viernes, 21 de noviembre de 2008

Los 8 minutos que salvaron el mundo



Ya está, ya pasó. Después de tanta angustia, sufrimiento, incertidumbre, brasa, vivo sin vivir en mí, lloriqueos, súplicas, más brasa, hago lo que me pidas, más brasa y ¡ya tenemos silla!; después de tanto llévame porfi que tengo mucho que aportar, aquí, en Francia, en Ecuador y en China; después de tanto que si no me apoyas, que si tú más, que lo que tienes es envidia y que lo que me das es vergüenza; después de tanta tormenta mediática, social, política y hasta sindical; después de tanto coñazo, por fin (¡alabado sea Dios!), pasó la dichosa cumbre del G-20 o el G-23 o el G-20 + 1 + 1 +1 o lo que sea que fuere el G ése.

Ya está. Ya pasó. Y la pregunta ahora es ¿qué pasó? Durante la fase previa a la cumbre o loma o montículo o lo que fuere, España se llenó de perlas orales llenas de pompa y trascendencia vital. Parecía que nos iba la vida en ello, oiga. Igualito que aquél famoso referéndum plus de la constitución europea que si salía el NO nos íbamos todos a la mierda para no volver (¿alguien se acuerda ya de eso, aparte de Los Del Río?). Llegamos a escuchar cosas como que el super presi Z no iba “mendicando” (sic) la participación española en el G-20 (Pepiño dixit) o que este hecho supone «un salto cualitativo de la posición de España en el mundo» y que nuestro país «se sitúa en el grupo de cabeza» (más Pepiño); o que «hoy hemos salido definitivamente del rincón de la historia» (la Viceaustera dixit). La culpa, como siempre, como todo, del PP, porque esta crisis mundial ha sido «propiciada por una política salvaje y neoliberal que ustedes siguen defendiendo. (…) Dejen el vagón de cola y súbanse a la locomotora de la historia que perdimos hace 60 años». Así que, estaba claro, nos encontrábamos ante un hecho trascendental, vital, HISTÓRICO. Con todas sus letras y todo su significado. Más que lo de Obama incluso, que ya es.

Ya está. Ya pasó. La refundación del capitalismo salvaje, feroz y malo malísimo está en marcha. El Apocalipsis del neoliberalismo ha pasado a ser la Apoteosis del socialismo camuflado, o sea, de la socialdemocracia. Su motor, Z: «Éste es un tiempo para políticas socialdemócratas, en el que la socialdemocracia va a demostrar su fortaleza ideológica y su capacidad de resolver y organizar mejor la sociedad en beneficio de los ciudadanos». ¡Qué gonito! ¡Qué emocionante! Y aún hay más: según el docto economista Caldera, es hora de que termine «el ciclo histórico de las ideologías neoliberales y neoconservadoras»; y además, esta cumbre "permitirá a España aportar nuevas propuestas" en la transformación del sistema financiero internacional (Pepiño, de nuevo). Y hasta los sindicatos, con sus 300.000 liberados chupando del bote capitalista, quisieron aportar su granito de socialdemocracia sindical, barriendo para casa, claro: «que en el foro que se va a iniciar a partir de mañana se abra una participación a la Confederación Sindical Internacional, al sindicalismo mundial». Pero lo mejor, lo de Sebastián, el de la bombilla: Brown y Zapatero son quienes están «llevando la voz cantante» y lideran la solución europea a la crisis, «junto a Sarkozy, que yo creo que está deseando pasarse al bando socialdemócrata e, incluso, más a la izquierda». Total, que Z llevaba sobre sus espaldas ni más ni menos que la infinita responsabilidad de defender a capa y espada (cuan Mr. Smith goes to Washington) la muerte del capitalismo salvaje y la reinstauración de la socialdemocracia salvadora. Él solito. Pero, a diferencia de las 20 horas que gastó heroicamente el Mr. Smith de Capra, nuestro Mister Paz sólo disponía de 8 míseros minutos para lograr su hazaña. Y durante esos 8 minutos, España entera contuvo la respiración; el mundo entero dejó de respirar, expectante, angustiado, esperanzado… Una vez más, la salvación de la civilización estaba en manos de un solo hombre.

