miércoles, 16 de julio de 2008

Pepiño, mar adentro y otras convulsiones sociales

El inconmensurable José Blanco, alias Pepiño, alias P, flamante y nuevecito vicesecre del Psoe, está que se sale. No del partido, ni del poder, ni del insulto permanente, ni de la cara de topito estreñido y malhumorado, ¡qué va!; está que se sale de estadista médico-ético-sociológico-cinéfilo, de experto analista en convulsiones sociales y desconvulsiones vitales, o sea, que cuando una vida convulsiona a la sociedad, pues se desconvulsiona esa vida y punto pelota. La justificación moral, filosófica, jurídica, social y hasta marítima no puede estar más justificada: lo dice Bardem y ya está. Bueno, lo dice Sampedro. No, no San Pedro (creo que no se habla con Pepiño), sino Ramón Sampedro, el de Mar adentro. En fin, creo que el propio Pepiño, el progre eutanásico, lo puede explicar mucho mejor que yo:

«Los avances sociales no pueden ser frenados por posiciones retrógradas (…) el ciudadano debe tener derecho a una muerte digna, en esa dirección vamos a trabajar». ¿Y cómo lo justifica el amigo P? Pues con todo el sentido de Estado (mental) que le carateriza, claro: «Acontecimientos que han pasado en nuestro país ayudaron a madurar. Incluso algunos acontecimientos cinematográficos: la película Mar adentro convulsionó a la sociedad. Hay que dar respuestas».

Totalmente de acuerdo. Una peli justifica plenamente la eutanasia; no hace falta más debate, ¿para qué? La sociedad ya ha decidido: se dejó convulsionar por la peli, ergo aprueba la cuestión planteada en la misma. Silogismo puro. ¡Ése es mi Pepiño! Y el que lo niegue, es un retrógrado y un cavernícola y no ama a la gente porque desea su mal.

Pues bien, puestos a dar respuestas a otros temas tan vigentes y convulsionantes, he rescatado algunas pelis que también convulsionaron a la sociedad en su día, ¡y de qué manera! Te las dedico con todo mi corazón de modesto cinéfilo, oh gran Pepiño.

Podemos empezar por El Padrino y discutir sobre la corrupción política y policial; o con El Silencio de los Corderos y plantear la legalidad del canibalismo, ¿por qué no?; o abrir el debate sobre la violencia etarra-jarraitarra videando La Naranja Mecánica; podemos seguir por El Nacimiento de una Nación y charlar sobre el estatut, el plan ibarretxe y el racismo nazionalista excluyente; o Las Uvas de la Ira para comentar los cientos de miles de nuevos parados que se avecinan; y ya puestos, tenemos Apocalypse Now para debatir sobre la crisis apocalíptica que nos va a caer encima como napalm por la mañana; o En Busca del Arca Perdida para buscar en las arcas de Solbes el superávit perdido; o El Apartamento y aprovechar para sacar el tema de la hecatombe urbanística; o Gilda (¡qué mujer!), y comentar la imparable violencia contra las mujeres, denuncias vanas incluidas.

¿Vamos bien, Pepiño? ¿Te gustan las pelis? ¿Y los temas a debatir? ¿Molan? ¿O te convulsionan? Pues sigamos: Tenemos también Con Faldas y a lo Loco para hablar sobre las ministras miembras y sus locas propuestas; y Tiburón, que atemorizó a tantas generaciones como el régimen cubano del amigo Fidel; y Matar a un Ruiseñor, que nos abre una apasionante tertulia sobre De Juana Chaos y su nuevo pisito, el vecino arrepentido y ejemplar de sus antipáticas víctimas, que seguro que le niegan hasta la sal. Casablanca, otra peli mítica, nos ayudará con el tema marroquí y el simpático primo anexionista y sus movimientos migratorios; y ya que estamos, Lo que el Viento se Llevó es la peli ideal para comentar nuestro prestigio internacional, eso de la champion league y tal; o la mítica El Planeta de los Simios, que viene al pelo para potenciar los derechos humanos de los bonobos, gorilas y chimpancés, los mismos negados a los niños no nacidos. También El Mago de Oz convulsionó a la sociedad en su día, y hoy puede trasladarnos a ese mundo mágico, a esa Ezpaña idílica que nos quiere vender el iluminado Z, baldosa tras baldosa, mentira tras mentira, con sus zapatos rojos; ¿o no será más bien el de Titanic (¡11 oscars, qué convulsión social!) el destino inevitable que nos espera a los españolitos mientras los de siempre se salvan en los paquebotes?

¿Cómo lo ves, Pepiño? ¿Son pelis suficientemente convulsionantes? No me digas que no, ¿eh? Pero oye, entre nosotros, que si quieres cambiar de tema ahí está E.T. y podemos debatir sobre la existencia o no de los marcianos, para despistar; o quedamos para visionar La Guerra de las Galaxias, precuelas, secuelas y recuelas incluidas, y recordamos lo de Irak y sus megamúltiples consecuencias. Y es que, pase lo que pase, siempre nos quedará Irak, ¿verdad, Pepiño?

Sin embargo, y aunque te fastidie el plan, yo prefiero hablar de ese canto a la vida, a la familia y a la pura generosidad hacia los demás titulado ¡Qué bello es vivir! Creo que resulta muy esclarecedora a la hora de pensar en eso de la eutanasia, el aborto, las víctimas del terrorismo, los inmigrantes ahogados, las penas para los pederastas, las mujeres maltratadas y demás asuntillos de la vida y la muerte que sí preocupan y convulsionan a la sociedad. Pero para verla, entenderla y aplicarla hace falta tener algo más que una demagógica caja registradora de votos y un dvd; hace falta corazón, moral, sentimientos, principios, valores, valentía para defender la vida propia y de la de los demás (jóvenes, ancianos o no nacidos)… y todo eso, Pepiño, me temo que a ti se te escapa.

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