viernes, 6 de mayo de 2011

El sapo (tamaño foca) que se ha tragado Mister Paz

Ya está el mundo dividido otra vez. Y España, claro. Ahora la cuestión no es el Madrid-Barça o Bildu in-Bildu out o nucleares-no-gracias-nucleares-sí-por-favor (¿alguien se acuerda ya de Fukushima?), ahora la excusa es la muerte-asesinato-ajusticiamiento-ejecución-accidente-venganza-baja-daño colateral-crimen de estado-marrón-etc. de Osama Bin Laden, el enemigo público número uno del mundo mundial en general y de la civilización occidental en particular. Nada nuevo. Lo de la división patria, digo. Razones hay –desde mi humilde punto de vista- para defender una cosa (que es legal según la Ley estadounidense, que es una acción de guerra declarada y además legítima y necesaria) y la otra (que es un crimen vengativo, se mire como se mire, y que eso no es justicia ni humana ni divina).
     Lo curioso del asunto, lo sorprendente, lo verdaderamente chocante es quién se ha posicionado a un lado y a otro de la delgada línea roja que separa legitimidad y criminalidad en la muerte súbita del terrorista más sanguinario, eficiente y millonario de la historia. Ver a Mister Paz en el Congreso de los Imputados defendiendo a capa y espada la acción (impecable, todo sea dicho) del Equipo 6 de los Navy Seals, y además justificando la decisión de Ohbama! (premio pre-Nobel de la Paz, por cierto) con el elocuente argumento de “él se lo ha buscado” (Osama, no Ohbama!), de verdad, no tiene precio. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Llamazares: ¡quién te ha visto y quién te ve, Mister Paz! Si está claro que cuando dijo aquello tan Kennediano de “no es lo que Ohbama! puede hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer por Ohbama!” no estaba hablando por hablar, como suele. ¿Más tropas en Afganistán? Sea. ¿Vuelos secretos de la CIA? Vale. ¿Desayuno con oración? Venga. ¿Olvidarte un poquito de tu Alianza de las narices? Jo... Bueeeno. ¿Sonreír como tú sabes cuando me cargue a sangre fría al tiparraco que asesinó a miles de patriotas americanos, en plan asesinato selectivo, y no sacar a la calle a las hordas progre-pacifistas que manipulaste tan felonamente cuando mi querido antecesor capturó vivo al otro genocida barbudo, a quien juzgó legalmente y luego ajustició? ¡Sus órdenes, mi presidente! Dónde esta la bandera esa de rayas y estrellitas que me levanto y me inclino y me genuflexo si ha menester.

     No quiero ni pensar cómo estaríamos hoy en España si el Equipo 6 de los Seals hubiera cumplido al milímetro su misión bajo las órdenes de George Bush, con la aquiescencia de José María Aznar en la presidencia del Gobierno de España. Imaginen: Bush, Rice y demás tropa en el despacho, viendo en directo la muerte de Bin Laden de un tiro en la cabeza y su posterior lanzamiento al mar, previo análisis de ADN por si las dudas. Y Aznar, en el Congreso, defendiendo a capa y espada a su amigo imperialista y justificando el “acto de guerra” porque el sanguinario terrorista “se lo había buscado”. Lo estoy viendo: Willy Toledo, los Bardem, Cobos, Wyoming y demás cejijuntos encabezando multitudinarias manifestaciones por toda España, compartiendo pancarta con Toxo y Méndez, Garzón, Llamazares, Zerolo, Pepiño, Chacón y el psoe en pleno, mientras las hordas democráticas, azuzadas por Rubalcaba y Sálvame de Luxe (a falta de CNN), apedrean las sedes del PP, la embajada americana y la israelí (que no tiene nada que ver pero por si acaso), el palacio de la Moncloa, la pista de padel de Aznar y, ya puestos, el edificio de de Intereconomía.
     Pero no. La orden de la ejecución y posterior amerizaje la ha dado en directo Barack Obama, junto a su Secretaria de Estado Hillary Clinton y demás tropa; y quien ha defendido la cosa aquí, casi únicamente frente a la fogosa decepción de Llamazares, ha sido Zapatero. El pre-Nobel de la Paz y Mister Paz. La conjunción interplanetaria, finalmente, ha llegado a su cénit. Resulta que el príncipe Ohbama! se ha convertido en sapo, un sapo del tamaño de una foca (seal) que Zapatero se ha tenido que tragar. Enterito.

Por cierto, nadie ha caído en la cuenta de que las dos personas más aliviadas en este entuerto deben ser el propio Bin Laden, que dejó por escrito que prefería morir mil veces a caer prisionero del Imperio; y el propio Llamazares, que ya no será confundido con Bin Laden ni perseguido por la CIA... ni ejecutado por los Seals.

En fin, que esto no se acaba aquí. Dentro de unos días viviremos un nuevo macro atentado, sangriento e indiscriminado. Y habrá algún estúpido que aún piense que será consecuencia directa de la muerte del mártir Bin Laden. Sí. Como el de la semana pasada en Marrakech, o como el de Bali en 2002, o como los de Al Musayiv, Hilla, Manila, Mosul, Sinaí, Yakarta, Jobar, Erbil, Riyad, Casablanca, Mombasa, Túnez, Nairobi, Nueva York... ¿Alguien cree, de verdad, que necesitan la muerte de Bin Laden para seguir matando?

Y una curiosidad que me reconcome: Leire Pajín ¿qué opina de esto?

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