lunes, 21 de diciembre de 2009

Con la iglesia (vasca) hemos dado, José Ignacio.


Hoy, desde este Malecón de ESD, vuelvo a escribir de mi añorado malecón de Zarauz, allá donde rompen las olas del Cantábrico. Esta vez no con tristeza o con rabia, ni con nostalgia de mi juventud, sino con inmensa estupefacción. Y no es que uno se sorprenda a estas alturas del cuento de hasta dónde pueden llegar estos patriotas vascos por defender su quimera histórico-política —sobre todo después de vender su alma a la causa abortista por un puñado de no se sabe qué—, pero ha sido tan contundente, generalizada e instantánea la reacción al nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, especialmente por parte del propio klero parroquial, que uno ha empezado a investigar la cosa, por si estábamos ante la presencia de un nuevo Anticristo o algo así.


Y la primera referencia que tengo de José Ignacio Munilla es una anécdota que cuenta en la radio la Presidenta del Parlamento Vasco, Arantxa Quiroga: funeral de Manuel Indiano, tendero y concejal del Partido Popular de Zumárraga asesinado por ETA (trece balazos) un día de agosto de 2000; dejaba viuda y una niña que nacería huérfana. Los amigos y compañeros de Indiano se esperaban, como de costumbre, otra misa normal con una mera mención al ´fallecido´, pero se encuentran con un funeral en toda regla, con mención específica a las víctimas del terrorismo y Agur Jaunak incluidos. La sorprendente y valiente ceremonia se celebró en la parroquia "El Salvador" de Zumárraga; el párroco, un tal padre Munilla.

Me entero después de que sus fieles le recuerdan abriendo las puertas de su casa a los toxicómanos, ayudándoles a pasar el síndrome de abstinencia y a reinsertarse, y dando esperanza y consuelo a sus familias, desbordadas por la angustia. «En casa de José Ignacio lo mismo se rezaba el rosario que se pasaba el ´mono´ con un yonki», recuerda una feligresa. Incluso se hizo el Camino de Santiago con uno de ellos, mano a mano.

Allí, en su querida Zumárraga, ejerció de párroco, padre, hermano, amigo y compañero durante 16 años. Unos años antes de todo eso, en 1961, José Ignacio Munilla nació en San Sebastián, lo que automáticamente lo convierte en vasco de nacimiento. Es licenciado en Teología y fue ordenado sacerdote en 1986 en San Sebastián, lo que automáticamente lo convierte en cura vasco. De allí a Zumárraga, Guipúzcoa, como coadjutor en la parroquia de La Asunción y posteriormente como párroco en El Salvador, también en Zumárraga, desde 1990. Destinos ambos muy vascos.
Y para más inri, es totalmente bilingüe y domina el euskera con bastante mayor soltura que Ibarretxe o Anasagasti, por poner dos ejemplos así, a bote pronto.

En 2006 Benedicto XVI lo nombró obispo de Palencia, con lo que se convirtió en el obispo más joven de España, a los 44 años. Un carrerón. Y en la Conferencia Episcopal Española se encarga de la Pastoral de la Juventud, a la que conoce bastante bien, como hemos comprobado.

El nuevo obispo de San Sebastián es vasco, euskaldún, joven, inteligente, preparado, culto, con amplios conocimientos espirituales y entregado en cuerpo y alma (literalmente) a sus feligreses. Un chollo para la bella Donosti y para toda Guipúzcoa. Y sin embargo, los dirigentes nacionalistas le han puesto de vuelta y media, como a un txuletón de Izeta: "Ultraconservador", "Como Rouco Varela, más a la derecha tiene la pared", "Se urde una operación poco evangélica, liderada por Rouco Varela" y "No es igual pastorear un rebaño de oveja latxa que de oveja burgalesa", que va a "desarraigar" a la Iglesia Vasca, o que ocultaba carpetas conspiranoicas, según ha soltado el presunto sacerdote Joxe Arregui…

Y uno se pregunta si es por lo del funeral de Indiano, si porque cometió el pecado de estudiar Teología en Burgos, si por su condena del aborto sin paliativos ni excusas baratas, si porque nunca se llevó bien con Monseñor Setién, el equidistante, si porque Benedicto XVI no es vasco o simplemente porque sólo se arrodilla ante Dios y no ante el Nacionalismo Jeltzalde y su "Dios y Leyes Viejas" (Jaungoikoa Eta Lagizarrak).