Ya está. Ya pasó. El héroe de la cumbre no defraudó. Durante esos trascendentales 8 minutos, Z defendió lo que tenía que defender; aquello por lo que había luchado fieramente durante semanas para llegar allí, con su silla, con su voz; defendió lo que había prometido defender, aquello en lo que creía, aquello que sabía que era lo mejor para todos, lo mejor para el mundo, lo mejor para la paz. Defendió… (¡tatachaaaann!) lo que defendieron todos los demás, o sea, el libre mercado, el más mercado y mejor Estado: «Nuestro trabajo se va a guiar por una confianza compartida en que los principios del mercado, unas condiciones de comercio y de inversión sin trabas y unos mercados financieros regulados de manera eficaz fomentan el dinamismo, la innovación y el espíritu emprendedor que resultan esenciales para el crecimiento económico, el empleo y la reducción de la pobreza» (extracto de las conclusiones de la cumbre). Pero de socialdemocracia, de antiliberalismo, de refundación del capitalismo, de transformación del sistema financiero internacional, de Confederación Sindical Internacional, de social-liderazgo zapateril y la madre que lo parió, rien de rien, o sea, nothing of nothing, o sea, que nada de nada. Por mucho que se empeñe Pepiño, próximo Nobel de economía, empeñado en que «el mensaje de la Cumbre ha sido más Estado y menos mercado», y la Pajín, que afirma que esto es «un serio revés a las tesis de los conservadores». Está claro que les dieron mal la traducción. Sólo faltó culminar el profundo análisis con aquello tan bonito de «amanece un tiempo nuevo para la paz, las relaciones multilaterales y los derechos sociales, un tiempo nuevo para el mundo», que le dedicó, derretida toda ella, a Obama. Con su nuevo look de Primera Dama de la Socialdemocracia habría quedado divino de la muerte.

Ya está. Ya pasó. Ya podemos dormir tranquilos. El mundo está a salvo. España está a salvo. Z es el nuevo mesías laico, el nuevo salvador, el nuevo líder del mundo mundial. Y Solbes, su vice, ese gran lumbreras de la economía española, el Ministro de finanzas peor valorado de la Unión Europea, sólo por delante de Irlanda y Portugal (Financial Times). ¡Que Dios nos coja confesados! ¡El apocalipsis ya está aquí!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y al final ¿cantó o no cantó la canción de la Bruni?

Anónimo dijo...

Cantar no cantó. ¡Menos mal! Porque todos esperábamos que fuera a dar el cantazo con eso de llevar la voz cantante según las teorías de Caldera y al final se achantó, inclinó la cabeza y juró la bandera americana proclamando que es la democracia que "ilumina al mundo". Le faltó gritar God Save America!

Anónimo dijo...

Hace poco oí en tono de guasa que las únicas medidas económicas que había tomado el gobierno eran:
- Matar pensionistas.
- Matar nasciturus.
El caso es que estas medidas en labios de los socialistas-comunistas que nos gobiernan son coherentes con el alma totalitaria que tienen. Los estados totalitarios siempre han querido sociedades estáticas, que sean fácilmente controlables. ¿Cómo se les descontrolan?
A) Por crecimientos económicos. Si la gente comienza a tener dinero empieza a querer cosas "fascistas" como libertad para disfrutar de los frutos de su trabajo y va a querer seguir mejorando su calidad de vida.¡Intolerable!Ej. Cuba
B) Por crecimientos demográficos. Para ellos es necesario controlar la sociedad hasta el punto de decidir quién puede vivir y quién no, quién puede tener hijos y quién no, qué tipo de sexo debe nacer, cuántos hijos se pueden tener y quién es apto para seguir viviendo y quién no. Ej. China, Holanda, España.
Como vemos estas dos características las vivimos actualmente en España, luego no deben sorprendernos esas medidas económico-sociales de matar niños y matar ancianos si verdaderamente rascamos y estudiamos lo que hay detrás del gobierno de ZP.
Eso que suena a disparate es la esencia misma del disparate socialista-comunista.
Abrazos desde el reino de Boabdil, esperemos no tener que llorar como él...

Exiliado dijo...

G20, G23, G20+1+1+1...
Quizas se trate del punto "G" del fornicio economico mundial.
Valla Ud a saber.