinas, los domingos de 22h a 00h en radio Intereconomía]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Izaskun : con la nueva ley del aborto que pretenden los socialistas TU NO EXISTIRIAS.

Anónimo dijo...

Sí, la verdad es que la pregunta que podía haber aprovechado para hacer Izaskun (la niña con síndrome de Down del programa "lávale la cara a Zapatero") es: ¿Por qué no quiere usted, señor presidente, que yo y otros como yo lleguemos a nacer? O ¿Por qué no defiende nuestras vidas con el mismo interés que las de los niños de Gaza?