martes, 7 de octubre de 2008

Paradojas de la Vida: supermami Beloki, la Bibi y el paladín de la muerte

Pues resulta que no entiendo nada. ¿Pero estos chicos (y chicas) del pesoe están a favor de la vida o de la muerte? ¿De la vida según quién y de la muerte según cuál o qué pasa? Porque a mí que me expliquen por favor el criterio de selección estatal de quién vive y quién muere, o a quién se le incita a vivir y a quién a morir; a quién se le ayuda a engendrar vida y a quién se le facilita aniquilarla. Que me expliquen por qué a De Juana le salvan la vida con alevosía, premeditación y tomadura de pelo y a los pacientes del Dr. Montes se les seda para la eternidad sin permiso y con nocturnidad (eterna). Que me expliquen por qué a la tronka Beloki, terrorista condenada a 13 años de prisión, se le dan todas las facilidades físicas y psicológicas, o sea, salir de la cárcel por el morro, para que engendre a sus 47 añakos una criaturita —en principio inocente, faltaría más— y, en cambio, a una niña de 17 años se le dan todas las facilidades, físicas y psicológicas, para destruir la vida que lleva dentro como si fuera un tumor. Y sin plantearle siquiera ninguna otra opción.

Que me expliquen también los señores jueces por qué es tan primordial que la terrorista Beloki tenga un precioso bebé, justo ahora, mira qué casualidad. ¿Es realmente tan trascendental ese bebé como para sacar de la cárcel a una asesina condenada a 13 años? ¿Qué va a ser, un nuevo Gandhi? ¿Es, acaso, más importante satisfacer el (presunto) instinto maternal de la terrorista Beloki que respetar la dignidad y la memoria de las víctimas de su banda asesina? ¿Es, sinceramente, señores jueces de la Audiencia Nacional, más importante ese tratamiento de fertilidad que la vergüenza de millones de españoles? ¿Es más justo? ¿Pero por qué hay que hacerles estos favores a los asesinos? ¿Es que les debemos algo? ¿Otra vez, Eguiguren?

Que me explique el señor presidente de esta paradójica nación, ahora llamada Ezpaña, nuevo paladín de la abolición de la pena de muerte en el mundo mundial, con juicio o sin juicio, por qué quiere condenar a cientos de miles de inocentes, sin juicio o sin juicio, por el simple hecho de no haber nacido. Y cuando me lo explique, que se siente a su siniestra su paritaria Ministra y me explique también en qué consiste eso de la paridad: ¿en condenar al marido de mi Puri, la de las croquetas? ¿o en condenar por igual a niños y niñas, sin distinciones, no como en la India, que son unos bárbaros machistas que sólo abortan a las niñas? Y de paso, que le cuente también lo de la paridad a las miles de reclusas comunes (o sea, no terroristas) que no pueden salir a la calle para desestresarse los óvulos por la cara.

Hay quienes estamos a favor de la vida siempre, no según. Incluso de la del improbable hijo de la terrorista Beloki. Como si quiere tener diez y montar un talde. Pero después de cumplir su condena. ¿Que la chica va a ser muy mayor cuando salga? Pues que lo hubiera pensado antes. Si estando en busca y captura logró sacar dos cursos en la Universidad del País Vasco, incluso con alguna matrícula, podía haber parido y criado perfectamente unos cuantos gudaritos, entre zulo y zulo, en plan supermami. Eso le habría encantado a nuestra paritaria Ministra: ¡una madre ejemplar: trabaja, estudia, entrena y saca adelante a su familia! Y todavía tiene tiempo de cargarle la pistola al compañero sentimental para que se divierta pegando tiros por ahí. Si es que, neska, tú vales mucho.

Por cierto, ¿y si todo fuera una fantástica tomadura de pelo de la supermami Beloki, en plan huelga de hambre de De Juana con jamón y queso de estranjis? Porque, entre el tratamiento de fertilidad que a su edad no promete excesivos resultados y la pobre calidad del esperma patrio, especialmente el euskaldún, me da a mí que esto de la Beloki es una jugada maestra para salir del trullo sin túneles ni huelgas de hambre. Y si por un casual sale el tema, pues pide permiso de maternidad y punto; y si el embarazo le sienta mal o la tripa le molesta para matar y eso, pues aborto al canto, fuga y a vivir, que son dos días.
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