jueves, 3 de diciembre de 2009

La Bula Catalana


Ya estamos otra vez con la tontería nacionalist permanent y el Estatut de las Pelots. Es que no paran, oiga. La penúltima, lo de los 12 defensores de la dignitat, todos a una Fuenteovejuna i la Geltrú, amenazando veladamente al TC, que sólo lleva 4 años deliverando si el Estatut de las Pelots es o no constitucional. Y mientras, el Estatut de las Pelots (aprobado por el 36% de los catalanes) campando a sus anchas por la Catalunya Imperial, haciendo y deshaciendo negocis, amordazando o cortando lenguas, reivindicando o amenazando, según el día, multando y robando a manos llenas el agua dorada del Oasis Catalán, también llamada pela.
Y uno, qué quieren que les diga, está hasta las pelots. Y no entiende por qué el TC, salvaguarda de nuestra reverenciada Constitución, tarda años en tomar una decisión tan decisiva, tan esperada y tan necesaria para saber de una maldita vez si la Constitución permite a un par de millones de ciudadanos españoles romper España o no. ¡María Emilia, que te duermes!

Pero la cuestión, para mí, no es sólo ésta. Lo que más me preocupa, me sorprende y hasta me alucina, es la infinita permisividad de la que gozan los independentistas catalanes més radicals a la hora de salirse del tiesto de manera más bien grave. Lo que realmente me flipa en colores es la bula fiscal y social que tienen estos chicos para insultar, amedrentar, quemar, amenazar e incluso agredir físicamente con absoluta impunidad, o sea, sin que les den un capón siquiera. No entiendo cómo los jovencitos de ERC (esos simpaticots) pueden colgar al Rey de España del cuello en el juego del ahorcado, El Joc del Penjat, partirse de risa con la gracia real ("licencia humorística" dicen) y que al Fiscal General del Estado no se le haya movido ni una ceja (¿o era zeja?). No entiendo cómo un señor diputado del Congreso de los Diputados del Reino de España puede gritar «¡Viva la República, muerte al Borbón!» mientras quema y entierra la Carta Magna, y siga ocupando su escaño de diputado en el Congreso de los Diputados del Reino de España, y además cobrando su sueldo de diputado pagado por usted y por mí, entre otros millones de españoles. No entiendo cómo se pueden quemar banderas españolas o fotos del Rei Joan Carles I con fanática alegría en actos conmemorativos varios y variopintos, en plena calle, y que no intervengan las Fuerzas de Seguritat del Estat Espanyol con toda contundencia y efectividad, en plan beltxas, con el consiguiente cupo de detenidos, condenados y encarcelados. No entiendo cómo se puede hundir un barrio entero y que dos calles más allá ni se enteren del agujero negro porque la prensa catalana (la de la dignitat), le esté bailando una moixiganga al Govern del 3 per cent, del CAC y de la madre que los parió. No entiendo cómo se puede llamar malnacidos a los extremeños, tal cual, o declarar tranquilamente que «Los españoles son tan cazurros que te quitan las ganas de ser unionista», por muy directivo del Barça que seas o por muy Xavier Sala i Martín que te llames, y que no tiren el carnet al retrete los tropecientos mil culés no nacionalistas que pululan por España y parte del extranjero. No entiendo cómo se puede hacer un homenaje a un terrorista de Terra Lliure (Martí Marcó), a pecho descubierto, en un espacio municipal, y que no se produzca ni una sola detención por enaltecimiento del terrorismo (y mira que era fácil, que sólo asistieron 50 energúmenos de las JERC). No entiendo cómo se puede permitir que los mismos energúmenos de las JERC (¡si es que hasta tienen siglas de terroristas!) "celebren" el Día de la Constitución invitando a acudir al acto de turno para «arrancar una página de la Constitución española» y que ni siquiera los disuelvan a manguerazo limpio, aprovechando el fresquito del 6 de diciembre. No entiendo cómo se puede amenazar de muerte a miembros del partido opositor («Mira debajo de tu coche, hijo de puta»), incitar a que los maten («habría que matar a todos los del PP», Bagó dixit), apedrear a conferenciantes discrepantes e incluso, en un alarde de cinefilia mafiosa, enviar una carta intimidatoria con foto y una bala de verdad clavada en la frente sangrante (de la foto, por ahora), y que acciones tan democráticas no tengan ni una vaga respuesta por parte de… nadie.