Pero lo que más llama la atención, sin embargo, es que 131 sacerdotes de su diócesis, entre ellos 85 de los 110 párrocos, escriben un manifiesto para transmitir su "dolor y profunda inquietud" y piensan que la de su nuevo obispo es "una trayectoria pastoral profundamente marcada por la desafección y falta de comunión con las líneas diocesanas" y el estilo que "se ha ido forjando hasta ahora", y proclaman su "voluntad y compromiso de seguir caminando en coherencia con las opciones pastorales" implantadas por José María Setién desde 1979 y continuadas por Juan María Uriarte desde 2000. ¡Joder, con los curas abertzales! Es que hasta se expresan ya como Otegui, el patriota.

Y claro, uno se pone a reflexionar y recuerda el daño que ha hecho el clero vasco (no todos, pero sí muchos) desde los tiempos del plomo, negando funerales a los asesinados, hablando de equidistancia, ocultando a los terroristas en sus sacristías, predicando la palabra de Arana más que la Palabra de Dios, sembrando el odio del hacha frente al Amor de la Cruz, justificando, ensalzando, colaborando… y uno entiende perfectamente aquello que decía Arantxa Quiroga de que a veces es muy difícil ser católico en el País Vasco.
No es casualidad que ETA naciera de manera oficial, precisamente, un 31 de julio, día de San Ignacio, hace ya 50 años. Por cierto, que a puntito estuvieron de bautizarse como ATA ("Aberri ta Askatasuna", "Patria y libertad"), pero desistieron porque en euskera significa "pato". Lástima.

Agur Jaunak, Monseñor Munilla. Ojalá triunfe en su labor, y convenza a toda esta sarta de curas abertzales de que tienen que ser curas antes que abertzales. Yo, por mi parte, recordaré con nostalgia y afecto aquellas misas en vasco de mi infancia zarauztarra, en San Pelayo y en los Antonianos, cuasi levitando de emoción mientras escuchaba el Gure Aita (Padre Nuestro) y el Agur, Jesusen Ama (Adiós, Madre de Jesús), dos de las más bellas canciones que se hayan compuesto jamás, cantadas con tanta devoción como vozarrones por todos (todos) los feligreses. Por cierto, canciones que también sonaron en mi boda, junto a la también bellísima Agur Jaunak, increíblemente interpretadas por el Coro de Zarauz en pleno. Un lujo para quien lo sepa apreciar.
Como Monseñor Munilla.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu comentario es genial Pepe, yo te hago el mio: Monseñor Munilla quiere ser CRISTIANO, que es igual a ser "otro Cristo". Nigún sitio mas apropiado para esto que donde lo ha mandado la Iglesia. Escribas...Fariseos....Guías ciegos.... Aunque ahí también se pueden producir milagros. Los ciegos ven.... Los cojos andan.... Los sordos oyen.... Y a todos se les anuncia la ¡¡¡BUENA NOTICIA!!!!
Desde aquí, todo mi apoyo a Monseñor Munilla y mi oración por él

Dostoyevski dijo...

No se que me resulta más casposo,retro y peligroso para una sociedad que aspira a ser libre y justa. Si el PNV y su ideología del S.XIX o la Iglesia Vasca con su ideología, si, si, ideología preconciliar nacionalista.
Ni el PNV ni la Iglesia Vasca han avanzado ni un paso en el S.XX. Así les va en Vascongadas. Se están quedando los mejores....

vertolan dijo...

es penoso, que hombres que tienen que predicar el evangelio, se dediquen a sembrar cizaña. Cuanto daño individuos como estos, nos estan haciendo a los cristianos. forma de darle alas al señor Rodríguez con su anticatolicismo.
Con lo facil que es dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

vertolan dijo...

Monseñor Munilla: Cuando me pongo a pedir por mi familia, amigos, conocidos,etc., debo volver loca a toda la corte celestial, y ahora aún mas, porque tambien pediré para que Dios le de fuerzas en ese mundo de fariseos.

menchu dijo...

Vayan nuestras oraciones para Mons. Munilla. Con tanto ataque me creía que no era vasco...
Su "pecado" es ser de Cristo de forma incondicional. Lo atacan porque 1º son marxistas, 2º son nacionalistas, antes que curas. Y solo son curas para que la iglesia los siga manteniendo, aguantando y la puedan destruir por dentro. Por eso mismo no lo quieren

Espero y deseo que los vascos que de verdad son católicos, vean claro ahora con lo del aborto, que clase de clero y politicos tienen y vean todo lo que vale tener a Mons. Munilla manejando el timón de su iglesia.
Dios les está enviando su ayuda