jueves, 28 de octubre de 2010

El insulto, el agit-prop, Goebbels y Rubalcaba


Pues nada. Ya ha empezado la cosa. No ha tardado ni dos días el flamante nuevo megavicepresidente omnipresente y omnipotente en poner en marcha la maquinaria que tan bien se le da. La del agit-prop, digo. Y todos los enanitos que a sus órdenenes trabajan –en su partido, en su ministerio y en sus medios de comunicación- la mantienen bien engrasada y a pleno rendimiento. La excusa, esta semana, es la tontería que ha dicho un alcalde del PP (claro), que no deja de ser una grosería y, sobre todo, una gilipollez conociendo el percal, pero que en un país normal no dejaría de ser una anécdota tonta. Pero hete aquí que la maquinaria la ha convertido en asunto de Estado, en noticia de portada en todos los telediarios, en titular y columna de todos los diarios adscritos, en asunto obligado de toda tertulia que se precie y, en fin, en comentario más o menos justiciero de programas tan presuntamente neutros como El Hormiguero (¡ja, neutros!). Si en España existiera la lapidación, como en los países amigos, al alcalde de Valladolid le habrían lapidado en la plaza mayor. Y el megavicepresidente habría tirado la primera piedra (por supuesto, escondiendo acto seguido la mano zurda).

Guiados por la mano diestra del gran cominicador Joseph Goebbels, siguiendo a rajatabla sus famosos 11 principios de la propaganda nazi, Rubalcaba y sus muchachos (y sus muchachas, a ver si me van a tachar de machista, o de machisto) lo han vuelto a hacer. Como en el 11M. Clavadito. Desde el principio. Por poner tres ejemplos, el Principio de la Transposición: cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque; o el Principio de Orquestación: la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas (Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad); o el Principio de la Exageración y Desfiguración: convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. ¿Les suena? ¿A que sí?

Pero ya sabemos que la progresía tiene bula en estas cosas. Una bula laica (jeje, suena a ruso eso… ¡bulalaika!) que les permite insultar, amenazar, aislar o agredir (incluso asesinar) a la Derecha porque sí, cuando les venga en gana y con impunidad total. Porque algo habrán hecho; y si no, ya lo harán; y si tampoco, pues porque son los malos (como afirmó Peces Barba en el homenaje a Carrillo). Y punto.

Pero claro, se olvidan de que aún tenemos las hemerotecas y, sobre todo, internet. No sé tampoco si les importa demasiado, pero ahí van algunos recordatorios de lo que han soltado esas boquitas de bífidas lenguas que, a mi modesto entender, es bastante más grave que lo de la señorita Pajín, la de los tres sueldos, los papis tránsfugas presnutamente corruptos y flamante (glups) nueva ministra de Sanidad. Entre otras cosas porque no son sólo insultos, algunos rozan e incluso traspasan el delito. Veamos:

«Habría que matar a todos los del PP» (Ramón Bagó, ex alcalde de Calella); «¡Viva la República, muerte al Borbón!» (Joan Tardá, diputado del Reino de España); “Me cago en la puta España” (Pepe Rubianes, actor fallecido); «La bandera bicolor es cosa de Franco y excluye a los españoles derrotados en la guerra civil» (María Antonia Iglesias, periodista); «Espero que llegue pronto una buena República laica, al estilo francés. Y también que la señora griega (la reina) le salgan niet@s gays, abortistas y plumerines para que se entere de lo que vale un peine social. ¡Viva la República y abajo la Monarquía!» (Karmele Merchante, ¿periodista?); “Los que votan a la derecha son unos tontos de los cojones” (Pedro Castro, ex alcalde de Pinto); “Por cada millón de personas que se manifestaba existían cuatro millones de hijos de puta que callaban sabiendo que iban a votar a Aznar” (Maruja Torres, escritora) “La Terribas está mal follada. No puede ser que sea tan mala persona, tan tendenciosa, tan faltona, tan cínica, tan despectiva hacia su presidente...” (Miguel Ángel Martín, PSC); El PP es una “turba mentirosa que piensa, desde su imbecilidad, que todos somos más imbéciles que ellos” (José Luis Cuerda, director de cine); “La subida de la gasolina a mi me da igual, yo tengo coche oficial, así que el resto que se jodan” (Juan José Martín, alcalde socialista de Pinto); “Éste es el cabrón que me machaca en el Congreso” (Magdalena Álvarez sobre el diputado del PP Andrés Ayala); “¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una pandilla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?(Almudena Grandes sobre Sor Maravillas); “El Ejecutivo de Esperanza Aguirre no es el de una derecha civilizada, sino que es un gobierno facha” (Tomás Gómez); “Esperanza Aguirre es de las besa de día y muerde de noche” (José Bono, empresario y político); “El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres” (Evo Morales); “No quiero putos en mi destacamento” (Ernesto Che Guevara); “¡Vamos a quemar a la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal!” (frase coreada en el Día del Orgullo Gay… los “putos” que decía el Che); "¡A ver si se te quitas la cara de culo que tienes! ¡Mentirosa!" (Mila Ximénez a Karmele Merchante).

Y, por terminar este repaso con la causa que lo comenzó, o sea, Leire Pajín: «Para la próxima ejecutiva, si sigue Zapatero, estoy preparando a mi nieta para ver si entra, es mujer y joven» (Joaquín Leguina); “¿Pajín es sinónimo de masturbito?” (Wyoming, a Pajín).

Pero claro, bienaventurados los progres porque siempre serán perdonados. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, escupan lo que escupan, aquí no ha pasado nada. Si ya lo decía el fundador de la cosa: “Combatiremos sus ideas dentro y fuera de la legalidad, e incluso justificaremos el atentado personal” (Pablo Iglesias a Antonio Maura, presidente del gobierno legalmente constituido).

La estrategia es así de simple: no se imaginan la de miles de veces que vamos a escuchar, de aquí a 2012, la palabra-consigna facha, fascista, extrema derecha, caverna, cinturón sanitario, derechona, falangistas, hijos de puta, asesinos y demás calificativos sin importancia. Rubalcaba lo sabe, como lo sabe Pepiño, como lo saben también El País y la SER y Cuatro y la CNN. Y Roures Entertainment. Como lo sabía, ya en 1943, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética: “Nuestros camaradas y miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente”.

Y el próximo día hablaremos de ETA.

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