No entiendo, lo juro, por qué esta gentuza tiene el privilegio de la impunidad absoluta, una bula que ignoro quién les ha concedido. Y por qué. La batasunización de los radicales catalanes es cada día más nítida, explícita y preocupante, pero aquí no pasa nada. ¿Será porque gobiernan a pachas con el PSC del charnego Montilla? ¿Será porque son los amigotes de la Chacón, Rubianes y su puta España? ¿Será porque son los mimados de Mister Paz, el que sembró todo este lodo, el que echó a Maragall a los perros, el que timó a Mas sibilinamente entre cigarro y cigarro, el que espera optimista un «Gran Estatuto»? ¡No, hombre no! ¿Cómo se puede pensar tal barbaridad? Lo que pasa es que después de ahorcar al Rey o amenazar de muerte al enemigo luego piden disculpas, echan unas risas con la broma y se olvida la cosa. ¿No ves que son catalanes, o sea, cultos, civilizados y modernos? No como esos vascos brutotes y belicosos. Aquí hay seny. No se manchan las manos de sangre, sólo incitan a otros a que lo hagan. Y llegará el día en que haya un muerto, o varios, y entonces nos preguntaremos ¿cómo hemos llegado a esto?

Pues nada, así seguiremos, con estatut o sin estatut, aguantando a los terroristas de las JERC y a sus jefes de tribu, los Cuatro Joanes del Apocalipsis Catalán (Joan Tardá, el primitivo; Joan Puigcercós, el trepa; Joan Puig, el de los nazis de Air Berlín; Joan Ridao, el que sabe leer), flanqueados, por si acaso, por dos Joanes extra: Joan Laporta, més que un president; y Joel Joan, el actor amigo de Xirinacs y de ETA que define España como «Un Estado parásito, una realidad macabra, un desvío de la Historia» y luego lloriquea porque no le dan trabajo en el cine español. Y a Carod-Rovira, el cachondo de la corona de espinas, que no se llama Joan pero tampoco es catalán, como Montilla, el del estatut hasta sus últimas consecuencias.

Y mientras seguimos, con paciencia infinita, soportando a esta panda de insoportables en la eterna espera de la decisión del TC, recuerdo aquellas ocho fórmulas mágicas que nos prometió Mister Paz para colarnos el término ´nación´ en el Estatut de las Pelots, pero que nunca llegó a desvelar. Yo le propongo éstas: Conde-nación, Alie-nación, Aluci-nación, Maqui-nación, Conster-nación, Recli-nación, Indig-nación, Termi-nación; y, si la RAE lo permitiera, una novena extra: Cerce-nación.

Que tome nota el TC. Y que espabile. Por pura dignitat.
...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Olé!

Anónimo dijo...

Ole, Ole, ¡uno que no se calla! porque "pelots" no sé si tiene la cosa, pero "bemoles"...

Anónimo dijo...

Yo añadiría otra Pepe: ¿Se puede decir "estatut a la Merdé-nación"?
(perdón)

dostoyevski dijo...

El problema es que el TC es un brazo más de los políticos.
El TC murió con la atrocidad de RUMASA. Desde aquella terrible traición institucional del PSOE a la Justicia y por ello a la Democracia, el TC es la prueba de que en España no existe la separación de poderes.
Estos tribunales políticos son eso, políticos.
¿Y alguien espera algo de estos políticos?
Estado limitado YA y separación de poderes, que si no los sociatas se funden la herencia de muchos siglos de esfuerzos de españoles.