martes, 23 de diciembre de 2008

¡Feliz -coherente- Navidad!


Ya sólo queda una noche para que llegue la noche más esperada del año. O la más condenada, según se mire. Aunque, por obra y gracia del Corte Inglés, llevemos ya dos meses celebrándolo… o no-celebrándolo. Porque cada año son más las tonterías que se inventan estos tipos (y tipas) tan progres y laicos para celebrar la Navidad sin celebrarla, o sea, para acogerse a todas sus bendiciones (alegría, vacaciones, regalitos, cenas, fiestas) pero borrándole con típex cualquier conexión con el nacimiento (= navidad) del Niño que dividió la historia de la Humanidad en un antes y un después, ahí es nada. Pero, claro, todo lo que suene a Dios, a Virgen o a San –incluso a Reyes, magos o no- a los integristas de esta nueva religión progresista-laicista les hace el mismo efecto que el agua bendita a la niña de El Exorcista, o que el inocente ajo al inmortal conde Drácula. Vade retro, Navidad! ¡Belenes a la hoguera! ¡Herodes al poder!

Las excusas son variadas y variopintas. Que si pobres niños no creyentes, que se pueden asustar si ven un Nacimiento en la guardería; que si esto es un estado laico y aquí respetamos todas las creencias pero si veo un rey mago lo paso por la guillotina; que si celebrar la Navidad está muy bien, pero cada uno en su casa o en su catacumba, en la intimidad y a oscuras, no se vaya a escapar un rayo de luz; que si se ofende y/o provoca a las otras religiones y no-religiones del Estado, tan respetables como la que más; que si colocar belenes en lugares públicos es muy bonito y muy estético y muy navideño y anima al consumo y tal, pero siempre que no tengan Niño (atenta contra la campaña del “yo gozo con koko” y cuestiona la nueva y muy democrática ley del aborto), ni Virgen María (atenta contra la paridad y el derecho de las adolescentes a no ser vírgenes cumplidos los doce), ni san José (atenta contra la libertad de egoísmo y de hacer lo que me dé la gana en general), ni Reyes Magos (atenta contra el legítimo derecho al republicanismo), ni angelitos (atenta contra el derecho de los demonios a tener una presencia equivalente), ni camellos ni mula ni buey (atenta contra la dignidad de los animales, explotados sin piedad por el ser in-humano, o sea, los de derechas), ni pastores (atenta contra la dignidad de las demás profesiones, tan dignas o más que el servil pastoreo, que además no está sindicado), ni estrella (atenta contra el racionalismo, la astrofísica, la astronomía, la astrología, la astronáutica y Galileo, que además fue torturado por la Iglesia inquisidora, cavernícola y ultra), ni villancicos (atenta contra los derechos de autor que no va a poder recaudar Teddy Bautista, el Judas de las 30.000 monedas… o más). Y por supuesto nada de llamarlo Nacimiento (que esa palabra está muy mal vista) ni Portal de Belén (recuerda a la casa de Belén Esteban) ni Belén a secas (si acaso Hebrón, que es como más reivindicativo). Respetando estas simples, lógicas y muy democráticas excepciones, es perfectamente lícito colocar cualquier tipo de… de… de eso, como se llame –“paisaje invernal” o “figuritas del solsticio de invierno” o “conjunto de cosas que recuerden a la navidad pero sin connotaciones juedocristianas” o “portal democrático de Hebrón” o como quiera que queramos denominar al invento. Y así, todos contentos y contentas, y nadie se ofende y nadie se asusta y nadie se siente violento al ver a un niñito recién nacido arropado por el cariño de sus padres, de unos pastorcillos que pasaban por ahí y de unos entregados monarcas que llegaron desde muy lejos para llevarle unos regalitos. Una escena tan cruel no es tolerable en un Estado laico y de progreso como el nuestro, y va en contra de los principios elementales de la Constitución, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la mismísima esencia de la Alianza de las Civilizaciones.

