Ha llegado a esta Ezpaña nuestra con pretensiones de best-seller revolucionario, de espoleta político-social para concienciar/despabilar/movilizar a la divina juventud, que antes era rebelde porque el mundo la había hecho así, pero ahora parece ser que ni rebeldía ni estudio ni trabajo ni pensamiento ni etc. (los ninininis y etc.). Será que están tan parados que resulta complicado moverlos siquiera un poquitín.
La cosa revolucionario-despabiladora en cuestión se llama “¡Indignaos!” y lo ha escrito un tal Stéphane Hessel, 93 años, diplomático francés de origen alemán, superviviente del campo de concentración Buchenwald-Dora (del que escapó heroicamente), ex embajador en Naciones Unidas, alumno del simpático Sartre, funcionario colonial en África, precursor y/o impulsor de comisiones y fundaciones varias dedicadas a las buenas causas y a recibir generosas subvenciones del Estado galo y otros Estados igualmente desprendidos. Ah, y defensor a ultranza del Gobierno de Hamás en Gaza, buena causa a la que ha dedicado los últimos años de su longeva y fructífera (sobre todo para él) existencia.
El susodicho “¡Indignaos!” que ha escrito el tal Hessel es una suerte de breve pero intenso panfleto de 32 páginas, escritas con juvenil pasión, en las que condensa la ideología completa de la nueva izquierda, o sea, la progresía oficial también conocida por hipogresía. Rabioso anticapitalismo, vuelta a la asfixiada Europa de posguerra, redistribución de la riqueza a la fuerza, defensa a ultranza del medio ambiente y construcción inmediata del Estado Palestino (que no viene a cuento, pero como ya tenía el capítulo escrito, pues aprovecha, como es lógico). Total, que la cosa queda en una especie de indignado sermón laico a los jóvenes progres del mundo para que protagonicen una insurrección popular y pacífica (¡menos mal!) contra “los medios de comunicación dominantes en manos del capital o del poder, que sólo empujan a los ciudadanos hacia el consumo, el desprecio a la humildad y la cultura, el olvido generalizado y una competición despiadada de unos contra otros”. O sea, el mundo occidental en general, versión reduccionista. Pues camino de superventas va el “¡Indignáos!” éste, también aquí. Dicen.
Y digo yo, ¿no tendremos en esta Ezpaña nuestra razones más cercanas, más concretas y de bastante mayor fundamento para indignarnos, rebelarnos, movilizarnos, revolvernos, revolucionarnos y cabrearnos hasta la médula contra, por ejemplo, quien nos ha colocado en la pole position del desastre? Que monsieur Hessel y sus compatriotas adoptivos se indignen con quien les salga de las balles, pero aquí hay que cabrearse con quien hay que cabrearse. Y el responsable del hundimiento del titanic patrio no es otro que mesié Zapatero -capitán, timonel y jefe de máquinas-, secundado por su tripulación en pleno, la que está y la que estuvo (9 gobiernos y 38 ministros, ahí es nada): desde Pajín, Rubalcaba, Blanco, Sebastián, Chaves o Espinosa hasta Solbes, Aído, de la Vega, Maleni, Bono y demás oficiales, oficialas, grumetes y grumetillas.
Así que, ¡cabreaos por los 5 millones de parados de quien prometió el “pleno empleo”! ¡Cabreaos por el regreso de las dos Españas que nos hielan el corazón de la memoria histérica y la exclusión nacionalista! ¡Cabreaos por las mentiras-racimo en el Parlamento, ruedas de prensa, medios, corrillos, pasillos, mítines y atriles varios! ¡Cabreaos por la indigna negociación con ETA, antes, durante y después de “accidentes” mortales! ¡Cabreaos por el pestilente faisanazo, por el repudio a las víctimas, por la legalización de la serpiente y la gran evasión de los asesinos! ¡Cabreaos por las guerras eufemísticas, vestidas de paz pero manchadas de muerte! ¡Cabreaos por el precio guinness de la gasolina, por la subida indecente de la luz, por los impuestos sangrantes, la expropiación de las pensiones! ¡Cabreaos por los tirantes de Botín y los pisos de Bono y los hijos de Chaves y los padres de la Pajín y los eres y los tú eres más y...! ¡Cabreaos por el inconmensurable despilfarro autonómico, por la corrupción omnipresente y descarada, por la decadente e indolente casta política! ¡Cabreaos por la España multisubvencionada! ¡Cabreaos con los sindicatos de boca chica y mano ancha!
¡Cabreaos por el ridículo internacional, por el liderazgo de la champions league de tercera regional, por el Mister Bean de las cumbres mundiales! ¡Cabreaos por el pertinaz prohibicionismo, los decretazos, las patadas a la Constitución, la guasa de la justicia! ¡Cabreaos por la eutanasia indisimulada de Montesquieu! ¡Cabreaos por el radicalismo anticatólico disfrazado de laicismo, por la fanática intolerancia de los predicadores del talante! ¡Cabreaos por los miles de seres vivos –y humanos- condenados a pena de muerte por decreto, por derecho y por no haber nacido! ¡Cabreaos por la ruina económica y moral, por la decadencia y el retroceso, por 7 años de plagas y vacas flacas! ¡Cabreaos por la crisis negada setenta veces siete, por las ocurrencias improvisadas, por los remedios letales, por la aplastante losa del endeudamiento sobre las generaciones venideras! ¡Cabreaos por la falta de futuro de los jóvenes y la falta de presente de los mayores! ¡Cabreaos con esta suerte de iluminado Nerón que ve cómo arde España mientras, perdido en su alucinancia, compone una desafinada oda a su postrera hazaña (con ‘h’)!
¡Cabreaos, porque nadie os ha hecho tanto daño en tan poco tiempo! Tenéis infinitas razones para cabrearos. Así que, ¡¡cabreaos, joder, cabreaos!!
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