martes, 2 de junio de 2009

El dilema del 7-J: votar, no votar... o botar a Zapatero

Uno está un poquito harto ya de las Europeas, para qué nos vamos a engañar. Y eso que de Europa, lo que se dice Europa, mucho no se ha hablado, precisamente. Sí se ha hablado, y mucho, de Obama —¡qué manía!—, y de Aznar y Bush —¡qué obsesión!—, y de la crisis —¡qué remedio!—. Se ha hablado, también mucho, de presuntos trajes y presumibles trajines, de falsos sastres que hoy dicen digo y mañana Francisco, de correas que aprietan y no acaban de ahogar, de cinturones de a 500 euros para mítines obreros o de los de «abróchense los cinturones que el Falcon va a despegar». Se ha hablado, sí, del imputador imputado —¡ya era hora!—, y de la gripe A o X, qué más da, que no da ni miedo ya, de lo exagerado de la cosa; no como la gripe Z, también llamada paro, que ésa no es que dé miedo, es que da pavor: que se lo pregunten a los 4 millones de contagiados, y subiendo; una pandemia en toda regla, sí señor, y con pocos visos de encontrar remedio, que mientras media España se contagia, el laboratorio gubernamental se dedica a esparcir otros virus antes que a investigar vacunas. Se ha hablado de Chaves, el vice-de-no-se-sabe-qué-ni-para-qué, y de su exorbitante amor a la familia —propia—, en su sentido más amplio y oneroso. Y se ha hablado, en fin, de las tetas —con perdón— de la ministra Aído, que cada vez que abre la boca la bisoña ninfa zapateril muere la inteligencia, además de la inocencia —y ésta muere a espuertas—.


Total, que en la previa a estas elecciones europeas se ha hablado mucho de todo pero poco de las elecciones europeas. Será que aburren. O que no interesan. O que realmente no son elecciones europeas.


Yo, por llevar la contraria, sí voy a hablar de las europeas. Para enredar un rato. Veamos: según creo, de lo que se trata es de votar a los mejores candidatos para defender nuestros intereses —los españoles— en el Europarlamento, frente a los buitres de otros países que tiran de la cuerda hacia su lado, probablemente con más fuerza y eficacia. Bien. El PSOE afirma que con Aznar Europa no nos quería nada-nada, ni nos respetaba nada-nada y que ellos nos devolvieron al «corazón de Europa». Reflexionemos: el corazón es el motor impulsor que da vida, y nosotros, pienso, estamos más cerca de la angina de pecho permanente; tampoco somos precisamente las piernas que hacen avanzar a Europa, con fuerza y seguridad, hacia adelante; ni somos las manos de Europa, las que trabajan, las que crean empleo y riqueza; no somos los ojos de Europa, con esa ceguera estúpida y obcecada que negó la crisis durante meses; tampoco somos los oídos de Europa, haciéndonos los suecos ante serias advertencias que no queremos oír; ni la nariz, que sólo tenemos olfato para oler nuestra propia inmundicia, presente y pasada; no somos, ni de lejos, la cabeza de Europa, ni en sentido pensante ni mucho menos liderante; y, obviamente, no somos los órganos reproductivos de Europa, entre tanto condón, tanta pildorita y tanto aborto impune, reproducirnos es lo que menos hacemos los españoles. Y si nos somos el corazón, ni las piernas, ni las manos, ni los ojos, ni los oídos, ni la nariz, ni la cabeza ni los órganos reproductores de Europa, entonces ¿qué nos queda? Pues eso, la cola, el trasero, el fondo, la nalga, las cachas, el pandero, las asentaderas, el sisifris, el arterisco, el cachetón, las posaderas, el culamen… o sea, el culo de Europa, para entendernos. Ahí es donde nos han dejado Mister Paz y sus inefables extesiones en el extranjero, Moratinos y Chacón, a lo largo de estos cinco interminables años. En el culo de Europa y del mundo, que los que no se ríen de nosotros, nos temen por poco fiables, y los que quedan, nos ignoran. El culo de Europa, a veces con silla y a veces sin, pero culo, siempre.


Pues bien. Yo me niego a seguir siendo la nada en Europa; a no tener fuerza ni decencia para defender nuestros intereses con uñas y dientes, a patadas si hace falta —¡esa añorada Loyola de Palacio!—; me niego a resignarme a que nos quiten lo que en justicia nos corresponda, por perdernos en demagogias inútiles o alternativas absurdas, por muy renovables que sean; y me niego a que Maleni me cubra de vergüenza ajena y propia una sesión detrás de otra —¿se la imaginan gritando a un europarlamentario enemigo «eso me lo dices en la calle» o al intrépido traductor intentando traducir «antes partía que doblá» o «Cuido tanto hablar, el hablar, que hablo peor, porque si hablara como siempre he hablado pué y no quisiera hablar despacito para no saltarme determinadas terminaciones que me la sigo saltando y demá, pué me costaría menos porque pienso más rápido que estoy hablando y entonces se me va el hilo de la intervención»? Sinceramente, tiemblo sólo de pensarlo.


Comentaba hace un par de domingos Alejo Vidal-Quadras en Los Últimos de Filipinas («probablemente la mejor tertulia de la radio») que España sólo tiene una solución: echar a Zapatero. Y yo estoy con él —con Alejo, no con Zapatero—, y lo que representan estas elecciones europeas es una primera patada para echarlo. En cuanto los buitres de su partido —al acecho desde hace años— huelan el fracaso en sus carnes, ellos mismos se encargarán de no dejar ni los restos; un tonto útil que gana elecciones deja de ser útil cuando empieza a perderlas. Yo, desde luego, prefiero dar esa patada a través de Mayor Oreja, Vidal-Quadras o Teresa Jiménez Becerril que no hacer nada, o que darle un pellizquito en la nalga por medio de otros votos. Votar a Rajoy, sí, para botar a Mister Paz. No nos engañemos, castigar a Rajoy no votando al PP no tiene sentido, porque Rajoy no se va a marchar ni perdiendo por 10 puntos —si lo de las elecciones vascas fue una victoria…—, y lo que conseguirán es darle un poco más de aire a Mister Paz. Y yo, de verdad, lo que necesito es darle la patada. En el trasero, en las cachas, en el pandero, en el sisifris, en el cachetón, en el culamen… o sea, en todo el culo. Con perdón.


1 comentario:

Paco Grillo dijo...

Que el hombre sea la medida de las cosas puede valer, pero que alguien conceda la propiedad de universalidad a una idea por el sólo hecho de ser suya, o adquirida de otro, eso es impropio, salvo de un liante, un megalómano o un dirigente del partido del pueblo, vamos, el popular.
Lo que proponeis no es el dilema, es una capullada, es rosolver las elecciones europeas a algo privado y sentido algo sin valor salvo para recuperar poder y con ello satisfacer nuestro onanismo político y también poder entregar algo al Sr. A...nterior, que tanto nos dió he hizo por nosotros.
No hay que perderse en los discursetes de marisabidilla del tio Rajoy el cual, como la damiana de mi pueblo, anda absolutamente escaso de verguenza.
Dejaos de dilemas de mediopensionista y salid de la riada del desprecio, juzgad con la elemental cordura y abadonad las fanfarrias oportunistas y desabridas de quien cree que tiene que detentar el poder "por la gracia de Dios". El poder reside en el pueblo, y el pueblo no soy yo ni usted, a pesar de creernos su ombligo. Emerja del mundo cibernético y acuda a los mercados, a los tajos, a las oficinas del Inem, al futbol, vea la pasta de la que está hecho un votante y luego sujierale dilemas si ese es su gusto,
Gracias Mister Paz