El presidente Rodríguez, alias Z, alias Mister Paz, ha asegurado que dialogará con el lehendakari Ibarretxe hasta "la extenuación". Y eso exactamente es lo que han hecho ambos insignes presidentes. A continuación, desvelamos los secretos inconfesados e inconfesables de la extenuante cita, la verdadera naturaleza de la conversación, que no es precisamente la que ha trascendido a los medios y a los ciudadanos. Afortunadamente.
—Buenos días, lehendakari de todos los vascos y todas las vascas. Bienvenido a mi humilde morada. La paz sea contigo.
—Egunon, presidente del Estado español... ¡Txoka esos bos, hombre! No me seas tan txikismikis.
—¡Pues ale!, choca tu también, boss, jefe, o lo que seas. Y no me seas chikilicuatre tú tampoco.
—Por sierto, la bandera ésta de las escaleras ¡a ver cuándo quitamos, eh!
—Sí, estamos a ver si la mandamos a la tintorería y se destiñe la raya roja de abajo. A morado, claro; así ya no te molesta.
—Pues no sé qué desirte, txabalote. Yo republicano, de esos pobres y susios, tampoco es que me vaya mucho, pues. A mí, la noblesa euskaldun, el RH negativo y eso. Ya sabes...
—Sí, claro. Oye, pues para no fastidiarte más con la bandera ésta, ¿entramos y dialogamos?
—Bai
—¿Ya te vas?
—No, que digo que sí. Bai es sí en euskera.
—¡Anda! Es que como estoy aprendiendo inglés para hacer amigos extranjeros, pues a veces me lío.
—Si hablarías euskera pues, no nesesitarías más idioma. La bellesa y noblesa del euskera es admirada en todo el mundo.
—Bueno, bueno, a lo que estamos. Hemos venido a dialogar, dialoguemos.
—Dialoguemos, pues. Me encanta dialogar. Sobre todo en euskera.
—A mí en cualquier idioma que me sepa. El diálogo es tan sublime. Es tan solidario. Es tan conciliador, tan hermanador...
—Bai. Es kojonudo, oye.
—¿Ya te va...? ¡Ah, no! Perdona. ¡Qué tontería! ¡Cómo te vas a ir si acabamos de empezar a dialogar! ¡Anda que no nos queda! Hasta llegar a la extenuación, por lo menos.
—Tienes rasón, matxote; yo disfrutar, estoy disfrutando más que un gudari jugando con goma dos.
—¡A esos también les gusta dialogar que no veas!
—¡Qué me vas a contar a mí! La de veses que nos hemos ido a recoger nueses juntos. No paran de dialogar. ¡Nos lo pasamos más bien...!
—Sí, son buenos chicos.
—Muy dialogantes.
—Y hablando de diálogo. ¿Tú has llegado ya a la extenuación?
—No, me queda un poquito.
—Yo tampoco. Es que no es fácil llegar ¿eh?
—Desde luego. El diálogo es lo que tiene, que no extenúa con fasilidad.
—Pero está siendo un buen diálogo éste ¿verdaz?
—¡De los mejores, oye!
—¡Aaaaaaahh!
—¿Qué te pasa pues?
—¡Que estoy llegando ya la extenuación... aaahhh!
—¡Ya te vale! ¿Tan pronto, tú? ¡Con lo bien que estábamos dialogando!
—¡Aaaaahh... aaaahhh... aaaaahh! Ya está. ¡Buf, vaya extenuación! Ha sido de las buenas.
—Te habrás quedado a gusto ¿no?
—¡Y tanto! ¿Pero tú no has llegado a la extenuación?
—No, he tenido gatillaso pues. Pero he disfrutado la órdiga con el diálogo. Has estado fantástico, presidente.
—Escarri casco, lehendakari. Yo también he disfrutado la ortiga.
—Bueno, pues hasta el próximo diálogo pues. Agur.
—Agur, agur. Y adiós también. ¡Paz infinita!
—¡Paz y diálogo!
—Eso, sobre todo diálogo. ¡Y mucha extenuación!
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