viernes, 31 de octubre de 2008

En nombre de Pepiño


Una reflesión para el fin de semana. El asunto es grave, pues está en juego la dinidad de una persona, de un hombre honrado, valioso e inocente; de un ser humano ejemplar y perfetamente dotado para desempeñar su labor en la sociedad con total correción; es un líder en la sombra, el modesto protetor de nuestros derechos que se oculta tras la apariencia de la inetitud más ineta; no es un corruto ni un inorante como otros políticos de tres al cuarto que no tienen espetativas más allá de la política; no es un marrullero ni un provocador ni un crispador ni un demagogo profesional; no es amante de espetáculos disonantes y su capacidad dialética dota de un sinificado muy sinificativo sus pensamientos más profundos, que los tiene; es un hombre de palabra más que de ación, más de teoría que de prática… un inteletual, vamos. Es ojetivo y ecuánime y respetuoso y tolerante como el que más, y sabe dónde está la verdad y la reconoce y la aceta sin más, aunque esté en contra de sus conviciones; y si tiene que retificar, retifica sin mayor conflito. Su lema es “el conceto es el conceto y la dinidad es la dinidad” y de la misma forma que él lo aplica a sus aversarios, así esige que sus aversarios se lo apliquen a él. ¡Y con toda la razón del mundo, carallo!

Por eso, desde aquí, desde este modesto blog, quiero romper una lanza por tan insine y vilipendiado personaje, y organizar una defensa de su dinidad como persona y como político.

¿Y de quién estamos hablando, os preguntaréis, espetantes? Pues de Pepiño. Bueno, de Pepiño no, de José Blanco, que precisamente de eso trata toda esta reflesión. El caso es que Pepi… perdón, José Blanco no quiere que le llamen Pepiño. Lo que nosotros considerábamos un apodo cariñoso y afetivo él lo considera un insulto malintencionado y despetivo. Así lo dice él mismo en su blog: hay gente a la que le gusta recurrir «al uso despetivo de mi nombre pensando que me hieren» Y continúa «Nadie me llama Pepiño» salvo ellos y sus palmeros. «Sólo emplean el insulto» y lo hacen «siempre con la prepotencia del que se cree superior y, por ello, te mira por encima del hombro (…) Deben saber que provoca el efeto contrario entre los que, con independencia de sus ideas políticas, saben que utilizan el gallego y el diminutivo con el desprecio que siempre lo han hecho los señoritos en el casino provinciano». Y termina: «voy a seguir defendiendo firmemente mis ideas y criticando lo que me parezca mal con los argumentos que yo creo adecuados. Sin imitarles en el insulto. Y, por supuesto, tampoco me voy a amilanar. Al contrario, me animan más a denunciar con más fuerza a esa derecha rancia, indolente y trasnochada, que, en el fondo, ni ha creído nunca ni cree en España».

Pues eso. Que Pepiño no quiere ser más Pepiño, así que propongo abrir una encuesta para sustituir tan despetivo apelativo por otro más afetuoso, justo y descritivo. En plan así, mimoso, yo propongo dos: Blanquito y Topito. Enternecedores, ¿verdad?

Ahora os animo a colaborar con vuestras aportaciones para la causa. Para esta buena causa que, como todas las buenas causas, nos hará sentirnos maníficas personas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me ocurre Forrest Blanc, por su capacidad inteletual.

Anónimo dijo...

A este le debieron llover leches en el cole... No se puede ser rencoroso, seguro que encima era de los que no se comía una rosca. Pobre friki.

Anónimo dijo...

Sin duda debía ser uno de los más listos de la clase... Para mí el nombre que le pega al mirarle la cara es "espabilator"

Anónimo dijo...

Este no salía en la peli de "la revancha de los novatos"?

Anónimo dijo...

Más bien en "La revancha de los concetos".

Anónimo dijo...

¿Y no fue en tu libro donde aparecía el mote de Lupita? Yo lo he visto también en algún foro de internet y parace ser que es así como le llamaban, entre colleja y colleja, en su colegio de Palas do Rei, en Lugo. Así que yo voto por Lupita.

Anónimo dijo...

El camarada Pepiño se va pa' Cuba, esa paradisíaca democracia subyugada por el yugo imperialista. Allá lo recibirán con honores, a Pepiño. Pero ¿cómo le llamarán: camarada gallego, Pepiño mi amol o Blanquito Mulato o Minegroblanco (por no discriminar)?