viernes, 26 de junio de 2009

Mister paz en Togo: ¡Acábese la pena de muerte!


Y llegó Mister Paz a Togo, República afortunada ella, y les regaló la vida, así, como quien no quiere la cosa. Dijo Mister Paz: «Acábese la pena de muerte» y la pena de muerte acabóse. Y vio Mister Paz que era bueno. Lo que no sabemos es si lo dijo en éwé, en kabiyé o en francés que, como ya demostró en la Asamblea Nacional francesa, es un idioma que domina a la pegfegsión. Aunque es posible que lo dijera en la lengua hausa, más minonitaria, pero muy parloteada por los musulmanes de la República Togolesa, o sea, los amiguetes de la Alianza de Civilizaciones, o sea, los mismos que lapidan a las mujeres por mirar las barbas del vecino y los mismos que cuelgan de la grúa —y del cuello— a los colegas de Zerolo, el Bautista Laico. El caso es que nuestro iluminado presidente ha ido de visita a Togo con toda su iluminancia, y viendo que la gente allí muere a espuertas, especialmente de SIDA, que sólo los cuatro o cinco que no fuman ni beben pasan de los 58 años, que nueve de cada 100 niños mueren al poco de nacer —por lo que no hace falta promocionar el aborto— y que, entre guerras, golpes de estado y matanzas varias allí no pasan de 6 millones de habitantes ni con un promedio de casi 5 hijos por mujer, pues Mister Paz se preguntó, con toda su solidaridaz a flor de piel: «¿Qué puedo hacer yo, oh poderoso presidente de un país championlig, por estos pobres negr… digo, afroamericanos, que no tienen ni dónde caerse muertos? ¿Cómo puedo salvarlos de la miseria y federarlos a mi misión de Paz? ¿Enseñándoles Educación para la Ciuadanía? ¿Recuperando su Memoria Histórica? ¿Dividiéndolos en 17 regiones étnicas y dando a cada una un trato diferente para que se sientan todos iguales? ¿Trasladando a Lomé o a Sokodé la central de Garoña ycomprarles luego la energía más barata que a Francia, que se aprovechan de que somos vecinos, los muy capulluás? ¿Enviarles a Leire para que les organice una campaña interplanetaria de recaudación de fondos perdidos? ¿O a Pepiño, que seguro que levanta el país levantando miles de áticos en los siete kilómetros y medio que tienen de costa? ¿Qué puedo hacer, oh abuelito, qué puedo hacer?» Y que no se le ocurría nada a Mister Paz. Hasta que, de repente, mientras veía Bambi por la parabólica del hotel, justo en el momento trágico de la muerte de la mamá de Bambi a manos de los crueles cazadores neocón, se le encendió una bombilla de bajo consumo sobre la cabeza y exclamó: «¡Euskera!... ¿o era eureka?... ¿eunuka?... Bueno, lo que sea. Ya sé lo que voy a hacer por el país Tongo éste: les voy a abolir la pena de muerte. ¡Eso es! Como en Cuba y Corea y China y los países de la alianza de civilizaciones, o sea, Arabia Saudí, Libia, Palestina, Irán, Irak, Pakistán… Así sólo se quedan los imperialistas americanos, que ya me encargaré yo de convencer a Ohbama! cuando quedemos en su rancho». Y dicho y hecho, oiga. Quedó en la Asamblea Nacional con el presi Gnassingbé y sus camaradas del democrático parlamento y, dedicándoles su más espléndida sonrisa —y no sabemos si dedicándoles un espléndido maletín— declaró abolida la pena de muerte en la República, lo que le llevó a rememorar con afligida congoja la Guerra Civil española —cosa nada obsesiva ni enfermiza en Mister Paz— y a declarar solemnemente que «España cuenta con razones de peso para lanzar y abanderar esta propuesta ante la Comunidad Internacional. Con ocasión de nuestra historia, familias de muchos españoles sufrieron la ejecución, por motivos políticos, entre amigos y familiares». Total, que la cosa quedó sellada como “Ley Zapatero”. Lo que ignoramos es si va a funcionar tan maravillosamente como el “Plan Zapatero” por el pleno empleo en España, y si va a colocar también un enorme cartel en cada patíbulo y/o muro de fusilamiento anunciando, bien visible, la «Zona de No Ejecución. Queda terminantemente prohibido matar por obra y gracia de Mister Paz». Y los togoleses y las togolesas serán enormemente felices y felizas, mientras siguen muriendo de SIDA, de mortalidad infantil, de vejez a los 58 años, de hambre, de sed y de injusticia. Los únicos que han protestado contra el feliz iluminado han sido los desagradecidos mosquitos, que han tratado de derribar el Falcon presidencial. Afortunadamente, como somos un país de la championlig mundial sobrado de pasta, no como otros, Mister Paz y su séquito habían viajado en dos (2) Falcons. Con un par.

Y yo me pregunto, si esa mesiánica dedicación a salvar vidas por el mundo —cosa que me parece muy loable— no podría aplicarla un poco por estos lares. O sea, que una vez autodesignado adalid mundial de la abolición de la pena de muerte, ¿no le da pena la muerte de cientos de miles de seres vivos cuyo único delito es no ser deseados o no poder ser deseados? ¿De verdad le importan más los (grandes o pequeños) delincuentes de Togo que los más inocentes de los españoles? ¿O lo que realmente le importa es la foto, muy por encima del feto? A fin y al cabo, ¿no dicen que es de izquierdas defender a los más indefensos? Claro, si fueran seres vivos… o humanos… o linces… o togoleños.
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1 comentario:

el burladero dijo...

Pra Zp es muchisimo mas importante la foto que el feto, este no es nada, y si no que le pregunte a la Pajin...