Hoy hemos celebrado algo grande, algo importante, y hemos sido muchos. Demasiados como para no ser vistos. Demasiados como para no ser oídos. Demasiado como para no ser tenidos en cuenta. Aunque a veces (y para algunos) ni siquiera demasiados son suficientes.
Hoy he acudido a la Marcha por
Bajamos en Banco de España, para ir directamente al final de la manifestación y cuando salimos el gentío es espectacular. Imposible avanzar por Alcalá. Nos hacemos los listos y vamos por detrás de Correos. Nos sale bien. Pepe, el mayor, me pregunta: "¿Contra quién es la manifestación, papá"? Y yo trato de explicarle que no es contra nadie, sino a favor de. Él insiste: "Pero si es una manifestación, será contra alguien". Y yo, ayudado por los miles de globos, los cientos de sonrisas, la música a tope, los niños a hombros de sus padres, el inmenso colorido pancartero que se mueve festivamente a nuestro alrededor, le repito que no, que no es contra nadie, que es a favor de la vida, de los niños que quieren nacer y de las madres que quieren que nazcan.
Creo que lo convenzo. Y en efecto, se ven miles de pancartas llenas de vida, que andan solas, con alegres movimientos, entre la marea humana. Gentes llegadas de toda España que reivindican su origen y su presencia, su compromiso y su alegría.
Llegamos a la Puerta de Alcalá y, gracias a mis sobrinas María y Rocío, voluntarias en la zona de Prensa, nos colamos en el oasis que es el stand de Intereconomía. Suena Jarcha y su "Libertad sin Ira" que, pienso, no sé si viene a cuento en esta historia. Dos mensajes coronan el stand de oradores: "Por la vida, la mujer y la maternidad" y "Cada vida importa", y me pregunto si en verdad puede haber alguien sensato que esté en contra de cualquiera de los dos. Y mientras mis hijos alucinan con la infinita cantidad de gente que ven a su alrededor, todos con globitos (abuelas y abuelos incluidos), cantando las canciones que suenan por megafonía, llega uno de los momentos más emotivos de
Veo fotos de bebés en pancartas, y bebés en sus sillas, con los ojos bien abiertos, y veo señoras mayores, también en sus sillas (y con sus globitos), atentas a la música y a las cámaras de televisión: cuando alguna gira hacia ellas, saludan con efusión, como todos, como reivindicando su presencia «yo también estuve. Y salí en la tele».
Suena "The Who", Baba O´Riley (Teenage Wasteland), y pienso que la sabia mano de mi amigo ´El Charlas´ está detrás de la selección musical. Mi hijo Pablo coge su guitarra invisible y emula a Pete Towsend, disfrutando del punteo (es lo que tiene estar vivo, que puedes disfrutar de infinidad de cosas y momentos). Después suena la ochentera "Life is Life" y veo pasar una pancarta que reza "Matar no es buena solución" y otra, a su lado, "No los mates. Es su vida. Quiérelos, mímalos". Y miro a mis hijos y me digo que esas pancartas tienen toda la razón.
Comiezan los testimonios desgarradores de mujeres que fueron obligadas a “interrumpir voluntariamente su embarazo” y de otras que tuvieron más suerte o más ayuda o más valor y decidieron negarse a abortar (hoy, hay que recordarlo, las mujeres son las justas co-protagonistas).
Una joven de 17 años, embarazada, termina con un emotivo y sincero "seré madre y seré muy feliz". Esperanza Puente (portavoz de RedMadre), por el contrario, nos cuenta cómo hace 14 años la engañaron en el centro abortista y cómo se dio cuénta de su error cuando vio los restos de su hijo descuartizado. "Era igual que nosotros, que todos los que estamos aquí, pero pequeñito". Y lanza su reivindicación: «Las mujeres no queremos abortar. Lo más progresista es defender la vida, a la mujer y la maternidad». Ella lo sabe bien, murió por dentro cuando murió su hijo. Por eso ha dedicado su vida a salvar vidas. Suena la canción "Color Esperanza" y las pancartas vuelven a vibrar. "Vive y deja vivir", "Viva la madre que me parió", "Tengo una corazonada", sobre la ecografía de unos gemelos.
Saludo a
Después de la intensa interpretación de Pedro Alfaro del Preludio de la 1ª Suite de Bach (que va creciendo en intensidad como un bebé va creciendo en la vida), miles de globos recuperan su libertad y vuelan hacia el cielo de este Madrid convertido hoy en Capital of Life. Y puede que sea una tontería mía, pero hay un momento en que los globos parecen formar una mano, de dedos menudos, saludando desde lo alto al millón y pico de personas que aplauden entusiasmadas a ras del suelo. Supongo que puede parecer un poco cursi, pero para mis ojos fue real.
El día se acaba. Me despido de mi amiga y mi jefa en "Mucho que decir" de Intereconomía,
Cae el atardecer en el Paseo de
PD. Me entero de que hay un Lynce que ha estimado científicamente la asistencia a la Marcha por la Vida en 55.000 personas, diez mil arriba, diez mil abajo. Y me entra la risa floja imaginando a toda esa multitud en el Bernabéu, dejando más de 20.000 localidades libres. Y me pregunto ¿de verdad hay alguien que se juegue todo su prestigio profesional de forma tan patética como descarada para saciar la demagogia de su jefe político?
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