Dicho lo dicho, ahora yo propongo desde aquí, desde esta humilde tribuna, dos caminos para celebrar esta Navidad o No-Navidad con sincera y valiente coherencia. Uno, plegarse a los mandatos del laicismo imperante y la dictadura de la ultra corrección política. Es decir, montar en los hogares progres, en las guardes, en los instis y en todos los ministerios, fiscalías y demás lugares públicos el No-Belén Laico-democrático, que representaría algo así como un paisaje invernal o primaveral (a libre elección), donde el castillo de Herodes sería la clínica Dator; en lugar de ángeles sin sexo tendríamos a Zerolo con su caravana de orgullosos colegas megasexuados; los pastorcillos representarían todas las sensibilidades sociales (incluyendo prostitutas, banqueros, liberados sindicales, delincuentes de permiso, etc.), plurinacionales (caganers, gudaris, mariscadores…) y pluriconfesionales (islamistas, budistas, mormones, cienciólogos… todo menos católicos); no habría palmeras, sino árboles “comecocos” y otros vanguardistas diseños made in Ágatha; el cielo estrellado sería tal cual la bóveda de gotelé lisérgico de Barceló; en los alrededores colocaríamos minaretes publicitarios de los patrocinadores, pero no hombres anuncios, que es cosa indigna; los reyes magos serían republicanos y no serían tres, sino cuatro, y además paritarios, o sea, dos y dos: Pepiño, Leire, la Bardem y Baltasar (Garzón); no llevarían camellos explotados/maltratados, sino quads híbridos de propulsión ecológica, y en vez de oro, incienso y mirra para un único privilegiado regalarían carnets del PSOE a tutiplén, para todos y todas; la estrella sería una superluminosa y gigantesca paloma de Picasso, de neón rojo intermitente; el portal sería la escalinata de Moncloa, adornada con las 17 banderas autonómicas más la republicana y la del arcoiris; el buey sería Bono y la mula Tardá; y el niño, por supuesto, sería Z, Mister Paz, el iluminado, el nuevo mesías laico, flanqueado por la Vice y la Chacón, con barba (postiza) de legionario. Y en lugar de villancicos, sonaría un bucle de Els Segadors, aurreskus variados, La Internacional y la banda sonora de Bambi. Todo muy laico, todo muy democrático y todo muy respetuoso. Todo muy coherente.

El otro camino es celebrar la Navidad, la Natividad, el Nacimiento como Dios manda. O sea,

con todo el amor, el espíritu, la alegría, la esperanza, la luz, los recuerdos… y la parafernalia, ¿por qué no? Y con un Belén lleno de pastorcillos, ovejas, cabritos, riachuelos, pececitos (en el de mis hijos hay hasta un tiburón), patos, gallinas, casitas, palmeras, angelitos, castillo de Herodes, romanos, Reyes Magos, camellos, regalos, estrella y, por supuesto, un enorme portal de Belén, con su buey y su mula, su Virgen María, su san José, su pesebre y su Niño Dios recién nacido (nacido, por cierto, por todos nosotros, creyentes o laicos). Y cantar villancicos y dar gracias y cenar en familia y ver “¡Qué bello es vivir”! y abrir los regalos y brindar y hacer tonterías y volver a vivir la ilusión de cada Navidad como cuando éramos niños. Con la coherencia, la sencillez, la sinceridad y el sentido común de un niño. Como los niños que aún somos.

Pues eso, que FELIZ NAVIDAD.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien, Pepe. Entre todos vamos a volver a poner de moda el hablar sin miedos de la Navidad

Anónimo dijo...

En Colegios de Cataluña se ha prohibido la decoración navideña con símbolos religiosos. La disculpa ha sido que así se pretende no ofender a los alumnos (o padres de los alumnos) que pertenezcan a cualquier religión diferente de la cristiana, especialmente la musulmana, o bien sean ateos. Eso sí no falta una figurita que ponía la nota graciosa y escatológica en los belenes, el caganer.

Pepe Álvarez de las Asturias dijo...

¡Dónde vamos a ir a parar! En Gijón, el Ayuntamiento ha impedido la instalación en locales municipales del belén monumental que tradicionalmente instala la Asociación Belenista de la ciudad. En algunos centros públicos de enseñanza asturianos, algunos padres se han opuesto a que se canten villancicos, no vaya a ser que vengan los antidisturbios por escándalo público.

Anónimo dijo...

Puestos a contar surrealismos, el Ayuntamiento malagueño de El Borge ya ha recibido siete solicitudes para celebrar bautizos civiles. Sin velas ni agua bendita, sino "una bienvenida a la comunidad a los niños", con la excusa de defender una educación "democrática y laica". Si es que la realidad supera a la ficción.